Capítulo 4: El susto de mi vida.

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Hacía aproximadamente una hora que Micaela se había ido y yo seguía con ese mal presentimiento, algo me decía que estaba en peligro. Pablo se sentó en el en el sillón, pero yo me quedé de pie, dando vueltas por la habitación, tenía mucho miedo. De repente sonó el teléfono, nos miramos con intriga, no aparecía el numero de quien llamaba, de todas formas decidí atender yo.

-Hola, ¿quién habla?

-Bar, menos mal que me atendiste, necesito ayuda -al borde del llanto.

-Mica, ¿qué pasó, dónde estás?-pregunté-. No me asustes.

Claro, más de lo que ya estaba.

-Cuando llegué a la esquina de mi casa, vi a dos tipos con armas en la puerta, no sabía que hacer, entonces salí corriendo. Tengo miedo, estoy en un callejón, no sé bien ni como llegué, solo corrí y corrí, y fue el primer lugar que encontré para esconderme. Por favor ayudame, no quiero que me encuentren.

Me tapé la boca, como gesto de asombro, de verdad no podía creer lo que estaba pasando, me costaba demasiado asimilarlo, temía mucho por Mica, tenía que ayudarla.

-Mica, escuchame, quedate tranquila, no salgas de ahí, ahora vamos con Pablo, decime ¿para qué lado corriste?

-Ay, pará Bar, creo que escuché un ruido...

-¿Que escuchaste? ¿Mica?

La llamada se cortó, g-e-n-i-a-l.

-La concha de mi madre, Pablo, vamos ya para lo de Mica.

-¿Pero qué pasó boluda?

-Había dos tipos con armas en su casa.

- ¡¿Qué?!

-En el camino te cuento, vamos, por favor.

Salimos prácticamente corriendo del apartamento, no había tiempo para esperar un colectivo, Mica nos necesitaba, por lo que fuimos a buscar mi moto al garaje y nos subimos.

Cuando llegamos a su casa, nos encontramos con un panorama bastante... feo, sí, esa es la palabra, realmente me hizo mal al alma ver esa imagen. Estaba lleno de policías, y había dos patrullas con las sirenas encendidas, enseguida nos bajamos de la moto y nos acercamos a la puerta. 

-Disculpen, no pueden pasar -nos detuvo un policía.

-Eh, mira, somos amigos de Mica y estamos bastante preocupados -dijo Pablo molesto.

-Déjenlos, nosotros los conocemos -apareció Mirtha, la mamá de Mica llorando.

Si ver a los policías me puso mal, la imagen de la madre de Mica llorando definitivamente me destruyó. 

-No llores, por favor, va a estar todo bien -dije intentando tranquilizarla. 

-Mica ya está acá, ¿no? -preguntó Pablo-.

Hubo un silencio.

-No, no la encontraron -contestó su padre, también al borde del llanto.

¿Qué? No puede ser, ¿y si los tipos se la llevaron? 

-¿Ustedes no tienen ningún tipo de información que nos pueda servir? -interrumpió el policía.

-Sí, ella nos llamó hace un rato, nos dijo que estaba en un callejón escondida, pero después la llamada se cortó.

-Bien -agarrando una especie de radio que tenía en su bolsillo-. ¿Me copian? Joven de 19 años desaparecida en zona 3, ojos celestes, castaña, de estatura media, delgada. Manden más patrullas.

Samen voor altijd (Barbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora