Capitulo 24

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Ya no podíamos seguir perdiendo el tiempo, debíamos llegar a toda costa a mi casa, la cual calculaba que aun faltaban como 3 o 4 kilómetros para llegar, lo cual podría hacerse una eternidad tomando en cuenta la desaparición momentánea del ente, aunque probablemente esté actuando desde mucho más profundo que antes, por cada minuto que pasa puede ser un paso que logra para infiltrarse definitivamente en mi mente y regresarme a ese vacío en mi psique sin posibilidad remota de volver a controlar mi cuerpo.

Evangelin y mi compañero estaban visiblemente exhaustos, tanto por el gran recorrido que hemos hecho desde la comisaria hasta la carretera donde nos encontrábamos; como por el cansancio premonitorio sobre la dura prueba que sería el confinamiento definitivo de aquella criatura en el espejo del que salió, además que si seguíamos caminando tal vez no llegaría a tiempo, quien sabe cuánto tiempo tendría antes de que vuelva a perder el control de mi cuerpo, cada minuto era oro, así que nos dispusimos, aun sabiendo que no podríamos tener éxito a tan altas horas de la noche, en lo que llevábamos recorriendo la carretera no habíamos visto pasar ni un solo auto.

Sin embargo, parecía que íbamos a tener suerte, ya que dos luces ligeramente tenues comenzaron a hacerse presente a escasos metros de donde estábamos, era un Chevrolet Aveo gris oscuro un poco deteriorado, al estar más cerca pude detallar mejor al conductor: era un señor que le calculaba unos cuarenta años, llevaba una franelilla manchada de grasa de motor y unos pantalones negros desgastados, su cara mostraba señas de intranquilidad y de un despabilamiento que parecía rozar con la locura, sin embargo sus facciones parecían mostrar tranquilidad casi absoluta.

-Vaya, vaya, que hacen ustedes tres a estas horas de la noche por aquí- decía con una voz ronca y pronunciada, como si hablara con dificultad
-Bueh.. Bueno... no... nosotros- balbuceaba bastante intranquilo- estábamos acampando aquí cerca y nos perdimos, hace poco fue que pudimos ubicar la carretera, necesitamos ir a la ciudad urgentemente
-Vaya eso sí que es desafortunado, aunque es muy sospechoso verlos a ustedes a estas horas por aquí, como se yo que no me robaran si les permito subirse
-Por favor, de verdad cree que tendríamos esta intención
-Quien sabe, este mundo está lleno de locos- decía mientras esbozaba una sonrisa muy extraña
-Solo queremos volver rápido a nuestra casa señor- dijo Eva con más prudencia- nuestra familia debe estar muy preocupada
-Seguro que debe estarlo, vivimos en una sociedad donde el peligro acecha cuando sales a la calle, estar tranquilo es ser estúpido
-¿Nos permitirá entonces subir?- dije con cierta insistencia
-Bueno, no creo que vaya a pasar nada durante su estadía en mi coche, esperemos que el recorrido no sea muy largo, necesito llegar raudo a mi hogar
-Le prometemos que será un recorrido corto

Aunque estaba dudoso por aquel sujeto, que tenía una pinta muy sospechosa y podría tener terribles intenciones si decidimos subirnos a su autobús, no teníamos otra opción, quien sabe cuánto pasaría para volver a ver pasar otro vehículo por aquella carretera, si llegara a pasar algo, buscaría la peligrosa alternativa de invocar a la criatura, aun con el riesgo de perderme para siempre.

Evangelin y el muchacho se subieron en la parte de atrás, mientras yo me puse de copiloto, el sujeto quito el freno y comenzamos a avanzar más o menos rápido, teniendo como única lumbrera las luces del autobús que iluminaban la carretera.

-A donde los llevo- dijo el señor con cierta expectación
-Necesitamos ir al sector Calles del Rosal, sabe dónde queda
-Si, allí viven unos primos míos, no tardaremos mucho, conozco un atajo para llegar rápidamente al lugar
-No sería más seguro ir por la carretera
-Tengo prisa saben- dijo esbozando una mirada de preocupación- además pasaremos muy rápido, será como un ave recorriendo entre los edificios de una ciudad
-Esperemos que así sea

No había terminado de hablar cuando vimos el lugar tan descampado por donde se supone que había un atajo para llegar a mi hogar, era un sendero rodeado de un espeso bosque que tendría muy intranquilo a quien quisiera pasear por aquellos lugares a esas horas de la noche, por lo que esperábamos pasar lo más rápido posible aquel sórdido sendero.

No habíamos recorrido ni cien metros cuando el conductor detuvo el carro y se bajo rápidamente

-Ya vengo, necesito orinar aquí cerca

No sabíamos que esperar a partir de aquí, esto parecía la típica escena de película donde el asesino deja a sus víctimas a mitad de un lugar totalmente alejado de todo para que sea mucho más divertido para el sujeto asesinarnos, aunque debo decir que comparado con todo lo que me ha ocurrido en las últimas semanas, esto sería lo más normal que me ha ocurrido

-Que vamos a hacer- decía el muchacho mientras revisaba las cosas que tenía en su bolso- esto no me da buena espina, este tipo podría matarnos al tenernos en este lugar
-Es cierto Andrés- decía Eva claramente preocupada- debemos escapar antes de que ocurra algo peor
-Eso sería peor- dije sin esconder mi preocupación- en el lugar en el que estamos seria arriesgarnos a encontrar cosas peores que el propio tipo con el delirio que tenemos que podría ser peligroso; recuerdo cuando estuve perdido en el Ávila y encontré una criatura muy rara, algo así como un perro enorme, con ojos verdosos y una piel más parecida a una niebla corrosiva
-No puede ser- decía el muchacho claramente sorprendido- había un perro de tindalos en el Ávila
-¿Un qué?
-Una criatura muy extraña que puede ser convocada con un libro muy oscuro llamado Necronomicon, esas bestias pueden consumir a las personas tanto como bestias que como pesadillas, que hayas sobrevivido a uno de ellos es algo increíble
-Bueno, en parte se lo debo al ente, agarro a la bestia y la apretó de tal forma que murió desangrado por sus propias hemorragias
-Cada día me impresiono más de la fuerza de esa entidad
-Podrían dejar de hablar tontería y pensar que vamos a hacer- decía Eva entre confusa y molesta- el hombre lleva rato allá afuera, quien sabe si nos trajo aquí para tendernos una emboscada con otras personas

Evangelin tenía razón, no sabíamos que ocurriría a partir de ahora, en estos momentos no sabíamos si estábamos lejos o cerca de mi hogar, no sabía cuánto duraría el ente dormido y no sabíamos si en estos momentos aquel sujeto estaba entre los arboles planeando solo o con otros compañeros algún plan macabro o depravado contra nosotros, sea como sea teníamos muchas razones para estar preocupados y quedarnos allí sin hacer nada solo crearía un velorio innecesario de toda esta situación.

De repente salió de entre los arboles el señor, pero cargaba entre sus brazos lo que parecía ser un silenciador oxidado, parecía en su rostro una perturbación más profunda que antes al verlo en la carretera

-Hola amiguitos como están
-La verdad bastante cansados- decía como si no viera la situación con seriedad- podríamos irnos de una vez
-La verdad no podemos irnos aun, menos sabiendo que estaban planeando robarme a mi
-Que está loco, nosotros no íbamos a hacer eso, solo queríamos un aventón
-NO ME MIENTAN- decía mientras agitaba de un lugar a otro aquel fierro oxidado- conozco a los jóvenes como ustedes, corruptos como esta sociedad, aprovechándose de la bondad de las personas que deciden ayudarlos para luego dejarlos desnudos y sin hogar
-Solo queremos irnos- dijo el muchacho aun revisando su bolso- no queremos problemas, somos personas de bien
-Bien amolados van a quedar, bájense de mi auto, no permitiré que unos maleantes vengan a usurpar el fruto de mi trabajo
-Por favor no queremos que ocurra nada malo con usted...

En ese momento comencé a sentir una extraña y violenta revolución en mi estomago, era como si alguien me apretara fuertemente el abdomen como si quisiera partirme en dos, poco a poco perdía la conciencia y la situación en aquel escarpado se pondría bastante terrible.

El miedo es un espejismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora