Capítulo 4.

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Cuando llego a casa no hay nadie. Aprovecho de bañarme tranquila, y me quedo en el baño por unos minutos más.

Cuando salgo el día se ha nublado completamente; las nubes son negras pero aun así hace un poco de calor.

Me pongo los típicos pantalones holgados grises de mi oficio y una camiseta de tirantes un poco más ajustadas que las otras –aunque no tanto-. Me cepillo el pelo con paciencia.Son las 16:07 p.m. y la prueba empieza a las 18:00 p.m. Dos horas. Dos horas para elegir mi destino. O si es que tengo la posibilidad de elegir, quizás soy hija de mi padre y tenga que quedarme con él. 

Miro por la ventana y ya ha empezado a lloviznar. Doblando la esquina viene mi padre con Theo. Traen bolsas así que corro a ayudarles.

Cuando llego mi padre dice:

-No sabía que llegarías temprano.

-En la escuela nos dejaron salir temprano, ya sabes, por lo de la prueba.

-Está bien, ¿iras con eso? –dice apuntando a mi vestimenta.

-Si. –digo avergonzada- ¿Porque? 

-Ven, entra, tengo algo para ti. –dice mientras se limpia los pies en la alfombra de la entrada y entra en la casa.

Sube las escaleras y pasa a su habitación. Se agacha frente a un baúl y de ahí saca una caja vieja y llena de polvo mediana.

-Ábrela, tu madre quería que lo usaras tú.

La abro y quedo sorprendida por lo que hay adentro. Es un vestido gris –como mi oficio- en el final hay una flores bordadas hermosas y los tirantes están decorados con unas cintas de celeste apagado.

-Papa...gracias. –digo pestañeando rápido para que las lágrimas no salgan.

-Te quiero.

¿Qué? Nunca he escuchado hablar a mi padre así. No sé por qué pero tengo un poco de miedo. Seguramente algo está pasando.

-Yo igual, papa.

Él sonríe y se va para que me cambie.

***

-¡WOW! ¿Pero qué has hecho con Mayrel? – dice Billy mirándome de pies a cabeza.

-La encerré en el sótano. –digo riéndome.

Me pongo el abrigo que me traje, así nadie mira mi revelador vestido. Se supone que esto no está permitido en mi oficio.

Llegamos al Pentágono a las 17:39 p.m. Todavía faltan veinte minutos para la Prueba. 

-¿Quieres? –dice Billy mientras me ofrece una barra de cereal.

-Gracias. –la acepto aunque antes de irme ya había comido.

Vamos a caminar por las calles de Petorca un rato, ahora están vacías por la prueba, todos están en el Pentágono.

-A veces pienso... pienso que hay un secreto sobre la guerra. –dice Billy.

-¿Un secreto? ¿Por qué?

-No sé, digo, creo que no solo fue por el golpe de Estado. Hay algo oculto.

-Yo... no sé qué decirte, si supiera ese "gran secreto" que tú dices te lo diría. –digo mirándolo y aguantando las ganas de reírme.

***

Cuando regresamos al Pentágono veo a papá y a Theo sentados en los bancos que se usan para la familia de los chicos que hacen la Prueba. Pero no están solos, esta Verónica con ellos.

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