primera vista

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Era una mañana tan cálida e incomoda a la vez, en la que quisiera seguir dormida sin problemas, ni perturbaciones.

-¡Evangelina! -Escucho ese grito tan dulce pero perturbador.

-¿Qué pasa madre? -Digo desde el cuarto.

-Sal hija, están llamando.

Salgo y me encuentro con un joven que aparenta unos 14 o 15 años, tal vez. Está recostado en el portón y mira hacia los lados como si tuviera un poco de prisa.

-¿Quieres algo? -Pregunto.

Se tensa completamente, mi pregunta lo ha tomado desprevenido. Lo observo por unos segundos, se mantiene inmóvil, aferrado al viejo portón con la mirada perdida hacia algún punto, que no podría saber cuál es.

Espero unos segundos, tomo una gran bocanada de aire que recorre mis pulmones con gran agilidad y de nuevo me armo de valor, y vuelvo a preguntarle.

-Oye, te pregunte algo ¿qué quieres? -Digo fuerte para captar su atención.

Él parpadea varias veces y finalmente responde.

-¡Ah! Que si tenían unos sobres, que bueno...mmm dejaron aquí -responde con cierto nerviosismo mientras juguetea con sus dedos.

-Claro, ¿era eso? Ya te los busco, un momento.

Doy media vuelta y entro a la casa. Tomo de una pequeña mesa unos sobres color amarillo con una pequeña nota encima, va dirigida hacia un tal George, con una caligrafía perfecta.Debe ser importante, pero no entiendo porque lo vino a buscar este chico, nunca lo había visto por aquí; su cara no se me hace familiar.

Me dedico a visualizar unos segundos la perfecta caligrafía ¿será de mi padre? No, no es su letra.Dejo mis pensamientos a un lado y en cuestión de segundos vuelvo y se lo entrego.

-Muchas gracias -dice y se despide sacudiendo la mano.

-A la orden chico -digo y le dedico una sonrisa amable mientras lo veo alejarse.

-¿De dónde será él? -Me pregunto en voz baja mientras vuelvo a la casa.

-¿Qué quería el chico Eva? -Pregunta mi madre.

Se encuentra en la cocina, pero por lo que veo está muy pendiente de mis movimientos.

-Los sobres que habían dejado aquí, madre -digo fastidiada.

Subo a mi habitación, tomo el control de la tv y la enciendo.

-¡Sí, mi programa favorito! -Digo mientras me siento.

Mi concentración se pierde con gran rapidez en aquella pantalla llamada televisión.

Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora