Capítulo 12

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Capítulo 12:

-¡Ambber! ¡Ambber despierta!- dijo alguien agitándome para que me despertara.- ¡Ambber, por favor despierta!

Con dificultad pude abrir algo los ojos. Lo veía todo borroso y extraño.

Alguien estaba a mi lado arrodillado en el suelo lleno de sangre. Ver tanta sangre me mareaba el doble. Notaba algo caliente que me resbalaba por el brazo y un gran dolor en el brazo. Era como una picor que a la vez escocia tanto como para querer cortarme el brazo entero.

-Ambber mírame- dijo la persona que estaba a mi lado-. Por favor mírame.

Con mucha dificultad pude mirar a la persona que estaba a mi lado. Sus inconfundibles ojos negros hicieron que el dolor se fuera por unos instantes.

-Ian- logré decir con un hilo de voz.

-Sí. Soy yo- dijo acariciándome el pelo-. Vas a estar bien, ahora vendrá la enfermera. Te prometo que vas a salir de esta.

Respiraba con dificultad, me costaba tragar y tenía mucho sueño.

-Creo- dije en voz baja-, creo… que voy… voy…

Los ojos se me empezaron a cerrar antes de poder acabar la frase.

-No- dijo Ian-, no te duermas. Ya viene la enfermera, espera. Por favor no te duermas.

Estaba nervioso, mucho, se le notaba en la voz. Estaba perdiendo la paciencia y le estaba costando aguantar las lágrimas dentro de él.

Creo que perdí el conocimiento, porque cuando abrí los ojos estaba en una especie de enfermería.

Estaba en una pequeña habitación pintada de blanco sucio. Había cinco camas y dos armarios transparentes llenos de medicinas y utensilios de médicos.

Hasta el momento en que me quise sentar en la cama, no me di cuenta del daño que me hacia el brazo. Tenía una gruesa venda blanca donde me había clavado el cuchillo.

Mi ropa estaba llena de sangre y olía a suciedad.

La cabeza me palpitaba con fuerza y me dolía cuando intentaba recordar algo de lo que había pasado.

Me levanté de la cama y muy despacio empecé a caminar hacia la puerta de la habitación. Sabía que en cualquier momento me caería al suelo, porque lo empezaba a ver todo borroso y doble.

La puerta se abrió y antes de caer al suelo alguien me cogió y me tumbo en la cama.

-No deberías moverte- dijo una enfermera-. Has perdido mucha sangre, cielo. Debes descansar.

-¡No quiero!- grite llorando.

¿Por qué lloraba? ¿Por qué gritaba?

-Shhhh- dijo la enfermera poniéndome bien la almohada de la cabeza-. Duérmete un rato más. Estas muy cansada.

Yo me quedé tumbada en la cama, cuando alguien picó a la puerta.

La enfermera se separó de mí y se dirigió a la puerta a ver quién era. Primero la abrió un poco para ver de quien se trataba y después un poco más para poder hablar con la persona que estaba fuera.

Yo no podía ver quien era, pero oía como los dos hablaban en voz baja.

-No la puedes ver ahora- dijo la enfermera.

-Venga, por favor Sussy- dijo Ian-. Necesito verla.

-No- contesto la enfermera que se llamaba Sussy-. Tiene que descansar. Ian ha estado a punto de morir desangrada, necesita reponer fuerzas. No puede estar atendiendo visitas. Además no creo que ella quiera verte.

Si ella me llamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora