Estoy llegando tarde y lo sé. Ya es costumbre.
Por suerte mis amigos tampoco son puntuales y supongo que me perdonarán la demora de diez minutos... Tal vez veinte.
En fin, tomo mi chaqueta junto con llaves y dinero y me encamino a nuestra heladería favorita.
Al llegar veo a Dylan, Chloe y Jack en nuestra banca. Miro detenidamente y puedo notar que falta Ann, nada raro.
Agito mi mano en dirección a los chicos y puedo ver como Dylan corre a mi.
Hace algunos días me sentiría incómoda ya que hace unas semanas me confesó su "flechazo" hacia mi.
Dylan no era un chico feo, todo lo contrario. Era guapo, educado y con un físico por el que cualquier chica babearía, sus ojos son de un celeste casi tan fuerte como el mar y su pelo negro como la oscuridad te incita a revolverlo.
Sin embargo, no me atraía en lo más mínimo y eso es algo que le aclaré en un principio para que momentos como este no se vuelvan incómodos.
-Hola Claire! Has tardado más de lo normal. ¿Todo bien?
-Sí, lo siento, no encontraba mi móvil -Digo para calmarlo.
Nuestra breve charla se ve interrumpida por el abrazo de Chloe.
Ella era la hermana de Dylan y mi mejor amiga. Segunda razón por la que no podría tener nada con el.
Al contrario de Dylan, ella llevaba el pelo rubio como su madre y los ojos de su padre.
Jack era el más bromista y diferente a todos nosotros, con su hermosa cabellera roja como el fuego y unos ojos miel que hipnotizaban a cualquiera.
Él era mi verdadero crush y todo se debía a que cuando eramos niños y nos juntábamos a jugar en el parque, el me salvaba de los bravucones que me molestaban. Supongo que lo había catalogado como mi caballero personal.
Lo malo de todo esto era que el tenía una relación con Ann, mi otra mejor amiga.
No es que la odie porque sinceramente yo nunca mencioné cuánto me gustaba. Tampco la culpo por salir con alguien como el. Digo, yo si tuviera la oportunidad lo haría.
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Luego de diez minutos Ann llegó y juntos decidimos ir al shopping.
Una vez allí nos dividimos. Las chicas iríamos a ver vestidos y los chicos vaya uno a saber.
Entramos en una tienda de vestidos y empezamos a elegir cuál nos pondríamos. Sinceramente yo no uso vestidos y no creo que me queden bien, pero ellas son mis amigas y supongo que probarme alguno no me hará nada malo.
Tomé un vestido negro con pedrería en la parte superior y una falda simple. Me observé en el espejo por milésima vez y decidí llevarlo ya que no me quedaba tan mal como esperaba. Cuando estaba colocándome mi camiseta la luz se cortó y sólo ahí pude escuchar gente gritando. Siguiendo mis instintos suicidas salí del probador a ver qué sucedía. A medida que avanzaba sentía una mirada en el medio de mi nuca, cada paso que daba podía sentir los pelos de mi nuca erizandose gracias a quien sea que me esté viendo.
Finalmente decido voltear y al hacerlo no veo, por lo que continúo mi caminata a la salida.
En el momento que tomo el pomo de la puerta escucho un sonido detrás de mí y una respiración en mi cuello. Antes de que pueda voltearme siento un pañuelo en la boca que me dificulta la respiración. Me niego a respirar pero después de unos minutos cedo y al hacerlo siento como caigo en un sueño del que me costará despertar.
