Me desperté después de no se cuánto tiempo tirada en esa misma habitación con sangre seca al rededor, la luz de la luna entraba por una pequeña ventana suficientemente pequeña para que no pueda escapar y el lugar se encontraba sumido en un silencio total a excepción del sonido de los pájaros de noche.
Bajé la mirada e inspeccioné mi cuerpo, mis rodillas tenían grandes moretones violetas al igual que en mis codos. Mi cabeza dolía a tal punto que no llegaba a ser soportable.
Intenté levantarme pero un fuerte dolor me lo impidió; con cuidado levante la tela rasgada de mi camiseta y la imagen que me encontré no era del todo agradable. Mis costillas se encontraban destruidas y la piel a su al rededor ardía como los mil demonios. Estaba devastada.
En medio de mis lamentos pude ver el resplandor de algo al fondo de la habitación, tan insignificante que se confundía con la luz que entraba por la ventana. Me acerqué y pude comprobar que era una hebilla de pelo de esas que usaba yo.No sé cómo pasó pero mi mente tuvo un momento de lucidez y pensé que tal vez y solo tal vez podría lograr abrir la puerta con ella, como en las películas.
A gatas me acerque a la puerta y con mucha paciencia manipulé la hebilla para que pueda entrar por el agujero de la puerta. Claro está que esto no es una película y la hebilla manipulada y todo era muy pequeña para la cerradura, incluso poniendo mi uña sobraba espacio.Agotada y fastidiada golpeé la puerta reiteradas veces hasta que escuché el sonido de algo metálico caer. Con esfuerzo y algunas lágrimas de dolor me pude tender en el piso y mirar por debajo de la puerta.
Era la llave, mi salvación. Pude sentir como los pájaros cantaban y la luz iluminaba mi rostro.
Pensar que la libertad estaba tan cerca era casi incomprensible, solo bastaban unos golpecitos furiosos para que la libertad caiga del cielo.Estiré mi mano y mis dedos hasta tal punto que me dolían pero aún así no pude alcanzar la llave, sabía que no sería fácil. Sentí lágrimas de impotencia recorrer mis pómulos hasta terminar en mis labios. No. No me rendiría tan fácil, esto no puede ser el final.
Rasgué un pedazo de mi camiseta y lo enrollé a presión para luego unirlo con la hebilla; lo deslicé por debajo de la puerta y luego de unos diez intentos fallidos pude enganchar la llave con la hebilla, con más cuidado del necesario deslicé la llave devuelta a mi.
Tenerla entre mis dedos era como sostener una hamburguesa en estos momentos.
Sin importar el dolor me levanté y giré la llave. Empujé la puerta con suma lentitud para asegurarme que no haría ningún ruido y luego asomé mi cabeza para asegurarme que todo era seguro y así fue.
Traté de correr pero obviamente casi caigo al intentarlo así que solo me tranquilice y llegué cojeando a una puerta con algunos agujeros en ella. Estaba segura de que esa era la salida ya que podía escuchar el canto de aquellos pájaros que me acompañaban en la noche.
Nuevamente me plantee la idea de que esto era demasiado fácil, pero al mirar a mi al rededor no pude ver las tan familiares puertas que veía al despertar por lo que supuse que ésta era una habitación separada de las otras. No había tiempo de buscar a los chicos, era hora de salir y salvarlos. Con una última mirada hacia atrás empujé la puerta y salí.No puedo decir que me sentí culpable al salir porque no es así, la brisa que pegaba en mi rostro era tan suave y natural que sentía que estaba respirando el aire más puro; Mis pies, en el aparentemente pasto, sentían cosquillas y curiosidad de recorrer todo un camino a pie; Mis dolores se habían extinguido como por arte de magia y una carcajada brotó inconscientemente de mis labios. Tuve que taparme la boca por miedo que alguien escuchara.
Sin esperar más corrí y corrí hasta llegar a una carretera vacía. No me importaba. Caminaría lo que fuese necesario para llegar a algún lugar poblado.
Luego de lo que parecieron horas pude visualizar un pueblito bastante familiar a unos cien metros. Corrí hasta llegar pero me dí cuenta que seguía todo vacío. Supongo que a estas horas no hay nadie despierto.
Iba corriendo, trotando y dando pequeños saltitos por las calles de lo que al final era mi pueblo, hasta que la página de un diario golpeó mi cara. Era tan cómico que el simple tacto de una hoja contra mi cara me causara tanta felicidad y libertad de saber lo que pasaba. Curiosa decidí ojear el diario y ver que decía la gente o si se hablaba de todos esos desaparecidos, pero lo que ví me dejó congelada. No puede ser. Debe ser un error o una broma de mal gusto. No no y no. Me niego. Lágrimas de impotencia y confusión caían de mis ojos al leer la nota en primera plana.
"Se ha cumplido un año desde el rescate de los adolescentes en la casa del loco Robert, la noticia siempre impacta y el golpe es duro. Nuevamente recordamos a aquellos héroes chicos que lograron escapar y dar la ubicación de la casa donde se encontraban los demás chicos. Hoy les volvemos a agradecer a esos que sin importan las consecuencias de sus actos, salvaron vidas y tomaron valentía. Sin embargo hoy también nos toca recordar aquellos niños que igual de valientes y luchadores no pudieron lograr lo que otros sí, vivir.
Les decimos adiós a esos que fueron héroes hasta su última energía, esos seres que darían lo que fuera por estar hoy aquí, festejando.
También le damos un pequeño y último saludo a una persona que según los chicos que ocupaban la casa murió a causa de traumas grandes y no a falta de alimentación o enfermedades.El día del recate se ha podido salvar a todo adolescente que se encontraba en la casa, lamentablemente se ha encontrado un cuerpo sin vida dentro de una de las habitaciones. Se ha identificado a la víctima como Claire Adams. Los médicos aseguran que la causa de su muerte no es certera ya que se la ha encontrado con un peso terminal y golpes en la cabeza, cara, costillas y cuerpo."
Esto no podía estar pasando ¿Por qué mi nombre figuraba como víctima? Era imposible.
Luego de un rato releyendo la nota la verdad me cayó como un balde de agua fría, todo sentimiento de felicidad y libertad se estaba cayendo a pedazos junto con mi cuerpo, juré escuchar mi corazón romperse en miles de pedazos.
Tirada en la calle, destrozada y llorando a mares, sollozando y aceptando la realidad. No podía vivir en una mentira, tenía que despertar de este sueño de fantasía, de esta pesadilla.