El poder del General.

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Oras después la fiesta ya había empezado, medio pueblo estaba allí en la taberna y sus alrededores, en el patio trasero Leona y el tabernero cocinaban la hidra ya sin piel.

Según el tabernero y algunos de sus amigos, una Hidra bien cosida era un manjar de Reyes.
Claro el problema era encontrar a alguien que supiera cocinar un animal tan raro.

Ikke se encontraba dentro de la taberna charlando con Diana, Dicere y María tranquilamente.

Esta última le había prestado un poco de ropa rescatada de su antigua casa y las jóvenes al parecer se habían echo muy buenas amigas.

En el rincón de siempre se encontraban los cazadores riendo y bebiendo, la mitad de ellos moría de envidia contra Ikke por cazar a la hidra.

Cuando el tabernero entró a buscar un gran saco de especias, suficiente para condimentar algo tan grande como la hidra, alguien abrió la puerta de una patada.

Era el sujeto que Ik había ayudado a capturar en el cuartel del pueblo.

Llevaba las manos llenas de sangre, probablemente de la Guardia que debía acompañarlo hasta la capital.

-Estoy buscando al bastardo que estuvo hoy en el cuartel- dijo cruzando sus brazos.
-Quiero una pelea justa uno a uno... para así poder saborear cuando rompa sus huesos uno a uno.-

El silencio se volvió escalofriante mientras los cazadores del rincón se levantaban listos para destrozar a quien interrumpió su fiesta.

Pero se quedaron quietos, mejor dicho paralizados, cuando sin que ninguno se diera cuenta de que se movió. El tabernero estaba parado justo frente al sujeto.

-Escucha niño... aquí en mi taberna todos son bienvenidos a tomar un trago o comer algo... pero no voy a consentir... que vengas a amenazar a alguien... yo aceptaré ese reto... y rompere personalmente cada Hueso de tu cuerpo.- dijo para luego golpearlo en el pecho y mandarlo de una patada de viaje 45 metros a golpear contra un árbol.

El se levantó y se sacudió la ropa sonriendo.
-Eso no me ará nada... sólo eres un débil desperdicio de carne.-

Entre el montón de personas mirando la pelea estaba Ik quien miró con extrañeza al sujeto que se levantó.
Esto era imposible, esta misma mañana un golpe con menos de un cuarto de esa fuerza lo dejó inconciente, el golpe que acababa de residir debería haberlo matado en el acto.

-Ya no soy el mismo de antes... ahora soy... superior...- dijo con una mas que notable confianza y arrogancia.

-Interesante... - dijo el tabernero mirando con curiosidad al sujeto.
Una capa de energía Blanca empezó a cubrir tanto al tabernero como al sujeto que al ver esto se puso más serio.

Esta capa de energía no fue vista por casi ninguna persona del público, sólo el cazador Sor karec y otra persona pudieron ver esto.

-Niño... te daré una última oportunidad... si tu te vas de aquí ahora... puede que perdone tu vida.- dijo el tabernero.

-Jajaja...- rió él - no podrás tocarme siquiera.-

-Lástima... acabas de firmar tu sentencia.- luego de decir estas palabras comenzó a caminar lentamente hacia el criminal.

El tabernero sacó de su camisa un habano y lo encendió con sus dedos que desprendian una pequeña flama.

-Dime niño, ¿prefieres morir quemado o carbonizado?- le pregunto al sujeto que sin responder corrió hacia el tabernero quien recibió una patada en todo su gran estómago.

-Será quemado entonces...- dijo sin moverse un milímetro por el golpe.

El criminal se alejó rápidamente percibiendo peligro.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2016 ⏰

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