Despertó aturdido, no sabía bien la hora, pero parecía tarde por la luz cenital que alcanzaba a percibir del exterior. Al incorporarse en la cama se restregó un poco el rubio cabello mientras trataba de acostumbrarse a la luz del sol que entraba entre las rendijas de la persiana. Era delgado, pero alto y no pasaba de los 17 años, tenía unos cuantos vellos en la barba y el cabello alborotado propio de una persona que acaba de levantarse. Aún un poco confundido, atravesó el pasillo de la casa, se dirigió a la sala y después a la cocina; esperaba encontrar a alguien, pero no había nadie, así que no le importo estar en bóxer y tank top, aunque de hecho si hubiera personas en la casa, tampoco le habría importado. Fue directo al refrigerador y miró dentro medio minuto aproximadamente antes de sacar todo lo que era comestible para dejarlo sobre la pequeña mesa de la cocina, aun llevando un bocadillo en los labios para sentarse frente a la montaña de comida que parecía más grande de lo que era en comparación con la diminuta mesa. Trago todo lo que pudo a una velocidad sorprendente, imposible para una persona tan delgada como él.
No sabía por cuánto tiempo había estado comiendo cuando entro una chica rubia en la casa. A pesar de ser aproximadamente de la misma edad, ella se veía considerablemente más joven gracias a su práctica en gimnasia. Traía una enorme bolsa con víveres de la tienda, imposiblemente grande para alguien con su menudo tamaño, lo miró con sus enormes ojos verdes al entrar a la cocina.
-¿A qué hora despertaste?
-No tengo idea -dijo algo aletargado aun, sin dejar de comer.
-Bueno, tu tarea esta sobre el buró. Termínala ahora para que pueda llevarla mañana a la escuela.
Pero el chico rubio parecía no escucharla (o no quería, más bien. Podía deducirse por su actitud desde que acababa de despertar) y siguió en lo suyo.
La chica procedió a lavar los platos mientras él seguía comiendo. Durante unos minutos, la cocina se llenó con una agradable e inusitada cotidianidad. Era casi como una tarde normal de una pareja, con las palabras de una plática común sustituidas por el chapoteo del agua del lavabo y el sonido de la comida siendo deglutida con premura. Tranquilidad rota por la suave voz de la chica que habló sin darse vuelta mientras seguía ocupada en su hacer.
-¿Sabes? en la escuela habrá competencias deportivas en esta semana, ojala pudieras ir.
No hubo respuesta. Era obvio que no la habría.
-La maestra Erika me pregunto cómo estabas, le dije que bien y ya. No me gusta que pregunten sobre ti.
-Willi... -Dijo el chico sin dejar de comer.
-¿Q... que? -la chica rubia se vio sorprendida mientras daba la vuelta. La verdad era, a pesar de vivir juntos, que apenas cruzaban palabras.
-¿Si?
-¿Cómo esta Aarón? -Pregunto aun sin mirarla de frente.
-¿Eh? Se mudó hace como un mes, esperaba que asistieras a su fiesta de despedida.
-Mh...
Willi siguió hablando cosas cotidianas, algunas solo para decir algo, pero no obtuvo más respuestas del chico mientras terminaba con toda la comida sobre la mesa.
Era alrededor de las siete de la noche y aun con una poca luz del sol cuando, tras una ida al baño para darse una ducha rápida, el joven se sentó ante la mesita de centro de la sala para hacer los deberes de la escuela. No le costaron mucho trabajo, no era ningún tonto. Después se quedó sentado en el sillón como si no supiera donde se encontraba, así permaneció unos minutos.
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ill
Teen FictionLo normal no es lo normal para todos. Pasar por enfermedades crónicas siempre es un trance difícil ¿Pero qué pasa cuando esa enfermedad es muy poco común y te obliga no solo a replantear la visión de normalidad, sino a crear una completa nueva reali...