Era una tarde de sol, donde el cielo entre tonos rojos y morados mostraba un bello atardecer que cualquier persona hubiera disfrutado encantado, menos una castaña que se encontraba sobre unas rocas cerca del mar lamentando su existencia, su vida, su todo, estaba decepcionada y se sentía desgraciada.
Hace cinco años su vida dio un giro completamente, al fin habían derrotado a Voldemort y el mundo mágico podía estar en paz y junto con ello pensó que había encontrado al amor de su vida, a ese hombre que sería capaz de llenar todos sus espacios, sentimientos y pensamientos y durante un tiempo su mundo fue feliz, ella vivía, respiraba y existía por Ronald Weasley, el mejor hombre que podía haber sobre la faz de la tierra, aquel que con solo un roce de sus labios podía convertir sus problemas e inseguridades en un mundo de rosas y hacerla ver las estrellas.
Su vida era la de una chica normal, tenía un buen trabajo en el ministerio, tenía una casa y tenía un buen "marido" o casi marido porque Ronald Weasley jamás se había preocupado por pedir su mano, ni tampoco por los detalles importantes de una relación, ni siquiera se preocupaba de mantener aquel amor, pero la castaña lo tenía tan idealizado que ni cuenta se daba.
Y todo su mundo se había derrumbado una semana atrás cuando al llegar a su casa antes de tiempo, sintió unos sonidos extraños que provenían de su habitación, al principio se asusto pensando que quizás algunos ladrones estaban asaltando su casa, asi que como la leona que siempre fue tomo su varita y se adentro por el pasillo que la llevaba a las habitaciones, pero lo que encontro allí, no se lo hubiese imaginado jamás.
Sintió como su corazón se partía en mil pedazos, como perdía sus piernas y manos temblaban, como las traicioneras lagrimas se apoderaban de sus ojos y quien no lo haría si encontrara al amor de su vida teniendo sexo con otra, y no otra cualquiera, sino que con nada más y nada menos que la mujer que años atrás le había robado la esperanza, una chica chillona que por casi un año la mantuvo sufriendo por el amor de su pelirrojo, porque si señores, la dama que acompañaba a Ronald Weasley era Lavender Brown.
La tierna pareja solo se dió cuenta de la presencia de la castaña cuando sintieron un grito ahogado desde la puerta, ambos abrieron los ojos con sorpresa y Ronald intento acercarse a su mujer, pero ella ya había desaparecido de allí al primer lugar que se vino a su mente.
Era una hermosa casa de playa que había pertenecido a sus padres y desde una semana que estaba allí viendo cada atardecer, aunque sus ojos no lograban observar ni magnificar la belleza que estaba frente a sus ojos, porque para ella la vida había terminado, pensar que había dejado todo atrás años atrás solo por él y en todos los ambitos de su vida, rechazo ofertas laborales porque conocía la inseguridad de su pelirrojo y no deseaba que se sintiera menos que ella, por lo que se había conformado con un pequeño puesto en el ministerio, se alejo de sus amigos muggles para no desatar los celos del pelirrojo y también se alejo del amor que un día había llegado a su vida de la manera más inesperada, a su lado se sentía plena, completa y feliz, pero algo fallaba, no podía hacer daño a su pelirrojo que tanto la amaba, todo lo había hecho por él y ahora se encontraba sola, triste, lamentando su horrible vida.
Ahora pensaba en aquel muchacho que tanto había suplicado que no lo dejara, en aquel hombre que alguna vez ocupo toda su mente, sus pensamientos, sus sentimientos, pero ella por miedo de perder a sus amigos y por el amor que sentía el pelirrojo con ella tomo la determinación más facil, dejar pasar su felicidad y ahora se daba cuenta lo tonta que había sido, ahora se daba cuenta de que esa no era su felicidad, pero ya era tarde, porque desde aquel día jamás había vuelto a ver a aquel muchacho, por más que intentó conseguir noticias sobre su paradero, sobre su vida, nada encontraba, era como si la misma madre tierra se lo hubiera tragado y a pesar de su decisión siempre sentía temor de solo pensar que algo malo le hubiese ocurrido, porque para alguien de su clase era dificil desaparecer asi como asi.