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Ocho huesos principales además de los wormianos conforman el cráneo humano, una cavidad de reducido tamaño con una capacidad apenas de 1.450 mililitros. Fascinante. Menos de lo que cavia en una botella de coca-cola, más pequeño que un balón de futbol pero con unas prestaciones casi infinitas: un universo del que tan solo se conocía una mínima parte. Toda la imaginación, los impulsos más benévolos y también los más perversos estaban ahí, en ese pequeño y frágil espacio. Fascinante. Aunque aun no tenía claro que especialidad escoger. Samuel se sentía cada vez mas atraído por la neurología. Sin embargo, antes de llegar a ese punto le quedaban muchas horas de estudio, muchas noches en vela, mucho café y mucho estrés. El primer año le estaba suponiendo una prueba personal de tesón y constancia más dura de lo que había pensado pero, por el momento, valía la pena.

Además las horas de estudio le permitían abstraerse del mundo por completo y le obligaban a centrar sus pensamientos en complicados temarios con vocablos casi impronunciables, de ese modo podía mantener alejado por un tiempo los recuerdos, que se empeñaban en estar presentes; tanto, que en ocasiones se hacían tangibles. Ya eran escasas las noches en que despertaba bañado en un sudor frio y con una intensa sensación de angustia. Siempre era la misma pesadilla, pero también cada vez más difusa. Ahora, su sueño más recurrente era que llegaba tarde al examen o que se equivocaba de aula o de día. En el fondo, no estaba mal el cambio.

Solo le quedaban dos exámenes y empezaba a acusar el cansancio. La cafeína cada vez parecía menos efectiva. Tendría que seguir intentándolo con te, pero esa especie de agua sucia tenía un sabor bastante repugnante. Lucia, que era adicta a ese brebaje trataba de convencerle de sus maravillosas virtudes y le incitaba a probar una nueva variedad que a él le seguían pareciendo realmente intragables. Ella estaba en segundo, y había cogido algunos créditos de tercero. ¿De dónde sacaría el tiempo? La verdad es que valoraba su ayuda y sus resúmenes, pero no entendía tanta dedicación. A veces aunque le tenía mucho cariño le llegaba a resultar algo cargante y hubiera preferido quedarse solo, sin parecer desagradecido. Y es que no tenía tiempo para nada. No pudo viajar a estados unidos para el funeral de sus tíos y eso le pesaba; no tanto por ellos, a los que solo les había visto un par de ocasiones y con quienes había hablado por teléfono otras tantas, sino por Trudy.

Ella era lo más parecido a una madre que había tenido y siempre había estado a su lado, apoyándole en los momentos más difíciles, calmándole y cobijándole. Ahora tenía la oportunidad de apoyarla, pero en plenos exámenes....sabia que ella no lo tendría en cuenta, mas bien todo lo contrario. Aun así, le hubiera gustado acompañarla. El sabía perfectamente cómo se siente uno cuando pierde a alguien y la sensación de vacío e impotencia que viene después, y tener una mano a la que agarrarse es un consuelo. Para remate, se la había pasado ir al aeropuerto a recogerla , a ella y a su casi desconocida prima Jacqueline un nombre demasiado grande para la niña pecosa y cursi que conoció unos 10 años atrás en un viaje relámpago a aquel pueblo de la América profunda llamado Ashford

DESCONOCIDA. Eso es lo único que rezaba en la etiqueta al menos, según le dijo el doctor Márquez, a sabiendas de que se jugaba el puesto. Sus insistencias para que le dejara ver aquel cadáver no habían servido de nada, ni siquiera los rasgos que debían comprobar: el color de pelo, la altura, los ojos....... ESTA IRRECONOCIBLE. SOLO PODREMOS SABER QUIEN ES CON UNA PRUEBA DE ADN, es lo único que dijo el forense. Por una parte sintió alivio, pero por otra le embargo de nuevo una enorme zozobra.

Que esa etiqueta hubiera tenido un nombre y un apellido, ese que las tantas veces había escrito y pronunciado, hubiera supuesto cerrar una puerta. La pregunta era si él quería verla cerrada de ese modo....

Aun le quedaban unos veinte kilómetros para llegar. Decidió adelantar al camión que le obligaba a ir a menos de ochenta por hora.


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