Daniel se levantó de su silla cuando ya ninguno tenía comida en el plato. Fue y buscó la guitarra.

-Qué linda guitarra- dijo la joven.

-Tengo que calibrarla- dijo Daniel.

Cantó y tocó una canción.

-Qué linda canción- dijo la joven.

-No son los tonos originales- dijo Daniel.

-¿Te sale tocar con cejilla?- preguntó la joven.

-No- respondió Daniel. Probó. Por supuesto, le salía perfecto, como le sale todo lo que se relacione con música.

-Te sale. Era obvio. Si a mí me sale, a vos te sale con los ojos cerrados- dijo la joven.

-Me falta técnica- respondió Daniel.

''¿Para qué te digo cumplidos si nada te agrada?'' pensó la joven.

-Vos tenés que agradar a Dios- comentó Daniel- Ora.

-¿Querés postre? ¿Qué te gustaría?- preguntó Ana.

''Me gustaría una vida más fácil, vivir en una familia que me recuerde todas las mañanas que tengo que leer la Biblia, saber tocar el piano como profesional, tener menos problemas, ser sabía, agradar a Dios en todo, y hacer que ustedes dos se sientan orgullosos'' pensó la joven.

-Frutillas- fue su respuesta.

-Oralo- dijo Daniel.

-Dios te moldea- agregó Ana.

La joven comenzaba a sospechar. Ellos hacían preguntas, ella pensaba una cosa y respondía otra, y los Mancini daban respuesta a sus pensamientos, no a las palabras que salían de su boca. ¿Será que podían leer mentes?


Una noche con los ManciniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora