3.- Seminaristas de cartón

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- Tu mamá... tuvo un accidente. Cruzó la calle en un lugar no adecuado...

Las palabras de mi papá parecían balbuceos infantiles. Lo veía tratar de hilar una idea, sin mucho éxito.

- Bueno, ella.... sólo quiero decirte... que... a tu mamá...

Palabras, más palabras. Algo ya me advertía en que terminaría todo, así que mis ojos empezaron a cubrirse de lágrimas al igual que los de mi padre.

- Está muerta -dije, de súbito- Mi mamá está muerta.

- Sí hija, lo siento tanto -finalizó mi papá, dándome un enorme abrazo -El vehículo no la vió cruzar. Fue imposible frenar...

Yo lloraba. Sólo lloraba. Mis piernas flaqueaban y caí al piso, azotando mi cabeza contra el escritorio que estaba detrás mío.

Todo se fue a negro.

Desperté en una cama de hospital,  conectada a un suero, completamente perdida.

Cerré los ojos y visualicé la escena acontecida hace varios meses atrás.

Yordy y yo estabamos escapando de clases, la verdad es que la maestra no había venido asi que la clase de "relleno", de seguro era pintar las vacaciones, y entre hacer eso y jugar a la Ouija, era más divertido lo último.

Me agarró de un brazo y me llevó corriendo por las escaleras, antes que nos viera la Sor Purísima.

- Corre, weona -decía Yordy, ahogada en risa, con el tablero en la mano.

- ¿De donde sacaste esta wea? -le dije, mordiéndome los labios para no estallar en una carcajada.

- ¿Te acuerdas de la tienda esa de cosas esotéricas que está cerca de mi casa? -dijo, susurrando, mientras se le escapaba una risita- Me la robé. Cuando fui a comprar velas, la saque y la metí en el bolso y la vieja ni cuenta se dió.

- Weona loca -dije, apretandole el brazo.

- Ya, vamos, que capaz que nos pillen -dij Yordy, entrando al sótano del colegio.

Fui tras ella y comenzamos un estúpido ritual.

- Si hay alguien aquí, que se manifieste -dijo Yordy.

Nada ocurrió.

Pasamos varios minutos, entre risotadas y bromas, invocando a algún espíritu que se hiciera presente.

- Ya, me aburrí -le dije- llevamos como una hora haciendo esto y nada...

Pero justo, el tablero se movió. La increpé pensando que  estaba bromeando, pero la cara de ella era de extrañeza.

- No fuí yo, weona -dijo Yordy- Lo juro por mi mamita.

- ¿Entonces?

- Sigamos a ver hasta donde llegamos, ¿no? -dijo, con una mueca graciosa.

Ya nos empezabamos a reír de manera nerviosa, nunca nos había pasado algo así.

- ¿Has escuchado hablar de los fetos de las monjas? - interrumpió Yordy, haciendo que me sobresaltara.

- No, ¿qué es eso?

- A veces las monjas quedan embarazadas de los curas, y abortan a sus hijos -dijo, mientras ponía una cara terrorífica.

- Que eres ridícula -dije, lanzando una carcajada.

- Es verdad. Los abortan y los guardan en frascos. Tienen una galería con todos esos frascos.

Bárbara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora