Parte 6

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Cyntia's POV

Después de mi inesperado encuentro con Mono, un extraño pero amigable animal que colgaba de el árbol en el que caí, alzamos el vuelo hacia una montaña. Por muy extraño que suene, ésta estaba flotando sobre un valle sin árboles ni vegetación alguna, y supuse que sería a causa de la sombra que producía la montaña. De ella caían cascadas de agua que se evaporaban antes de llegar al suelo, creando nubes de humedad en la superficie. En la punta había un enorme árbol llorón parecido a un cerezo japonés, puesto que las hojas que caían por las ramas eran rosas, y cada vez que soplaba el viento dejaba un rastro de pétalos por el aire.

"No has volado nunca, ¿verdad?" irrumpió en mis pensamientos Mono.

-No, la verdad es que llevo menos de 15 minutos con éstas alas- contesté un poco avergonzada por mi forma de volar. Era inestable e insegura, procurando no dejar mucha distancia entre los árboles que teníamos debajo y mi cuerpo, por si me caía. "Se nota bastante, intenta relajarte y juntar tus brazos con tu cuerpo" Así lo hice. "Bien, ahora intenta mover tus alas un poco más despacio, siente en viento chocando contra ellas cuando lo empujas" Era como nadar en el aire, me sentía libre de ataduras. Cerré los ojos aumentando dicha sensación y agité mis alas con más fuerza, llegando a hacer alguna que otra pirueta. "Veo que le vas pillando el tranquillo" pensó sonriéndome.

-La verdad es que si, nunca pensé que podría volar con alas propias.- contesté sonriendo.

"Ya hemos llegado" estábamos en una cueva muy oscura llena de piedras y de fango. "A partir de aquí estás sola, no le gustan las visitas numerosas" Antes de que pudiera despedirme, alzó el vuelo dejándome a sola ante la entrada de la cueva. Ésta, estaba en la montaña flotante, que tenía cierto parecido a las de la película de Avatar.

-¿Hola?- pregunté a la cueva, o más bien, a quién se encontraba en ella.

-Veo que mi fama entre los habitantes de ésta dimensión sigue esparciéndose- dijo una voz un tanto femenina y pausada- me gustan tus alas, me recuerdan a las mías.

-Estoy buscando a alguien que me ayude a volver a la tierra, ¿puedes ayudarme?- dije yendo justo al grano.

-No puedo ayudarte si no te siento, ¿podrías entrar a la cueva por favor?

Entré en la cueva un poco temerosa por lo que podía encontrarme en ella.

-Bien, ahora déjame presentarme, soy Luna, la última dragón de la oscuridad que queda.

-Yo me llamo Cyntia, vengo de la tierra, y cómo podrás observar, soy medio dragón.- contesté.

-No, me temo que no puedo observar ni ver nada, los de mi especie vivimos entre las sombras, por lo que nuestra vista nunca se ha desarrollado.- era ciega.

-Lo siento, no lo sabía.

-Tranquila, en muchos libros de dragones no existe tal información.- entonces, apareció de la nada, dejándome ver a una niña con los ojos tapados por el pelo, el cual llegaba casi hasta la cadera y a pesar de estar encrespado era brillante y blanco. Llevaba una camiseta larga de pieles que le llegaba por encima de las rodillas. Además, unas hermosas alas blancas salían de su espalda, brillando junto con los minerales ocultos de la cueva.

-Creía que los dragones oscuros eran de color negro.

-Y así es, los dragones oscuros son oscuros porque sus almas fueron anteriormente arrebatadas. Pero los dragones de la oscuridad vivimos en las sombras, y nuestra piel es blanca, dado que nunca hemos tenido contacto alguno con el sol. A parte de eso, nos caracterizamos por ser extremadamente hábiles con la magia. Al igual que los de tu especie.

-La verdad es que no se me da muy bien ese tema, siempre que intento usar magia algo sale mal y alguien sale herido, la última vez terminé llegando hasta aquí.- dije con tono apenado.

-Eso es porque se han centrado en entrenar tu parte física, no tu parte mágica. ¿Me equivoco?- dijo sorprendiéndome- no eres la única que puede leer mentes.

-¿Estarías dispuesta a enseñarme?

-Solo si estás dispuesta a aprender.

-Por supuesto.

-Bien, te enseñaré hasta que vengan a buscarte, ¿un dragón dorado?- asentí- bien, está intentando encontrarte mediante la escama que llevas en tu pecho- dijo señalando mi collar- es insistente.

-La verdad es que es bastante sobreprotector, nunca me deja hacer nada al no ser que sea practicar con la espada o con el arco.- dije bastante apenada, me disgustaba que tuviera tan poca confianza en mí, después de todo, estábamos enlazados.

-Es de esperarse, siempre que ha tenido a alguien especial en su vida, la ha perdido.-dijo después de indagar un poco en mi mente. Lunzu había tenido pocas personas de confianza, y todas ellas habían sido asesinadas o apartadas de su lado por los dragones violetas. Su familia al completo y su compañera de celda, su primer amor.

-Supongo que querrás empezar cuanto antes con tu entrenamiento, ¿no es así?- irrumpió Luna de repente.

-Sí, la verdad es que tengo bastante prisa con ese tema.-contesté.

-Está bien, comencemos por lo primero: canalizar tu magia.-asentí- Lo primero que tienes que hacer es cerrar los ojos y crear una imagen de ella en tu mente, darle color, forma, e incluso puedes darle personalidad. Recuerda que la magia es una energía, y quienes son capaces de moldearla y verla son quienes pueden usarla. Pero es bastante inestable una vez que la encuentras, por lo que tienes que ser consciente de toda la magia que posees.

Cerré los ojos y empecé a pensar, imaginar y encontrar mi magia interior. La vi de color violeta y con forma de esfera, cómo si fuera una llama, una llama viva, que me llamaba para que la sacara de la jaula que le suponía mi cuerpo.

-Bien, ahora levanta tu mano derecha e imagina que la magia sale de entre tus dedos formando la imagen de tu mente.- eso hice. Levanté mi mano dejándola a la altura de mi cadera y sentí un leve calor saliendo de entre mis dedos, formando así una bola de calor.

-Ahora abre los ojos.- seguí sus instrucciones y los abrí. Pude observar una esfera de fuego cómo la que había imaginado en mi mente, emanando luz y dejando ver claramente toda la cueva en su totalidad, los minerales brillaban y tanto mis alas cómo las de Luna brillaban en reacción.

-Aprendes rápido, a muchas personas les cuesta meses poder canalizar aunque sea una mínima parte de su magia, que en muchos casos es del tamaño de un grano de arena. Pero tú has sabido crear una imagen única y estable de tu magia, te felicito.-dijo sonriéndome en la oscuridad.

-Gracias, la verdad es que eres una gran profesora, ¿habías hecho esto alguna vez?

-Si, aunque le costó mucho más que a ti aprender.

Iba a preguntar algo más cuando, de repente, una sombra apareció en la entrada de la caverna.

-Madre, ¿qué hace un dragón violeta aquí?- dijo con odio la sombra. Deshice inmediatamente la esfera de magia.

-Tranquilo Marcus, no ha venido con malas intenciones.-respondió despreocupada Luna.

-Un dragón violeta nunca tiene buenas intenciones.- farfulló con descaro. Era un chico de pelo marrón, pero con las puntas curiosamente oscuras, negras. Tenía un parche de cuero en su ojo derecho, junto con unas marcas de garras en la mejilla. Su expresión era seria y madura y llevaba consigo una bolsa con comida, fruta entre otras cosas.

-Trata con respeto a esta chica, a partir de ahora será mi aprendiz.- dijo orgullosa la niña.

-¡¿Qué?! Un dragón violeta no necesita clases de magia, ¡es parte de su naturaleza!-respondió indignado.

-Deja de hablar de mi en tercera persona, ¡estoy aquí delante!- contesté ofendida, ese chico me estaba poniendo de los nervios.

-Tu no tienes ni voz ni voto en este tema, aquí decido yo y decido que te vayas por dónde has venido.- pronunció sus últimas palabras.

Alas de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora