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La puerta de la habitación de Michael se abrió de golpe, segundos después la chica se desplomó en la cama de su amigo boca abajo.

—Al menos di hola, Kait. —bufó pausando su videojuego y levantándose del piso—. ¿Qué tienes?

—Es Luke —murmuró en un quejido.

Michael rodó los ojos y se sentó a su lado, aunque ella seguía enterrando su cara en las sábanas.

—¿Qué hizo ese idiota ahora?

—Creo que planea dejarme.

Se dio la vuelta y quedó cara a cara con Mike. Éste suspiró y volvió a hablar:

—¿Por qué Hemmings querría dejarte?

Él no la dejaría si estuviese en el lugar de Luke. Amaba la personalidad de Kait, sumándole que la chica tenía un cuerpo de infarto.

—Él dice que siente que todo se está poniendo aburrido y siempre es lo mismo. Todo es monótono para él.

—Haz algo para avivar todo —sugirió él.

—¿Qué podría hacer?

—Busca nuevas maneras de tener sexo con él. Es el mayor problema de los chicos.

—¡Michael!

—Es verdad, Kaitlyn —se encogió de hombros—. Dime algo, ¿siempre lo hacen en el mismo sitio y las posiciones nunca cambian?

—Sí. No. ¡No sé! —se dejó caer nuevamente sólo que boca arriba y dejó su cabeza en el regazo de Michael.

—Descubre qué más le gusta a tu chico, si le gustan las mamadas, que todos amamos, si le gustaría hacerlo en la cocina, qué sé yo —le dijo él.

—¿Crees que Luke le gustaría una mamada? —preguntó mordiendo su labio inferior. Ese gesto, mezclado con su pregunta hizo volar la mente de Michael por un segundo.

—Oh, vamos, si yo amaría una mamada justo ahora —le dijo con tono de broma, sólo que él lo decía en serio.

Kaitlyn volvió a sentarse y quedó más cerca de Michael esta vez.

—Mike...¿me enseñarías que puedo hacer para que Luke no me deje? —preguntó nerviosa—. No quiero que me deje, sabes que lo amo.

—¿Qué clase de ayuda, nena?

—Todo lo que puedas ayudarme.

Michael se lo pensó por un momento. Podría sacar ventaja de esa ayuda. No quería sonar mal, pero llevaba dos años teniendo una gran frustración sexual con su mejor amiga.

—Tú misma estás cavando tu tumba —le advirtió—. Acepto.

—¡Gracias! —chilló emocionada y saltó a abrazarlo.

Michael pasó sus brazos por la cintura de ella, devolviéndole el abrazo y a la vez tratando de empujarla un poco hacia abajo. Su pene se estaba comenzando a despertar con todos los pensamientos que habían llegado a él.

—Mañana voy a pasar la tarde en su casa. ¿Qué debería hacer?

Michael dijo lo primero que vino a su mente.

—Ve sin sujetador y usa esa camiseta blanca que te regaló mi mamá.

El simple hecho de imaginarse a su amiga llegando como de costumbre un domingo a despertarlo y usando esa camiseta sin sujetador, le ponía.

—No creo... ¿Qué va a pensar?

—Va a pensar en quitarte esa quitarte esa camiseta lo antes posible y devorarte tus lindas amigas.

La muchacha se sonrojó violentamente.

No quiso pensarlo, pero en su mente llegó la imagen de Michael tumbándola ahí mismo y chupándole los senos hasta que ella se viniese.

—¿Tú lo harías? —se atrevió a preguntar.

—Nena, si fuese el idiota de Luke créeme que estaría haciendo lo que acabo de decir justo ahora —confesó.

Sin disimulo bajó su mirada a los pechos de la chica, la cual usaba una camiseta que le daba una buena vista de sus pechos.

—Mierda, Michael —dijo ella en lo que pareció un gemido.

—Creo que debería ir donde Luke y decirle que te hable un poco más sucio cuando esté caliente. Me acabo de fijar que te pone. —le guiñó un ojo.

—¡Claro que no!

Una sonrisa burlona apareció en el rostro de Michael.

Acercó su rostro al oído de la chica.

—¿Y si te digo que te voy a tumbar acá mismo y te voy a comer las tetas hasta que grites mi nombre pidiendo por más? Sé que te pondría caliente y suplicarías para que te folle como Hemmings no lo hace.

Kait aguantó la respiración y cerró los ojos, dejándose llevar por las palabras de Michael.

Odiaba que Michael siempre fuese así, iba, la provocaba y luego seguía jugando sus videojuegos normalmente. Michael Clifford la podía frustrar sexualmente aún teniendo ella novio.

—No serías capaz —le retó.

Las manos de él recorrieron lentamente sus muslo basta una posarse en la espalda baja de la chica.

—No me retes, gatita, que cuando las chicas me retan reciben un castigo.

Dejó un húmedo beso en el cuello de la chica y Kaitlyn pudo sentirse desfallecer ahí.

—¿Qué clase de castigo, Mikey? —se atrevió a preguntar. Involuntariamente echó sus caderas hacia adelante, buscando sentir algún contacto con Mike.

—Uno que te complacerá más de lo que crees —dio otro beso en su cuello.

Terminó de bajar su mano y apretó el culo de la chica.

Un sonoro gemido salió de los labios de ella.

—¿Ves? Si Luke hace algo así te tendrá a la palma de su mano.

Michael pensó que Kaitlyn se quitaría de su regazo y trataría de irse, pero no. La sintió mover su caderas, rozando su notable erección.

—Ni siquiera debería querer todo esto, tú eres mi amigo y Luke mi novio. No deberías estar acá hablándome sucio mientras me prendes.

—Así que te prendo, gatita —volvió a besar su cuello. Podía sentir la respiración pesada de la chica—. Kaitlyn, tú lo dijiste, soy tu amigo, yo sólo quiero lo mejor para tu relación con Luke —mintió—. No me importaría enseñarte lo que desees para que él no te deje.

Sus palabras eran tan hipócritas consigo mismo, pero si con eso tenía la oportunidad que estaba viviendo.

Teach Me, Daddy |mgc|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora