- Tu mamá... tuvo un accidente. Cruzó la calle en un lugar no adecuado...
Las palabras de mi papá parecían balbuceos infantiles. Lo veía tratar de hilar una idea, sin mucho éxito.
- Bueno, ella.... sólo quiero decirte... que... a tu mamá...
Palabras, más palabras. Algo ya me advertía en que terminaría todo, así que mis ojos empezaron a cubrirse de lágrimas al igual que los de mi padre.
- Está muerta -dije, de súbito- Mi mamá está muerta.
- Sí hija, lo siento tanto -finalizó mi papá, dándome un enorme abrazo -El vehículo no la vió cruzar. Fue imposible frenar...
Yo lloraba. Sólo lloraba. Mis piernas flaqueaban y caí al piso, azotando mi cabeza contra el escritorio que estaba detrás mío.
Todo se fue a negro.
Desperté en una cama de hospital, conectada a un suero, completamente perdida.
Cerré los ojos y visualicé la escena acontecida hace varios meses atrás.
Yordy y yo estabamos escapando de clases, la verdad es que la maestra no había venido asi que la clase de "relleno", de seguro era pintar las vacaciones, y entre hacer eso y jugar a la Ouija, era más divertido lo último.
Me agarró de un brazo y me llevó corriendo por las escaleras, antes que nos viera la Sor Purísima.
- Corre, weona -decía Yordy, ahogada en risa, con el tablero en la mano.
- ¿De donde sacaste esta wea? -le dije, mordiéndome los labios para no estallar en una carcajada.
- ¿Te acuerdas de la tienda esa de cosas esotéricas que está cerca de mi casa? -dijo, susurrando, mientras se le escapaba una risita- Me la robé. Cuando fui a comprar velas, la saque y la metí en el bolso y la vieja ni cuenta se dió.
- Weona loca -dije, apretandole el brazo.
- Ya, vamos, que capaz que nos pillen -dij Yordy, entrando al sótano del colegio.
Fui tras ella y comenzamos un estúpido ritual.
- Si hay alguien aquí, que se manifieste -dijo Yordy.
Nada ocurrió.
Pasamos varios minutos, entre risotadas y bromas, invocando a algún espíritu que se hiciera presente.
- Ya, me aburrí -le dije- llevamos como una hora haciendo esto y nada...
Pero justo, el tablero se movió. La increpé pensando que estaba bromeando, pero la cara de ella era de extrañeza.
- No fuí yo, weona -dijo Yordy- Lo juro por mi mamita.
- ¿Entonces?
- Sigamos a ver hasta donde llegamos, ¿no? -dijo, con una mueca graciosa.
Ya nos empezabamos a reír de manera nerviosa, nunca nos había pasado algo así.
- ¿Has escuchado hablar de los fetos de las monjas? - interrumpió Yordy, haciendo que me sobresaltara.
- No, ¿qué es eso?
- A veces las monjas quedan embarazadas de los curas, y abortan a sus hijos -dijo, mientras ponía una cara terrorífica.
- Que eres ridícula -dije, lanzando una carcajada.
- Es verdad. Los abortan y los guardan en frascos. Tienen una galería con todos esos frascos.
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Bárbara.
Horror¿Hasta donde puede llegar la crueldad de una chica? Valentina ha sido expulsada de su colegio anterior, llegando a una nueva escuela de pésima reputación. Ahí encontrará a alguien inesperado, una muchacha que parece estar pendiente de su vida día y...