2. Is this real?

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Capítulo dos.

Is this real?

Ya habían pasado dos horas desde que habían llevado a aquella chica al quirófano, y yo estaba ahí, sentado, perdiendo horas de mi vida. ¿Todo por qué? Por querer ayudar a alguien.

—Tomlinson.—dijo la doctora, a penas salida de la sala de operaciones.—Creo que deberías ver ésto.—me dijo, señalando la sala.

—Vale.—le dije sin ganas. Me paré del diminuto asiento, y caminé hasta la sala, allí ví a la jóven que hace un par de horas había salvado, aún inconsciente, de espaldas, y pude ver que era lo que había causado aquella hemorragia. Miré a la doctora sin comprender, hasta que ella dijo:

—Una mordida. De un animal salvaje.—dió una leve pausa y respiró.—O alguien salvaje.—la mire aterrorizado. ¿Alguien salvaje?—Aún no hemos podido extraer el veneno de la mordida.—me dijo seria.

—Ella morirá, ¿verdad?—le dije intentando no pensar en ello. A pesar de no conocerla, de ni siquiera saber su nombre, no quería que ella muera.

—Sí somos cuidadosos no.—aclaró, y luego hizo una seña con su mano para que vuelva a la sala de espera. Yo caminé hasta la sala de espera, y me senté. Estaba cansado, lo suficiente como para poder dormir en es diminuto incómodo asiento. Poco a poco, mis párpados fueron cayendo...

—¡Tomlinson!—escuché a la médica Carmichael gritarme.—¿Ah, dormías? Lo siento.—se disculpó luego de tal griterio.

—Sí... Lo estaba.—le dije algo enfadado.—¿Qué ocurre?—acomodé mi pelo y masajeé levemente mi cara.

—Lo hemos logrado, la jóven sobrevivió a la operación. Y ya ha despertado, sabemos su nombre.—me informó la doctora.

—Me voy, entonces.—le dije a la médica.

—Ella dijo que quería ver quien la salvó.—me dijo, como si fuera una ordén.

—Ah, vale.—le dije bufando, y me señaló la habitación en la que la chica se encontraba.

Caminé por los largos pasillos del hospital, hasta llegar a la habitación 212, en la que la jóven de pelo marrón cobrizo, se encontraba. Al ver el número doscientos doce en una de las puertas, me paré, respiré, y toqué la puerta.

—Pase.—escuché decir.

Al entrar a aquella pequeña habitación, ví a la chica. Ví sus brillantes ojos marrones, que raramente también parecían color oliva.

—Así que... Tú arruinaste mi vida.—me dijo la chica seria, sin mover un pelo. Su tez era pálida, y las ojeras marcaban sus ojos.

—¿Perdona?—le dije algo ofendido.—Quizás la anestecia te afectó, o algo, pero te salve de una muerte por hemorragia, y ni siquiera sabía quien eras. Deberías sentirte suertuda, no suelo ayudar a gente.—le dije seco y frío. ¡Qué desagradecida!

—¡Ah!—exclama.—¿Pues sabes algo? ¡Yo nunca corrí por tu ayuda! ¡Me estaba salvando a mi misma de ésta condena!—grita furiosa.

—¿Qué? ¿De qué condena hablas?—le digo curioso, aunque enfadado por lo desgradecida que puede llegar a ser la gente.

—T-tú no sabes nada.—dijo tartamudeando un poco.

—No, no sé ni siquiera quién eres.—le dije, y me senté en la silla de la habitación. Ella bufó.

—Audrey Dwingen, ¿vale? Ya sabes todo lo que querías saber.—dijo aún más furiosa.—Ahora vete.—yo la miré sin comprender absolutamente nada.

—No me iré, Audrey. Tengo muchas preguntas, así que, acómodate.—le dije serio.—Primero, ¿cómo es eso que arruiné tu vida? Quiero decirte, que si yo no te hubiese visto en el medio de la autopista, casi inconsciente, estarías en un cajón. Diez metros por debajo del suelo.—le dije, y ella soltó una sonora carcajada. Se reía del hecho de que yo no supiese nada.

—No estoy de humores para ponerme a explicar cosas sobrenaturales, ¿sabes?—me dijo la jóven.

—¿Sobrenaturales?—le dije confundido.—¿Puedes simplemente explicar?—ya estaba harto de tantas vueltas.

—¿Te explico, y te irás?—me dijo Audrey. Yo asentí.—Mirá, sabes, supongo que soy la única sobreviviente del ataque en los bosques. Yo sé perfectamente, quien fue. Y yo debería haber muerto.—me dijo seria.

—¿Y qué tiene que ver esto con todo lo sobrenatural, Audrey?—le pregunté, ya impaciente.

—¿No entiendes? ¡Fue un hombre lobo!—gritó exasperada.—¡Y yo sobreviví a su ataque!—parecía completamente fuera de sí.

¿Quieres decír que eres... un hombre lobo o algo así ahora?—pregunté, algo atemorizado, pero logré no demostrarlo.

—No lo sé. Si los doctores lograron extraer todo el veneno de hombre lobo, sí. Pero sino, está en mi sangre. Sólo debo esperar a la luna llena.—dijo. Parecía realmente asustada. Asustada de sí misma.

Save me from the darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora