Guillermo.

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Pelo oscuro, de un color tan contradictorio a una cándida y luminosa alma que brilla por su bondad y pillería; tan única. Ojos avellana, de una mirada que le traspasa, leyendo en él lo que nadie puede y que lo hace suspirar. Piel tersa, suave y que huele a frutas, a frescura y sobretodo, a hogar.

Aquel que lo seguiría a cualquier parte, y que él seguiría ciegamente.

Guillermo. Nueve letras. Una palabra tan pequeña, tan breve, pero que significa lo más grande que jamás había conocido antes, y cuyo amor ha tenido la suerte de ser completamente suyo, entero, complementario, compenetrado.

Nueve son las letras que lo forman. Guillermo; son ese puñado de letras que su lengua nunca se cansa de pronunciar, vocalizar. Aunque, siendo sinceros, él prefiere su propio apodo, Willy.

Ese chico frío y hasta hostil que se esconde tras una máscara, pero que en verdad solo está asustado y tantas ansias tiene de conocer mundo.

Guillermo. La chispa que alumbra su persona, que consigue ponerle del revés, mandando su necesidad de tenerlo todo controlado y bajo orden, se vayan lejos. Que lo hace ser salvaje, espontáneo, incluso loco. Y a Samuel le encanta eso.

A quien mira dormir, tan plácido, tan tranquilo e inocente como un niño de abultadas y sonrojadas mejillas.

Sí, asusta lo mucho que en esos casi tres años ha conseguido sentir por alguien que es casi como su alma gemela, su complemento, pero que sin embargo, desde el primer momento, son tan opuestos.

Y sí, Samuel quiere abrazarlo, arrullarlo, besarlo, protegerlo y poder amarlo de forma libre. Quiere ser su respiración, el motivo de sus enfados, la razón de sus latidos, el porqué de sus suspiros, el que le saque gemidos y susurros de amor.

"Pero no puedo, porque somos solo amigos."- Se dice, resignado, mientras entra por la puerta del piso que comparten ambos, cargado de bolsas.

-¡No puedo más!- Se queja el menor, y Samuel lo mira divertido, para luego soltar sus bolsas y cargar las de Willy.

-Tranquilo, que yo te ayudo. Madre mía, que poco espíritu, chaval.- Se burla, deseando que Guillermo se pique, y lo hace, claro que lo hace.

-¿Qué dices, pringao'? ¡Si llevamos toda la mañana fuera!- Prácticamente grita, para segundos después, los dos empezar a reír a plenas carcajadas.

Nueve letras en las que nunca de pensar de una u otra forma, que vibra en su pecho, que lo alienta y lo congela, a partes iguales. Que lo salva y lo destruye.

-¿Quieres que grabemos algo, Vegetta?- Pregunta el pelinegro, después de haber colocado todo entre bromas y piques divertidos que acaban en ligeras discusiones que no duraban ni cinco minutos.

-¿Unos juegos del hambre?- Sugiere el mayor, su corazón latiendo con fuerza cuando se acerca al otro.

Willy simplemente asiente, entusiasmado. Grabar con su mejor amigo siempre es divertido. Y se pierden ambos, durante unos segundos que parecen eternos pero que al mismo tiempo solo parecen eso, segundos, en los ojos del contrario.

Guillermo; una palabra que parece un sueño lejano.

-¿Vamos?- Samuel no puede dejarse llevar.

-¡Vamos a ganar, porque somos unos Cracks!- Grita Willy, desde su habitación. Y Samuel solo puede sonreír, una de esas sonrisas que iluminan toda la habitación.

Guillermo. Una persona que significa un mundo. 

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¡Y empezamos con el Fic! (Aunque se irá actualizando lentamente) ♥


Espero que os haya gustado este capítulo, a mí en lo personal, pienso que es una buena manera de describir lo que Samuel siente por Guillermo ^-^


¡Nos vemos! ♥

Destino. (Wigetta)Where stories live. Discover now