Capitulo 3.

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Despierto en el tren rumbo al capitolio, luego de varias horas atrás de intentar conciliar el sueño fallidamente; asumo que durante el trayecto del Distrito 7 al Capitolio, he dormido solamente 4 horas. Suficientes como para no perder la cordura en lo que queda de viaje. A mi alrededor por todo el suelo yacen desparramadas las almohadas color verde y las mantas amarillas, dando una total inconformidad en comparación con el resto de la muy ordenada habitación. Todo aquí parecía ser frágil, en paralelo con la rusticidad de las cosas en mi Distrito. Mientras que aquí los candelabros de cristal iluminaban las habitaciones, en casa solo teníamos velas o antorchas. Disponemos de electricidad solo en los sectores de trabajo y en la zona adinerada del Distrito. 

Ademas, mientras que aquí las paredes eran decoradas con extensos y llamativos tapices, en casa las paredes eran atravesadas por enormes grietas que nos avisaban que la casa estaba a punto de desmoronarse. También, la cantidad de muebles era innecesaria hasta el punto de que nos dejaban muy poco espacio para movernos entre los vagones, mientras que en casa las rusticas cillas de madera tosca eran casi un lujo.

Era inevitable no cuestionar la forma en la que el capitolio administraba de forma injusta los recursos, ya que mientras que acá podían atragantarse hasta sufrir un paro cardíaco, en casa moríamos por no ingerir nada en mucho tiempo.

 No recuerdo mucho del día anterior. Ni siquiera recuerdo como llegue al tren. Pero es hora de dejar todo atrás y resignarme a volver al distrito 7. No digo que no pueda ganar los juegos - Si soy lo suficientemente inteligente probablemente los gane-, pero prefiero no ilusionarme o adentrarme en falsas expectativas.

Alguien toca la puerta y vuelvo a la realidad. Prefiero ignorarlo. Hacía mucho que no dormía tanto y en una cama tan cómoda, así que me meto en las sábanas y cubro mi cabeza con una almohada.

El repiqueteo de la puerta nuevamente me despierta, pero esta vez va acompañado por una voz chillona.

-Despierta niña, hay mucho que hacer. No me hagas decirle a un Avox que vacíe sobre ti una cubeta con agua helada.- El sonido de sus tacones me indica que ya se fue, pero ya debería despertar.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Cepillo mis dientes, mojo mi cara en agua fría. Quiero darme un baño, pero las duchas son confusas, y no entiendo para que son la mayoría de los botones. Le pediré a un Avox ayuda más tarde.

Camino lentamente descalza sobre el suelo frío al próximo vagón.

Me detengo al ver el exuberante banquete del vagón comedor: Huevos, tocino, salchichas, todo tipo de purés y cremas, una jarra de zumo de naranja y algunas cosas que no conozco, lo que hace que deje escapar una sonrisa. Nunca había podido probar un banquete semejante.

En el vagón están Caz, Regil y Ethan sentados en una mesa de caoba.

-Buenos días señorita pesimista.-La extraña mujer lanza la frase en son de broma, pero ambas sabemos que siente cierto resentimiento por mi actitud negativa en la cosecha.

-Déjala en paz Regil, yo hubiese hecho lo mismo.-Mi mentor este año sera Caz. Ojos color café oscuro, cabello negro indeciso. Fácilmente podría ser mi padre, a excepción de ciertos reflejos castaños en su cabello.

Probablemente su edad ronde entre los 25 y 30.

Regil tenía unos 34 años. Su vestido era semi-transparente con reflejos celestes, tenía varios accesorios color café y una peluca de caída ondulada color castaño.

Camino lentamente algo apenada y me siento en el extremo mas alejado de la mesa. Caz es agradable y me invita a sentarme junto a el, pero mis mejillas están rosas por la verguenza.

Tomo un plato, coloco huevos, salchichas, tostadas y jalea. Mientras me sirvo un poco de zumo de naranja levanto mi mirada: Todos tienen sus miradas clavadas en mí.

-Descuida, eres una de las mas educadas que hemos tenido. El año anterior una chica le arranco la peluca a Regil por un muffin de bayas.- No puedo evitar sonreír, pero Regil me mira fríamente y bloqueo mi sonrisa. Además, esta actitud de Niña-Risueña no va con mi premeditada estrategia de Roca-Fría.

-Tranquila nena, relájate y come un poco. Les espera un día algo atareado.- Regil intenta ser algo amable, así que ingiero bocados pequeños para controlar mis ansias de comida fresca.

Unto un poco de jalea en la tostada y observo detenidamente a Ethan. Cada movimiento con los cubiertos es ágil y delicado. Se da cuenta de que lo observo y aparto mi mirada rápidamente.

-Así que tu eres nuestro mentor ¿Cierto? Se supone que debes ayudarnos.- Son las primeras palabras de Ethan desde que entré al vagón. Mientras espera la respuesta moja un panecillo en una taza de chocolate caliente y mira detenidamente a Caz.

-Solo soy su mentor, no puedo hacer mucho por ustedes.

-Pero ya ganaste los Juegos, deberías decirnos como sobrevivir.- Ethan se molesta un poco por la actitud de Caz, pero sigue con su chocolate caliente.

-¿En realidad quieren los concejos de un hombre resentido con el capitolio? Todo lo que yo les diga les hará ganarse el odio de Snow. Y eso no los ayudara en nada.

-Es tu obligación ayudarnos, para algo estas aquí. Es tu maldita responsabilidad decirnos como sobrevivir.- Ethan está gritando y se levanta de su asiento, apoyando las manos contra la mesa.

-¿Quieres saber como sobrevivir? Sonríe y saluda niño, es lo único que les dará una oportunidad entre los otros 22. Si no se ganan la simpatía de Panem serán otros tributos de relleno.

Ethan retoma su asiento y vuelve a su chocolate caliente. El espectáculo es genial, estuve apunto de reír, pero Regil no paraba de lanzarme una mirada ocasional.

De lejos se escuchaba una multitud. Todo el tren se sume en una oscuridad al atravesar el túnel y de repente el ruido se hace mas potente. La multitud de extrañas cabezas multicolor se puede ver desde mi asiento, y sus gritos se hacen mas potentes mientras mas nos acercamos a la ciudad.

-¿Por que no empiezas a sobrevivir, niño?- Caz lanza una mirada desafiante y una sonrisa macabra. Luego se centra en su café.

-Ya terminé de comer.- Ethan toma un muffin, se levanta de su asiento y se dirige a su habitación. Caz esboza una sonrisa burlona y ahora yo soy su objetivo.

-¿Y tu que, linda? ¿Que esperas para "Sobrevivir"?-Caz aun sonríe y muerde su labio inferior, esperando una respuesta.

-¿Que no vez? Aun no acabo con mi muffin.-Tomo el muffin con mis dos manos y giro mis ojos en otra dirección.

Caz se levanta de su asiento mientras sonríe y niega con su cabeza.

-¡Que par de personajes Regil!- Exclama mientras ríe.

Regil lanza un bufido y sigue tras el. Yo me quedo un rato más en el vagón comedor mientras sonrío entre dientes.

Ethan me agrada, pero quiero matarlo, y creo que Caz espera que lo haga.

¿Por que no hacerle el favor?

Los Juegos Del Hambre: Johanna MasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora