4.- El Diario de Vida

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Cuando hable con Sor Pury, como le solíamos decir, su trato fue frío y al borde de lo indiferente.

De partida no quería atenderme y tuve que insistirle que no venía a reclamar porque me habían expulsado del colegio, si no que quería saber de algo que había pasado hace años atrás.

La monja, que ya bordeaba los setenta años, me miraba por el rabillo del ojo mientras corregía pruebas de lenguaje.

- Hablame rapidito, porque no me sobra el tiempo -dijo, fríamente.

- ¿Usted tuvo una alumna o novicia acá, llamada Bárbara?

De golpe, interrumpió lo que estaba haciendo y me miró fijamente.

- ¿Por qué preguntas eso?

- Es importante.

- Sí, si la tuve. Fue hace más de cuarenta años. ¿Por qué quieres saber eso? -insistió.

- Porque quizás ella conoció a mi papá... Él estuvo acá visitando a las novicias, según tengo entendido, por unas misiones evangelizadoras... -dije, tratando de no sonar extraña- Vi su historia en internet y estoy investigando acerca de los suicidios en jóvenes de mi edad para una tarea del colegio...

- Entonces debiste preguntárselo a tu padre y no a mi, ¿no crees? -dijo, acomodándose los anteojos.

- Mi papá ha estado algo ocupado con el velorio de mi madre -dije cabizbaja.

- Oh, cuanto lo siento, no sabía que ella había fallecido.

- Sí, así fue..

Recordar a mi mamá me causaba una puntada en el pecho. ¿La habrían sepultado?

- Mira, ahora tengo que volver a clases -dijo, levantadose y acomodando el libro de clases bajo su brazo- Bárbara fue una novicia de este colegio, tenía tu edad cuando falleció. No entiendo por qué me preguntas por ella, quizás debas quedarte sólo con lo que aparece en internet, además después de tantos años de seguro que ya nadie la recuerda ni le interesa.

- A mi sí... -insistí con el tema- A mi si me interesa. ¿Se mató en el sótano, verdad? ¿Se mató por que estaba embarazada?

La monja me miró con cara de espanto.

- Creo que eso no es de tu interés -dijo, saliendo por la puerta, pero sacando valentía de quien sabe donde, la agarré por un brazo.

- No hemos terminado -le dije- Usted la expulsó porque estaba embarazada. Y una monja embarazada es un pecado para su iglesia. ¿No es cierto? Y como ella no pudo soportarlo, se mató. Y se mató en el sótano de este colegio.

Sor Pury, forcejeó hasta que le solté el brazo.

- ¿Quién te crees?

- No me creo nadie. No soy nadie. Usted también me expulsó a mí. Igual que como hizo con ella. Por el sólo hecho, que mi familia ahora es pobre. Si hubiese seguido con la buena situación que tenía antes, yo seguiría siendo su alumna. Al igual que la Yordy.

La monja me pegó una mirada horripilante. Se acomodó sus hábitos y caminó rápido hacia la sala en donde iba a dictar la clase, dejándome atrás.

Rápidamente, en vez de irme del colegio, aprovechando que todas las alumnas estaban entrando a la sala, bajé por las escaleras hasta entrar al sótano. Mi misión era recuperar la famosa tablilla Ouija. Había leído que debía cerrar el llamado para que el espíritu se fuese, así que sin dudarlo más, agarré mi mochila y la escondí entre el block de dibujo y los cuadernos.

Bárbara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora