01 | La reina de su corazón

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— A lo lejos se puede ver el castillo, caballeros—Comunico fuertemente la pelirroja a sus soldados que se encontraban al tras suyo—

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— A lo lejos se puede ver el castillo, caballeros—Comunico fuertemente la pelirroja a sus soldados que se encontraban al tras suyo—. Justo a tiempo.

Surieth Sahar. Madre del reino de Aktakistán. A pesar de serlo desde hace poco tiempo después de la muerte de su padre, cuatro años, su pueblo y sus caballeros sienten un inmenso respeto por ella. En tan poco tiempo logro políticas públicas y económicas que favorecieron en gran medida a su gente.

Ahora se encontraba a punto de llegar a Jerusalén, muy al sur de su reino. Pero solo lo hacía por un propósito, su difunta madre era originaria de tierra santa, le había prometido mantener una buena relación con los cristianos a pesar de ser de religiones diferentes. Actualmente se encontraba en una situación delicada, el ejército de Saladino se había adueñado de gran parte de las tierras del este, logrando expulsar a los cruzados de ahí, así que se dirigía con sus mejores guerreros para poder recuperar las tierras perdidas y no puedan avanzar hacía la capital.

— Suri...—exclamo Sibila con una sonrisa al verla entrar al palacio con sus más importantes caballeros—. Bueno, más bien. Surieth Shahar, madre del reino de Aktakistán.

La pelirroja no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, logrando asustar a sus guerreros, ya que escuchar su risa era algo inusual. Desde la muerte de sus padres su ánimo había caído por los suelos, y a las únicas personas que se mostraba un poco más afable era con los niños del pueblo.

— Deja a un lado las formalidades, y ven acá.— dijo Suri, extendiendo los brazos y haciendo un pequeño movimiento con los dedos.

A pesar de que hacer ese tipo de demostraciones estaba en contra de los modales que le habían enseñado, Sibila iba a hacer una excepción con su mejor amiga.

— No sabes cuánto te he extraño— murmuró en los brazos de Surieth.

— Yo también te he extrañado, Sibila.— contesto con una pequeña sonrisa.

— Todos en el palacio lo han hecho, incluso Bald...— fue interrumpida por su amiga.

— ¿Dónde está tu pequeño hijo? La última vez que lo vi me llegaba un poco arriba de la cintura— pregunto ignorando su comentario —. Seguramente ahora es todo un hombre.

— Si, ha crecido mucho desde la última vez que estuviste aquí — sonrió ante su comentario, tomó su mano y la jalo un poco hacia el palacio—. Pero ven, él te está esperando en el jardín, incluso preparo todo un banquete solo para ti.

— Oh, no era necesario.

— Suri, no seas modesta. Sé que no estás aquí por visita pero te lo mereces después de todo el recorrido que hiciste para llegar. — está vez tomó ambas manos mientras las acercaba a su pecho, otorgándole una sonrisa haciéndola caer en sus encantos.

La Princesa De Jerusalén || King Baldwin IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora