2.- No quiero estar sola

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Pasé una noche horrible, escuché gritar a mis padres, quienes nunca peleaban, ahora se enfrentaban como dos extraños.

Hasta oi la palabra "divorcio", entre medio.

¿Cómo todo había llegado a este límite?

Ellos se amaban, o al menos eso creía yo.

Ya no quería ir más a la escuela, no quería enfrentar a nadie, pero a las 7 de la mañana mi madre, algo distinta a la dulce señora que yo conocía, me sacó a tirones de la cama.

- ¿Hasta que hora piensas dormir? -dijo, enojadísima.

- Ya me iba a levantar -murmuré, algo extrañada por su reacción.

- Entonces apúrate. No hay desayuno. El idiota de tu padre no me dejo dinero para comprar pan.

- ¿"El idiota"? -repetí, sin creer realmente que estaba oyendo.

- Sí, el idiota. Eso es, un inútil, un idiota. Estamos en la banca rota por su culpa. ¿Sabías que se gasta lo que gana en alcohol? Ayer lo pillé. Imbécil, rata asquerosa, animal inmundo, no ve que estamos muriendo de hambre aquí... -decía mi madre, como si hablase consigo misma y yo fuera un ente invisible.

La desconocía. ¿Quién era esta impostora? Mi madre no era así, era una mujer buena y dulce, delicada, no decía groserías.

Agarré mi mochila y me fuí sin que ella se diese cuenta.

Algo muy extraño estaba pasando. Caminé hacia la parada de micro, cuando una llamada interrumpió mis pasos. Mi celular sonaba y era de la casa de Yordana.

- ¿Aló? ¿Yordy? - dije, emocionada- No puedo creer que me estés llamando, ¡Estoy feliz de oirte!

- Hola Vale... -dijo una voz triste del otro lado del teléfono- Necesito decirte algo muy importante... perdón que te llame tan temprano...

- ¿Qué ocurre? -dije, mientras se borraba la sonrisa de mi rostro.

- Nos mandamos una grande... una cagada muy grande... Ese día prometimos que estaríamos juntas hasta el final... ¿Lo recuerdas? Yo sólo confío en ti. No puedo contarle a nadie más esto...

- ¿De qué hablas?

Mi amiga sonaba extraña, alterada, nerviosa.

- ¿Te acuerdas... de ese día cuando estuvimos en el sótano del colegio nos pusimos a jugar...?

- Pues... sí...

- La cagamos -dijo llorando- la cagamos medio a medio. Ahora ya no hay vuelta atrás. Viene por mí... Todos los que nos rodean, dejan de ser quienes son...

- No entiendo de que hablas -insistí, asustada- Por favor, explícame.

Justo la llamada se cortó y fue imposible comunicarse nuevamente.

Tomé el bus, mientras miles de ideas revolvían mi mente.

El viaje se hizo larguísimo y ya no tuve tiempo para tratar de llamar a Yordy.

Apenas llegué al colegio, me incrusté de manera literal, en el asiento.

- Valentina Eyzaguirre -dijo justo la profesora- ¿Podrías pasar a desarrollar el ejercicio de la pizarra?

La verdad es que no tenía animos de nada. Me paré con desgano, sabiendo que la muchacha horrenda esa me estaba observando desde su rincón.

- Podrían pedirle a Bárbara que lo hiciera... -murmuré, cuando pasé por el lado de Carmen, quien hizo un ademán de no entender que rayos pasaba.

Bárbara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora