Capítulo III

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No era lo mismo añorar entrar a esa casa que hacerlo realmente. Para Axel fue como adentrarse en un mundo completamente distinto, un sitio muerto, lleno de silencio, penumbras y misterio. Siempre investigaba desde su silla en el cuarto de estudio detrás de un buen libro, un periódico o algún artículo en internet, nunca en trabajo de campo. Era la primera vez que salía de casa para ir a un lugar presuntamente embrujado.

Conforme daba cada uno de sus pasos podía escuchar las hojas secas de los árboles crujir bajo sus zapatos. Sus amigos iban frente a él por entre un grupo de arbustos oscuros sobre un sendero de tierra en dirección a la casa.

—¡Manténganse juntos detrás de mí!—pidió Juan desde la delantera. A él siempre le gustaba ir al frente, liderando al grupo. Sentía que era un líder nato y lo dejaba bastante claro al luchar siempre por tener la razón.

Detrás de Juan, Axel lo seguía acompañado por Lidia, quien no paraba de hablar acerca del artículo que iba a escribir después de esa visita para el alumnado.

—¡Esto va a quedar genial en el periódico estudiantil!—dijo extendiendo las manos frente a ella, cómo si imaginara la noticia impresa—, visita a casa local embrujada ¡Me encanta!—confesó con una enorme sonrisa.

Axel le devolvió esa sonrisa pero no dijo más, realmente no pensaba en el diario estudiantil. Su cabeza está a enfocada en esa casa a la que se aproximaban poco a poco. No a muchos metros estaba lo que en su tiempo abría sido la puerta principal, que ahora solo era un hueco oscuro que los llevaría al interior de tan tenebroso inmueble.

—Deberiamos regresar—dijo Adriel con tono de molestia—, esto es bobo—gruñó desde la parte de atrás, al lado de Ricardo.

—¿Tiene miedo la nena?—preguntó Ricardo con una sonrisa burlona. Axel y Lidia no pudieron evitar reír ante el comentario.

—¡Yo no tengo miedo!—aclaró Adriel molesto, pero tartamudeando—, ¡soloo que esto es perdida de tiempo!—.

—¡No seas un bebé!—dijo Lidia e iluminó con la linterna el rostro de Adriel, quien molesto se cubrió.

—¡No tengo miedo!—.

—¡Si, eres un bebé!—Ricardo dio un par de carcajadas.

—¡OIGAN!—gritó Juan y todos guardaron silencio para voltear a verlo. Él iluminaba a un punto alejado con los ojos entrecerrados.

Axel, que estaba a su lado se preocupó. Tal parecía que algo no andaba marcando muy bien. Lidia se junto a él en silencio, cómo si buscará protección. Ricardo y Adriel se giraron hacia donde miraba Juan.

—¿Que pasa?—preguntó Adriel con los ojos como platos.

—Creo que escuché algo por allá—indicó Juan.

En ese momento, todos los presentes fueron testigos de algo que nunca antes habían presenciado. Fue un momento de angustia, el viento se detuvo, las copas de los árboles dejaron de mecerse y todos los demás sonidos alrededor se detuvieron por un instante. Axel miró a los alrededores con una sensación de preocupación enorme. Su instinto fue tomar a Lidia del hombro y colocarla detrás de él, mientras que Adriel y Ricardo voltearon a verlo con los ojos como platos.

—Todos adentro—ordenó Juan con gran seriedad.

Ninguno replicó, el primero fue Adriel, quien seguido de Ricardo paso por encima de unas ramas secas que estaban perfectamente de pie se internó a lo que algunos años atrás fue el recibidor de la casa. Lidia paso saliva y con la mano de Axel en su espalda se giró y entró, mientras que Juan espero un momento.

—¿Qué pasa Juan?—cuestionó Axel, quien aún se mantenía al lado del líder.

—Solo precaución—dijo el chico calvo y lo acompañó para que ambos se sumaran al resto.

BRUJA | Cazadores Nocturnos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora