Mal agradecida

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Al día siguiente, yo seguía en la misma e incómoda posición que en la noche anterior cuando me quedé dormido en la silla afuera de la habitación de Camille; podía entrar a verla pero prefería no hacerlo, sólo lograría alterarla. Estaba mirando el aviso que estaba en la pantalla de mi celular "Batería baja" hasta que el ruido de la puerta abriéndose me hizo ignorar eso y girar mi rostro hacia esa dirección.

-¿Ya estás feliz? - exclamó la rubia mientras me daba un empujón - ¡Te dije que podía sola! - volvió a empujarme

-¡Hey! - tomé sus muñecas - ¡Solo quería ayudarte, Camille! - dije desesperado mientras ella forcejeaba conmigo

-¡No necesito tu ayuda ni la de nadie! - el volumen de su voz iba aumentando

-¡Deberías agradecer que alguien se tomó la molestia de quedarse contigo! - grité

-¡No te lo pedí! - gritó aun más fuerte llamando la atención de los guardias de seguridad provocando que uno se acercara a nosotros

-¿Todo bien, señorita? - preguntó el guardia con su gruesa voz

-¡No! ¡Aleje a este sujeto de mi! - dijo exasperada la ojiazul

-¿Qué? - miré impactado por lo que oía

-Acompáñeme - el alto hombre me tomó de los brazos y comenzó a caminar con dirección al elevador

-¡No! ¡No puede sacarme! - lo observé y regresé mi mirada a la chica - ¿Me quedé toda la maldita noche y no eres capaz de agradecerme? - ella sólo se limitó a ignorarme olímpicamente

Una vez en la calle, el fuerte guardia me soltó  y se burló de mi.

-Chico - llamó mi atención entre risas - creí que era tu novia - lo fulminé con la mirada y trató de tranquilizarse un poco - Deberías intentar otra cosa para conquistarla

-¿Yo? ¡Nadie querría ser pareja de una chica como ella! - dije furioso por lo que acababa de pasar y me senté en la banqueta.

No podía creer que Camille me hubiera hecho eso, debí suponerlo. Despues de 30 minutos ya estaba fastidiado de esperar a mamá en el hospital; mi celular había muerto y no tenía algo mejor que hacer que mirar a la gente que entraba y salía de ese lugar, agradecía profundamente que no hubiera reporteros en ese instante.

-¿Qué haces aquí, Gus? - llegó finalmente mi madre

-Camille hizo que me sacaran del hospital - dije más tranquilo - esa chica está demente, mamá - me levanté la abracé fuertemente

-¿Le hiciste algo, hijo? - alzó una ceja y yo la miré incrédulo por lo que oía

-¡No le hice nada! Está molesta porque me quedé, dijo que no necesitaba mi ayuda - me crucé de brazos

-Pobre niña - negó mi mamá con la cabeza

-¿Ella? No dormí bien, no cené ni he desayunado por quedarme a cuidar a una extraña mal agradecida - reclamé

-Klaus, Dios te lo pagará algún día - sonrió, sabía que diría eso

-Lo sé mamá, pero es molesto - bostecé

-Ya, relájate, traje tu desayuno - estiró su brazo dándome un recipiente con fruta picada y un vaso de café

-Gracias, mami - sonreí 

-¿Te quedas conmigo o prefieres ir a dormir? - preguntó dirigiéndose a la entrada del hospital. Obviamente no iba a dejarla sola a pesar que estuviera muriendo de cansancio

-Puedo quedarme un poco más - dije acercándome a ella.

Después de un arduo trabajo de convencimiento de mi mamá con los guardias, me dejaron entrar nuevamente al hospital. Era incómodo ya que las enfermeras y algunas personas más me veían como si realmente hubiera hecho algo terrible.

-¿Familiares de Henrriete Garner? - se acercó un médico

-Yo soy su amiga - mamá se acercó a él - ¿Cómo está ella?

-La señora Garner se encuentra fuera de peligro, en dos horas más será dada de alta, sólo que...

-¿Qué pasa? - interrumpió mi madre al hombre de bata

-La señora sufre una muy fuerte depresión y, según su hija, no es la primera vez que trata de suicidarse - eso me dejó perplejo - yo le recomiendo que vaya aun centro de rehabilitación que se encuentra en Italia, será internada pero podría servirle de mucho - mamá mantenía su boca tapada con sus manos - es lo mejor para ella - el doctor apretó su hombro gentilmente y caminó por el pasillo hasta desaparecer de nuestras vistas

-Mamá... - la miré con el ceño fruncido - ...ni se te ocurra - advertí

-Quiero hacerlo, Gus - me observó preocupada

-No, no dejaré que vayas sola a Italia

-Samara podría acompañarme - dijo - tú harías lo mismo por Bill, Georg o Tom - acarició mi mejilla. Tenía razón, yo sería capaz de eso y más para ayudar a mis amigos.

Después de unas horas, Camille y Henrriete fueron dadas de alta; regresamos al condominio pero me sentía sumamente incómodo. Me había enfadado tanto lo que había pasado más temprano que verla era lo último que quería en ese momento.

Una vez en el condominio, mamá decidió acompañarlas hasta su casa; como era de esperarse, la chica rubia que tanto me agradaba (que se note el sarcasmo) no me dirigió la mirada ni se digno a mirarme, así que decidí ignorarla e ir a mi casa. Cuando entré, pude notar un olor a tabaco, muy peculiar, entonces supe quien estaba en la sala.

-¡Papá! - entré y abracé al hombre que se encontraba viendo T.V, tal parecía que había llegado en la noche

-¡Gustav! - me abrazó fuertemente - ¿Cuando llegaste?

-Hace dos días ¿Qué tal tu viaje? - pregunté sentándome en el otro sillón

-La conferencia fue excelente, ¿qué tal Hawaii? 

-Es increíble, papá, Bill y yo jugamos ajedrez casi todo el tiempo, fue muy divertido - sonreí al recordar los berrinches de mi amigo cuando perdía

-Me alegro, ¿En dónde está tu mamá? - preguntó papá

-Está en casa de una vecina, ya te contará cuando llegue

-¡Llegué! - anunció mi madre quien, después de ver a papá sentado, mostró una sonrisa deslumbrante - ¡Regresaste, amor! - exclamó emocionada y fue recibida por su esposo con un beso

-Bien, subiré a dormir, siento como si pudiera desmayarme en cualquier momento - dije y subí a mi habitación - ¡Cama! ¡Dulce y suave cama! - suspiré aliviado después de acostarme y sentir como mi espalda se relajaba en el colchón -  Hora de descansar.

I Will Be (Gustav Schäfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora