Capítulo III. Un hada atrapada

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Frío, me desperté por el frío de la noche colándose a mi cuarto por algún lugar de la casa, abrí los ojos agotada encontrándome con un par de ojos del púrpura más oscuro que he visto en mi vida, acompañados con esas motas plateadas que me miraban con pena y algo de culpabilidad al mismo tiempo. La mire pasearse por mi cuarto, mire la hora en el reloj en la pared 22:15 y luego sentarse en la punta de mi cama, me hizo una señal de silencio y asentí, miré alrededor y me encontré con Timoteo en la puerta viendo al infinito, no, me está viendo a mí, eso creo.

- ¿Qué haces aquí? – pregunté viéndolo y él dio una mirada a la mujer antes de voltearse y pasarle seguro a la puerta, en seguida me tensé.

- Tranquila, no te haré nada Angela – dijo él muy relajado la verdad, miré de nuevo hacia donde estaba la mujer – Estoy aquí porque noté a Fantasía en tu cuadro y si tú también la notaste entonces debes ser especial Angela – dijo acercándose a mí, en seguida mi respiración comenzó a agitarse por su repentina cercanía, respiré profundo y me calme viendo a la mujer.

"Mi nombre es Fantasía, Angela" su voz resonó en mi mente, la miré sin entender a qué se refería con especial.

- ¿Especial? ¿Yo? – dije viéndolos a ambos – Soy solamente un ángel en entrenamiento sin alas – dije resignada, eso ya lo había aceptado hace un tiempo ya, sólo puedo esperar que mis alas aparezcan, tengo entendido y sé que eso no puede ser forzado, deben nacer cuando sea el momento y lugar apropiado para ellas.

- Sí, especial como yo, como Abigail, como... no lo sé – dijo él y en seguida frente a nosotros estaba una muy cabreada Abi fulminando con la mirada a Timoteo, sus ojos cambiaban de verdes a negros, de negros a azules y luego se tornaban de nuevo verdes, su cara estaba enrojecida de, supongo yo, la furia que debe estar sintiendo y sus brazos en jarras molesta.

- ¿Puedo preguntar por qué rayos cierras la puerta con seguro? Papá puede preocuparse – dijo ella susurrando molesta una vez que sus ojos volvieron a ser como en un principio, es decir, azules, ya no llevaba los lentes, y que para qué, los ángeles somos seres divinos, es decir, no tenemos ninguna imperfección física, debo suponer que es parte de su fachada, esa debe ser su forma de ser invisible en la escuela.

- Lo siento – movió las manos y el cerrojo se quitó.

- Angela... - empezó ella y levante una mano viendo a Fantasía, ya sé dónde he leído de ella, en los libros antiguos de la biblioteca del cielo.

- Te llamas igual que la Diosa Fantasía, ¿Eres ella verdad? – pregunte, aunque por mi tono sonó más a una afirmación, ella se limitó a mover la cabeza afirmativamente y yo suspiré, luego señale mi puerta sintiéndome algo agobiada – Fuera, ahora... ahora no quiero pensar, yo... solamente váyanse – respondí y ellos me vieron con pena y luego a Fantasía, ella asintió desapareciendo y ellos salieron con la cabeza gacha, esto es demasiado para tragar de una sola, me tumbé en la cama y miré al techo, pude notar también las luciérnagas rondar sobre las aguas tranquilas del estanque y las estrellas brillar en el cuadro del cielo nocturno, quise levantarme para ir a disfrutar de las nubes en ese cuadro, perderme en el cielo, ver la luna desde el firmamento, o quizás podía ir a leer un rato en la biblioteca, allí no me molestarían, o darme un chapuzón en el estanque para ver si todo es un sueño más, pero, mi mente está demasiado agotada como para recitar los hechizos que mi boca pronunciará, además no creo que sea buena idea estar haciendo magia van dos veces seguidas que me desmayo por un supuesto colapso mágico, volví a tumbarme y me trate de concentrar en los grillos que se escuchaban desde mi alcoba y que, debo suponer, están en el bosque que rodea mi nuevo hogar.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2017 ⏰

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Ángeles Protectores: El Collar Fantasía (Saga AP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora