capitulo 1.2

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Al cabo de una hora aproximadamente llegaron a cas de sus tíos. Vivian en una zona residencial, en un edificio de pocos pisos situado en una urbanización cerrada y rodeada de jardines. El conserje les saludo amablemente y tras darle a su tía algunas cartas, les ayudo a meter las maletas en el ascensor .entraron a la vivienda por la parte de la cocina

-bueno. Dijo Trudy- , esta es tu casa, tu habitación aun no está preparada por que hasta septiembre no volvemos aquí. En un ratito nos iremos a La Senda

-¿la senda?

- si... así es como se llama la urbanización de la sierra donde te comente que pasamos los veranos y algunos fines de semana. Te gustara, ya verás. Solo hemos venido a coger unos papeles. ¿Quieres dejar algo aquí? Para la senda solo necesitas ropa de verano, algún jersey grueso para la noche y un chubasquero.

-solo llevo ropa de verano en las maletas, lo demás está en el barco.

- buscare a ver qué encuentro que te pueda servir. Siéntate un ratito mientras organizo unas cosas. ¿Quieres tomar algo? nose que habrá en la nevera. Echa un vistazo si quieres.

- de acuerdo, gracias

Se entretuvo mirando las fotos que descansaban en la estantería. Sus tíos tenían dos hijos: Samuel y Guille. En realidad, Samuel era el producto de un matrimonio anterior de su tío Lucas. Formaban una extraña familia a la que ahora se unía Jacqueline.

Le llamo la intención un primer plano de Samuel. Hacía tiempo que no lo veía en ninguna foto y le sorprendió descubrir que era más un hombre que un muchacho. Tenía 19 años pero parecía mayor. Su tez morena y ese pelo y esos ojos tan profundamente negros marcaban sus angulosas facciones. Parecía seguirla con la mirada a cualquier lugar al que fuera. A pesar de tener una ligera sonrisa su semblante era triste.

Guille tenía 8 años. En todas las fotos sonreía de oreja a oreja. No se parecía a Samuel: su tez y su pelo eran mucho más claros, tenía los ojos color aceituna y pecas ¡odiaba las pecas! Aunque su piel no era demasiado blanca, ella siempre había tenido que vivir con ellas. Afortunadamente, ahora, apenas se apreciaban, salvo en verano, cuando el sol las hacia resurgir. Decidió tomar algunas fotos de algunos de esos retratos con su móvil para enviárselas a su amiga Phoebe.

Tenía la boca seca y una sensación punzante en la garganta. Era muy moderna, con muebles lacados en rojo y electrodomésticos color acero. Le sorprendió lo pequeña que era la nevera comparada con las habituales de doble puerta que hay en cualquier hogar americano. Saco una lata del frigorífico prácticamente vacío y, al abrirla el liquido espumante reboso los bordes hasta mojarle la mano. Se volvió para buscar algo con lo que secarse y, sobre una isla central, encontró un rollo de papel de cocina que descansaba junto a un ejemplar de periódico, abierto por una de las páginas centrales. Le llamo la atención los dibujos quien alguien había pintado en los márgenes blancos y se acerco para verlos con mayor detenimiento. Había una anotación en una esquina: (instituto anatómico forense. Dr.marquez, 9.15). Fue entonces cuando se fijo en la noticia, en la que se informaba de que unos excursionistas habían descubierto el cadáver de una joven en la sierra norte de Madrid, en el término municipal de Peñaranda. La policía aun estaba trabajando en las labores de identificación y......

-podemos irnos cuando quieras.-interrumpio Trudy. ¿Ese periódico es de hoy? , sin gafas no veo

Jacqueline se fijo en la fecha

- Es de ayer

- Entonces a reciclar- dijo mientras lo tiraba a un pequeño contenedor.

Llegaron a la senda a la hora de comer. Aquello se parecía más al lugar del que venía. Era una urbanización de chales situada en una loma, en el corazón de la sierra, rodeada de un espeso bosque y pinos, encinas y principalmente álamos. En el valle, a orilla del rio, se levantaba un pequeño pueblo serrano con mucho encanto. Un escalofrió le recorrió la espalda cuando vio el cartel situado en la entrada del pueblo: "BIENVENIDOS A PEÑARANDA"

Atravesaron las calles hasta desembocar en una carretera que serpenteaba subiendo la loma. Al final de las mismas se divisaba las casas de sus tíos. Tras una gigantesca puerta de metal apareció un gran jardín y un precioso chale con vistas espectaculares, pues desde ahí se divisaba todo el valle, con el pueblo y el lago, y al fondo las montañas. Guille se acerco corriendo hasta el coche.

-hola, ¡Cuánto habéis tardado! Tenía muchas ganas de que vinierais- abrazo a su madre y luego se acerco a Jacqueline e hizo que se agachara para poder besarla-. Me encanta que vayas a vivir con nosotros prima. Esta tarde podemos echarnos una playa. Mi cuidadora no me ha dejado jugar en toda la mañana....

Le beso en la mejilla, aunque más para devolverle el beso que por pura convicción. No tenia costumbre de besar a nadie. Le gustaba las personas que mantuvieran cierta distancia para comunicarse con ella y no le agradaba en absoluto que le tocaran al hablar, a acepción de Phoebe, claro, que la tomaba de la mano en la calle, le acariciaba el pelo cuando estaba triste y la pellizcaba fuerte cuando veía a alguno de los miles de chicos que le gustaban o quería llamar su atención sobre algo.

Al entrar a casa, se detuvo un momento a respirar. Sabía que todos los hogares tienen su propio aroma, aunque solo se perciba en las casas ajenas, por eso era importante que lo hiciera ahora, pues más adelante sus glándulas olfativas de captar nada. ¿A que olía? Difícil saberlo. Lo primero que noto fue la madera del suelo, quizá porque habían encerrado recientemente. Los sofás debían ser bastante nuevos, por que el cuero aun desprendía un ligero olor que se mezclaba con las flores silvestres. Y desde el fondo, llegaba un tímido olor de la cocina, donde algo comenzaba a elaborarse. Sobre la mesa, unas toallas dobladas que esperaban a que alguien las guardara desprendían una agradable fragancia.

Lo que le sorprendió es que, siendo un olor completamente nuevo, no le resultaba del todo ajeno. No es que lo conociera de antes. Sino que tenía algo familiar, algo cercano. Había heredado el olfato de su madre, aunque ella decía que era más una desgracia que un don, pues abundan mucho más los malos olores que los buenos. Sin embargo Jacqueline sacaba mucha información de su nariz, y le gusto como olía esa casa.

Subió a su habitación, era amplia y tenía una gran ventana que daba al jardín. Un armario enorme ocupaba una de las paredes. Lo habían vaciado, aunque en la parte inferior quedaban unas mantas y colchas. En los cajones tampoco había nada. Ahora eran sus cajones y su armario. En las estanterías quedaban algunos libros, algo que agradeció. La idea de tener que llenar a toda esa habitación la superaba. Atreves de una puerta, se llegaba a un baño que era para su uso exclusivo. Le encanto la idea de no tener que compartirlo con su nueva familia de extraños.


N/A

HOLA CHICAS !!!!!! 

ESPERO QUE LES GUSTE Y QUE ME PERDONEN  SI ES QUE NO HE PODIDO SUBIR MUY SEGUIDO , HAGO LO QUE PUEDO .

EN LA GALERIA ESTA GUILLE C: 



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