[2] Puede que ya sea demasiado tarde.

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[2] Puede que ya sea demasiado tarde.

Un silencio inquietante hizo presencia, aunque no duró mucho. La sonrisa de Akashi la ponía nerviosa, así que agradeció cuando éste la borró. Además, notó que él parecía un poco molesto, podía verlo en sus ojos.

—No es bueno comenzar un juego que sabes que no vas a terminar, ¿sabes? Pero, déjame decirte que de igual forma el vencedor seré yo. No importa lo que hagas o intentes, siempre seré yo. —Akashi le dirigió una mirada afilada.

Akari bufó, cruzándose brazos.

«Alguien necesita bajarlo de las nubes.»

—Eso era antes de que yo llegara, cariño. —Sacó su teléfono y revisó la hora rápidamente. Ya se le estaba haciendo tarde. Lo guardó de nuevo—Disfruté mucho de nuestra conversación, si se le puede llamar así, pero ya tengo que irme. Si me disculpas... —Dio un par de pasos hacia tras, le dio la espalda y comenzó a caminar en dirección hacia su destino. De repente, una mano sujetó su mueca y la atrajo hacia atrás, provocando que sus pies se enredaran entre ellos y se golpeara contra el pecho de Akashi, porque sabía que había sido él el que la había detenido.

Lo miró molesta.

— ¿Qué demonios sucede contigo?—Se soltó de su agarre con un brusco movimiento.

Akashi entrecerró los ojos.

—Eso debería preguntarte yo a ti, ¿a dónde crees que ibas sin mi permiso?

Eso la hizo enfurecer. ¿Quién era él para tener que pedirle permiso? Ni siquiera a su padre le pedía tal cosa y eso que era su padre. A penas y conocía Akashi desde menos de una hora y él ya creía tener derecho sobre ella.

— ¿Disculpa? ¿Desde cuándo tengo que pedirte permiso a ti?—Le entraron unas terribles ganas de golpearlo.

Akashi volvió a acercarse a ella. Su mano se alargó hasta tomar entre sus dedos uno de sus mechones azabaches y lo colocó detrás de su oreja. Se estremeció. El gesto le pareció más bien tenebroso que amable.

—Tienes un hermoso cabello, ¿sabes?—murmuró, deslizando su mano hasta posarla en su mejilla—, pero se ve opacado por tu desobediencia. Aunque, no es nada que yo no pueda arreglar. Te enseñaré a obedecer a tu dueño.

No supo que le indignó más, que le dijera que necesitaba ser arreglada o que dijera que él era su dueño. De cualquier forma, eso no evitó que su puño se dirigiera directo a aquel hermoso rostro. Pero, ni siquiera llegó a tocarlo.

Ni siquiera lo rozó.

Akashi la había esquivado de una manera increíble o mejor dicho, impresionante. Era como si él hubiera visto el futuro y sabido que iba a hacer eso.

Él suspiro mientras ella lo observaba sorprendida a más no poder.

—Me va a llevar algún tiempo poder acomodarte y convertirte en una buena mascota, pero nada es imposible para mí.

Se enderezó y le dirigió una mirada fulminante.

—Eres un maldito imbé...

Akashi la interrumpió inmediatamente, con una mueca de desagrado.

—Aunque, puede que ya sea demasiado tarde para ti.

A lo lejos, se escuchó el timbre de entrada del Instituto Rakuzan. Se sobresaltó al escucharlo, estaba tan concentrada en Akashi que se había olvidado de todo lo que la rodeaba, como por ejemplo, de que aún estaba en la entrada del Instituto y había estudiantes que cuchicheaban entre ellos, mirándolos. Habían visualizado todo, incluyendo su intento de golpearlo.

Hizo una mueca, odiaba ser la comidilla de todos.

Adelanto del próximo capítulo:

— ¿Por qué no mejor orinas encima de mí? Sería más efectivo, ¿no crees?—Dijo, sarcásticamente. Ya ningún chico se acercaría a ella después de lo sucedido.

—No me tientes a hacerlo, Sakurai.

Se detuvo y lo miró fijamente.

—Sabes que era sarcasmo, ¿verdad?

El Castigo del Emperador [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora