FUNERAL.

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  Entrar a la sala en dónde se está llevando a cabo el funeral de Julián es un momento aún más desconsolador que cuando me avisaron de su muerte, porque aquí es cuando uno reacciona y se da cuenta de que la cosa es en serio; de que realmente uno nunca va a volver a verlo.

En el centro de la habitación hay un ataúd blanco y en cada lado un ramo de rosas que enviaron del lugar donde trabajaba Julián. La sala está repleta de personas, a muchas de estas nunca las había visto; mientras algunas otras eran amigos en común de ambos y personas de las que Julián y yo hablábamos a menudo. La madre de Julián está sentada en una silla que mira de frente al ataúd, llora inconsolable mientras otras mujeres la abrazan y tratan de calmarla.

Comienzo a mirar detalladamente a cada una de las personas presentes en la sala, miro sus rostros y en algunos puedo observar lástima, decepción y hasta burla en unos cuantos. Todavía no estoy llorando pero estoy apunto de estallar, la gente me mira como el tipo al que hay que ir a hacerle preguntas y justo cuando lo noto; llega Esteban, un ex-compañero del colegio en el que Julián y yo estudiamos desde pequeños.

–Hola, Felipe. Lo siento mucho. Julián era una buena persona, ¿qué lo habrá hecho hacer lo que hizo? –pregunta mientras trata de disimular que lo único que quiere es averiguar toda la historia e ir a contarla a todos nuestros conocidos.
–Qué sé yo ,respondo cortante, de una forma casi grosera. Nadie, además de él podría saberlo.
–Pero vos eras el mejor amigo, quizás comentó algo sobre su vida en los últimos días.

En este momento, me siento, de alguna manera; la peor persona del mundo. Porque la conclusión que acaba de sacar este tipo es completamente válida. Si se supone que yo era su mejor amigo, debí haberle preguntado sobre lo que pasaba por su cabeza por estos días, sus preocupaciones y miedos. Debí haberme preocupado más, quizás yo hubiese podido ayudar en algo –por primera vez siento culpa sobre la muerte de Julián.  

-No sé. no contengo más y las lágrimas caen por mis mejillas, muchas; más de las que imaginé que derramaría.

  Mi mente comienza a jugarme una mala partida y de repente recordé cuando nos conocimos: ambos éramos los únicos alumnos nuevos en la escuela y eso ayudó a que desde el principio, tuviéramos que estar juntos así fuese solo para actividades en grupo. Recordé cuando nos reíamos hasta que nos doliera el estómago e incluso recordé las pocas veces que peleamos. Cuando nos enamoramos por primera vez y nos contábamos las aventuras que teníamos los fines de semana. Las fiestas y todas las películas en cine. Las vergüenzas que pasamos en público. Los exámenes reprobados. Los males de amor. Las resacas y los regaños que nos recitaban nuestras madres todo el tiempo. Las travesuras.

Mi mente se puso en mi contra, y justo en este momento; me proyecto los mejores momentos que tuve con mi mejor amigo. Estoy mareado y siento que me voy a caer. No puedo aceptar que esto esté pasando y necesito comenzar a buscar culpables, ya no puedo culpar más a Julián después de verlo ahí acostado y tan indefenso. Supongo que la negación es una etapa del duelo por la que todos pasan, y acá estoy yo; entrando en ella.  

Julián se matóWhere stories live. Discover now