Extra #1... Yoonmin...

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>>El día había sido demasiado cansado. Parecía ser que el entrenador estaba en su contra, pues con  cualquier jugada que hiciera gritaba que todo estaba mal. "Park Jimin, estás mal"

Se le obligó a correr alrededor de la cancha más de diez veces por retar al entrenador y a guardar todo el equipo de materiales de nuevo en su lugar. 

—No te preocupes, Taehyung. Puedes irte... —sonrió a su amigo para que éste se sintiera tranquilo. 

—¿Estás seguro? —cuestionó él, pues estaba bastante agotado también y quería dormirse incluso en los palcos de la cancha. 

—Bastante seguro —asintió con confianza—. No has dormido bien últimamente. Es mejor que vayas a casa antes de que anochezca. Ya casi termino. Llama a Hoseok para que venga por ti... —se encogió de hombros levantando los balones para colocarlos en el lugar donde los guardaban. 

—Quizá tengo problemas con J-Hope —suspiró al estirarse y acostarse en los asientos, intentando darle poca importancia a sus palabras, aunque su tono no fue precisamente el adecuado—. Creo que iré a casa solo por algunos días.

— ¡¿En serio?! ¿Todo está bien? ¿Pelearon? ¿Te hizo algo? 

—Oh, no, no... nada grave. Sólo que no entiendo algunas cosas —hizo una pequeña sonrisa cuadrada para mantener calmado al adverso, aunque era obvio que la fingía. 

— ¿Quieres desahogarte? —le miró con atención y curiosidad. 

—Por ahora no, Jimin —volvió a sentarse para tomar su mochila, colgársela y levantarse—. Hablaré con él y te diré si algo sucede ¿vale? —bajó por los palcos como si de escalones se tratara. Era un chico extraño pero adorable—. Tengo sueño... así que me voy primero. Te veo mañana. 

—Claro —se despidieron como normalmente solían hacerlo y el más alto se fue del recinto. 

[***] 

Muriendo. Estaba muriendo de cansancio y lo único que quería era llegar a casa... 

Genial. Nada podía mejorar el día, más que las tontas gotas de lluvia que comenzaban a caer por la ciudad. Bastante molestas. Tuvo que ponerse la capucha de la sudadera para que no le mojaran mucho más el rostro. 

Suspiró cuando se recargó en la pared bajo el toldo de una tienda. Debía esperar a que el indicador marcara a verde y le dejara atravesar la avenida. 

Suspiró. Tenía que hacer muchas cosas más cuando llegara a casa.

Y la mano de alguien sobre su muñeca, le jaló hacia un callejón asustándolo por completo. Pero unos labios sobre los suyos, le prohibieron gritar y al mismo tiempo darse cuenta de quién se trataba...

 Jamás en la vida había probado algo similar, ahora podía afirmarlo. Jamás en la vida había extrañado algo demasiado, hasta que probó aquellos cerezos en primer momento. 

El chico sonrió sobre su boca, cuando sin pensarlo ya le había correspondido y le había rodeado el cuello con aquellos suaves brazos, con una posesividad tan característica que le decía que no lo dejaría irse ahora. El adverso, le abrazó por la cintura, feliz de haberlo encontrado otra vez. 

— ¡Diablos, deseaba tanto sentir ésto de nuevo! —exclamó el chico de piel blanca sobre sus pares, despertando a Jimin de su ensimismamiento. 

— ¡Maldición! —volvió a sus sentidos, intentando a toda costa librarse de aquellos brazos sobre su cadera— ¡Suéltame! —exigió, pero el chico de cabellos menta hizo caso omiso y lo tomó más fuerte— ¡Déjame ahora! 

¿Cómo era posible que él con sus músculos no pudiera librarse de un chico con brazos más delgados? 

—Jimin —dijo pero el otro estaba tan obstinado a liberarse, retorciéndose como un gusano—. Jimin... Jimin —el menor no le hacía caso— ¡Jimin! ¡Basta! —aseveró deteniendo al otro de inmediato. 

Jimin le observó por varios segundos, como un niño regañado sin saber realmente qué decir. Y el sentirse así de manipulado por aquel chico le hizo molestarse. 

— ¡¿Dónde diablos estuviste?! ¡¿Por qué no volviste antes?! ¡¿Acaso sólo apareces con la lluvia?! —reclamó totalmente molesto.

Había guardado esas mismas palabras por tanto tiempo y se felicitó por ser lo suficientemente valiente para gritarlas una vez que lo tuvo de nuevo de frente. También quería ahorcarlo, sería sencillo con las manos alrededor de su cuello. 

El chico blanquecino siseó para silenciarlo, acercando su nariz a la impropia. 

—Tranquilo... estoy aquí ahora. 

¿Cómo si eso no fuera evidente? No obstante, sus labios de nuevo sobre los suyos le silenciaron, tal vez ahora por completo.

—Debería odiarte por eso... —susurró disfrutando de tan suaves movimientos, aferrándose ahora a la sudadera del impropio, pues lo había dejado mucho tiempos solo y abandonado—. Quizá debería ser quien tome el mando ahora y desaparecer por mucho tiempo... —el chico más pálido rió, con un poco de burla e ironía en su tono. 

—Quisiera ver que lo intentaras alguna vez... —le mordió el labio con suavidad haciendo que Jimin jadeara suavemente. El reto que aquellas palabras representaban lo provocó más. 

Ojalá nunca dejara de llover. 

A Rainy Night -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora