Los tres sintieron temor. Daniel corrió a prender la luz para ver de quién era esa misteriosa voz, pero en la claridad solo vieron tres personas, o sea, ellos mismos. Aunque todavía sienten la piel erizada al recordar aquella noche, descansan con la acertada idea de que se trataba de un ángel.

Cosas así de hermosas pasaban seguido en esa casa.

No se confundan. Los Mancini no leen mentes, solo decían palabras que Dios ponía en sus bocas. Él sabía que la joven siempre recordaba las enseñanzas de aquel matrimonio, así que los usó de gran manera aquella noche. Todos esos diálogos quedaron grabados a fuego en el corazón de la joven.

La lluvia se calmó, el auto arrancó, la joven llegó a su casa. En su hogar se arrodilló y oró. A su tiempo se movieron mil montañas.

Los Mancini tenían razón. Otra vez.

Daniel y Ana, así de simples sus nombres, de gran tamaño sus corazones. La joven los recuerda como aquel rayo de luz que surgió justo en medio de la tormenta.


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⏰ Última actualización: Apr 12, 2016 ⏰

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Una noche con los ManciniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora