Capítulo cuatro.
La curiosidad mató al gato.
Bajé del auto rápidamente y corrí hasta la casa de Audrey. Chequeé el piso de abajo y no había nadie, subí las escaleras rápidamente algo asustado de lo que me podía llegar a encontrar.
Ella estaba en el piso sollozando y cuando me vió queriendo entrar a la puerta, le dió una patada latigandola.
-Disculpa por intentar ayudar.-me quejé sárcastico.-¿Qué pasó, y por qué gritaste así?-le pregunté.
-No te interesa.-respondió ella del otro lado de la puerta y aún podía escuchar sus lágrimas golpeando contra el duro suelo de madera.
-Eso es verdad.-le dije yo.-Pero algo debió de pasar para que grites de esa manera. Tienes suerte de vivir aquí aislada y no en un vecindario....-agregué.
-Estúpido.-dijo ella. Las lágrimas seguían cayendo, pero no en tanta cantidad como hace unos segundos.
-¿Me dejarás pasar o no?-le pregunté ya impaciente.
-Ugh.-dijo ella abriendo la puerta. Yo estaba apoyada en ella y caí de redondo en el piso de madera encerado de su habitación.
-Podrías haber avisado.-sugerí yo algo enfadado.-¿Qué te pasa?-le pregunté curioso, ya incorporado.
-Él ha estado aquí.-dijo ella seca, con miedo.
-Podrías ser más explícita, sólo digo...-dije yo, seguía sin entender un corno de lo que estaba sucediendo.
-Si te digo algo, te pondría en riesgo.-dijo ella sin inmutarse. Estaba tirada en el piso, mirando su cuarto.-Necesito tiempo.-me dijo.
-"Dame tiempo y te daré una revolución."-cité yo.
-Alexander McQueen. Claro, las circunstancias son distintas. Él hablaba de moda y yo hablo de un hombre-lobo que quiere matarme.-aclaró ella.
-¿Así que un hombre lobo quiere matarte, eh?-dije yo. Ya sabía de lo que se escapaba.
-Mierda, no puedo mantener mi bocota cerrada.-se quejó de si misma. Le dediqué una pequeña sonrisa y ella hizo una mueca, que parecía ser una sonrisa.
-¿Cómo sabes qué "él" estuvo aquí?-pregunté yo.-Podríamos ponerle un nombre, no sé... ¿El matón lobo? ¿El canino feroz? ¿El malote con dientes grandes?-sugerí yo bromeando. Ella río y por fín pude ver su sonrisa.
-No. El tiene un nombre.-me dijo parando de reír.-Pero eso no importa ahora.-agregó. Yo la miré con cara de pocos amigos y ella suspiró.-¿En serio necesitas saber el nombre? ¿Para qué?-me preguntó.
-Curiosidad.-le respondí.
-La curiosidad mató al gato.-ella me dijo.
-Pero el gato murió sabiendo.
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Save me from the darkness.
FanfictionLouis Tomlinson, de veintidós años se encontraba volviendo de la zona céntrica. Hasta que una figura extraña, camina hacía su auto. Era una chica, y estaba prácticamente moribunda, con una herida de un animal salvaje en su espalda, la jóven logra de...