POV. MÍA.Todo era nuevo para mi, no entendía como en a penas unos meses mi vida había cambiado de manera tan radical. Después de la muerte de mi madre, le cedieron mi custodia a mi tía Sarah, hermana de mi madre, yo siempre había vivido en Europa y todavía no conocía a penas Estados Unidos y mucho menos Portland. Era una ciudad, de Oregón, no era Nueva York obviamente pero me gustaba hacía frío y no era muy grande pero tampoco era extremadamente pequeño por lo que había podido ver de momento y el 80% de los días llovía. El instituto no estaba mal, mejor que el anterior al que iba en Inglaterra si que era, era enorme para estar en una ciudad como Portland. La gente iba a sus asuntos y eso me gustaba y lo que más me llamaba la atención. Dónde yo vivía antes era todo lo contrario, todos estaban pendientes de tus movimientos, de lo que hacías o dejabas de hacer, decías y lo que no con tal de tener una razón coherente para criticarte sin embargo aquí la mayoría ni te mira. Mis dos primeros días habían estado bien, me sentía fuera de lugar supongo que es lo normal cuando te mudas al otro lado del charco y en vez de vivir en una de las capitales más ricas del mundo vives en una pequeña ciudad. Por lo menos había hecho una amiga o eso creo, se llamaba Lexa, era preciosa de pies a cabeza. Tenía una larga melena de color castaño que le llegaba a la altura de las caderas, ondulada y que se movía hacia los lados siempre que caminaba, unos ojos que parecían no ser de este mundo, grandes, eran verdes y un color azul turquesa se concentraban en la pupila, que podría pasarme mirando toda la vida, unas pestañas oscuras y largas y una sonrisa, la sonrisa era lo que más me gustaba de ella, unos labios rosados y gruesos y esos hoyuelos, y sus mejillas coloradas. Me enseñó la ciudad, hasta sus rincones secretos, esos rincones dónde solo iba ella para pensar, que ni siquiera Justin sabían de su existencia y sin embargo yo...sí. El que más me gustó sin lugar a dudas fue un acantilado que está a 10 minutos aproximadamente de la ciudad, había un banco viejo, tenía tres tablones de asiento y de respaldo, debía de estar abandonado o más bien, se habían olvidado de que existía.
POV. LEXA.
Las cosas entre Justin y yo estaban estables, dentro de lo que cabía claro. El primer fin de semana después de empezar las clases otra vez estuve con Mía, Justin viajó hasta California para ver a unos familiares, le enseñé Portland, todos y cada uno de sus misteriosos rincones, algunos de ellos eran míos, bueno secretos, los cuales solo yo sabía de su paradero. Se los enseñé, fue raro, porque a nadie se los había enseñado pero al estar con ella sentí la necesidad de enseñárselos y que viese la verdadera esencia de la ciudad. Cenamos en un restaurante y poco después la dejé en su casa, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con nadie. Nos quedamos hablando hasta tarde sobre nuestros escritores favoritos, cantantes y bandas.
Pasaba el tiempo y cada vez estábamos más unidas, empecé a pensar que al fin tenía una amiga aunque era todavía muy pronto. Ese fin de semana tocaba puente, eso significada que dos días más sin clase así que invité a Justin a dormir y luego a Mía para ir de excursión juntas. Era Viernes, las 8 de la mañana aproximadamente, me puse unas medias de color negro, una falda negra que me quedaba a la altura de las pantorrillas o puede que un poco más arriba, un top blanco con un poco de escote que dejaba a la vista el ombligo y para quitar el frío una camisa de cuadros verdes y azules que alternaban tamaños que estaban remarcados por unas finas rayas de color blanco, unas botas de charol de color negro también y por último una gargantilla que me puse alrededor del cuello. Desayuné un tazón de café, cogí la mochila y me fui hacia el instituto. De camino me encontré a Mía no sabía que vivía a dos manzanas de mi casa, nos dimos un abrazo y seguimos avanzando. Al llegar me encontré a Justin apoyado en una de las columnas del instituto.
Le di un beso.
— Pensé que no llegábamos.
— Hola a ti también Mía. – reprochó Justin.
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Afortunadamente confundida.
RomanceDicen que incluso perdiendo puedes salir ganando. Lexa, una adolescente a punto de graduarse y cumplir la mayoría de edad, con un futuro prometedor, en el momento menos esperado alguien aparece y viene con ganas de romper todos sus esquemas y poner...