1 . EL COMIENZO

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A medida que el avión se elevaba, resultaba cada vez más difícil distinguir lo que quedaba abajo. El paisaje fue adoptando formas irreales hasta que desapareció en la lejanía. En un lado, aun era de día y el sol brillaba como su punto tenue de luz que poco a poco iba perdiendo intensidad, hasta desaparecer y confundirse con la negrura que, de forma misteriosa, desde hacía largo rato reinaba en la otra parte del avión. Fuera ya no había nada, solo oscuridad. Esa misma sombra que hacía semanas había aparecido en su interior y se estaba propagando lenta pero infatigablemente por todo su cuerpo. Trago saliva con un gran esfuerzo: ese maldito nudo le impedía incluso respirar.

Quizá todo fuera un mal sueño. Quiera despertaría en casa y oiría a mama preparar café en la cocina, o a papa con esos aburridos discos de jazz. Quizá estaba soñando dentro de un sueño. Quizá si cerraba muy fuerte los ojos y conseguía dormirse dentro de ese sueño, finalmente conseguiría despertarse.

Pero si todo esto era irreal, ¿Por qué podía sentir el escozor en las aletas de la nariz, provocado por un llanto que había durado varios días? ¿Por qué continuaba doliéndole la cabeza a pesar de haberse tomado varios analgésicos? No, aunque se despertara seguiría en ese avión, cada vez mas lejos de su mundo y más cerca de esa nueva vida impuesta que no quería tener. No sabía cuando iba a volver. Ni siquiera sabía si volvería.

¡Cuantas veces había soñado con irse, con perder de vista a sus padres durante un largo tiempo para poder vivir libre, sin rendir cuentas a nadie!

Finalmente había llegado ese día, pero en nada se parecía a lo que había imaginado.

Su tía Trudy le puso una mano sobre la pierna. Desde su llegada, unas semanas atrás, le habían sorprendido sus muestras de afecto, su contacto corporal continuo. La había abrazado con fuerza al verla mientras la besaba repetidamente en la mejilla; le acariciaba el pelo siempre que estaban juntas; le arreglaba la ropa cada mañana; enlazaba su brazo con el suyo mientras caminaban en la calle.... No estaba acostumbrada a eso.

Su madre nunca fue especialmente cariñosa, y mucho menos su padre. Sin embargo, en aquellos momentos todos esos gestos resultaban reconfortantes.

Por fin se quedo dormida. No fue un sueño tranquilo ni reparador, pues podía oír a las azafatas pasear con sus caritos con café, el timbre que obligaba a abrocharse el cinturón y la película que algún pasajero del fondo estaba viendo. Aun así, se empeño en no abrir los ojos por si, contra todo pronóstico, mientras dormía, aquel avión la llevaba de vuelta a casa con sus padres y su vida.

Despertó en el mismo lugar, cuando el comandante anuncio que iban a aterrizar, que eran las 8 am hora local y que la temperatura exterior era de 28 grados centígrados. ¿Qué narices significaba eso? ¿Cuántos grados (de verdad) era eso? Su tía le ofreció un vaso de zumo, a lo que ella respondió con una media sonrisa. Era lo máximo que podía dar en ese momento.

Pasaron casi una hora esperando la salida ante la cinta transportadora y se dirigieron a las puertas de cristal. Allí, tras una barrera metálica, una muchedumbre variopinta de personas aguardaba a quienes acababan de llegar: niños que salían corriendo hacia sus padres, taxistas con carteles, parejas que se abrazaban efusivamente.... pero nadie parecía esperarlas a ellas. Trudy encendió su celular para averiguar qué pasaba

- Samuel, ¿Dónde estás?

Se alejo caminando y Jacqueline no pudo oír nada más. Por sus gestos, su tía parecía contrariada. Regreso de nuevo

- Jacqueline, lo siento pero a Samuel le ha surgido algo y no puede venir a buscarnos. Tenemos que coger un taxi, no tardaremos. la casa no está muy lejos del aeropuerto y a esta hora no creo que haya atasco.

Se equivoco. El trayecto fue mucho más largo de lo previsto. Pasaron de una vía rápida de cuatro carriles en la que los conductores iban frenéticos a una algo más estrecha pero completamente colapsada.

A lo lejos podía apreciar un SKYLINE con cuatro grandes rascacielos metálicos, y según se fueron acercando, puedo ver las torres kio. Era de las pocas cosas que reconocía de Madrid gracias a las fotos que a veces les enviaban sus tíos y , en especial , por una en la que Guille, su primo pequeño , al que aun no conocía en persona, aparecía entre ambas simularlo sujetarlas, con el mismo efecto optimo que simulaban a la torre de Pisa . También había podido identificar el reloj de la puerta de sol por una foto que su madre se había hecho allí, la primera Nochevieja que le permitieron salir, cuando tenía 16 años, los mismos que ella ahora. Esa foto estaba en el barco como las demás cosas 



nota del autor 

los capitulos los voy a dividir , va a decir algo asi : 1.2 - 1.3 -5.7 y depende que cuan largo sea 

:) los quieroooooo muchisiiiisisisisiisisisismoooo <3 

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