Otro día de mierda más que se avecina. Y yo sigo sin salir de este maldito pozo en el que decidí (o me vi obligada) a entrar. Cada día más sola, y más triste. ¿Cuántas veces se me habrá pasado por la cabeza eso de quitarme del medio? Y no, no soy ninguna loca suicida. Simplemente hablo de huir, de irme lejos y dejar de ser un estorbo.
Hoy he decidido no asistir a la primera clase, así por consiguiente, no sé cuando veré a Emma. Aunque tampoco me preocupa, y dudo que a ella le preocupe. Total, no va a estar sola. Camino por las calles un tanto solitarias a estas horas de la mañana, y empiezo a recordar cosas de cuando era pequeña, de hace unos años o simplemente de hace unos meses, un año. Llego al lugar donde solíamos ir papá, mamá y yo cuando eramos una familia unida, y feliz. Cuando todo era calma, cuando la vida nos sonreía. Me siento en un banco viejo y un tanto oxidado, y observo el paisaje. Está todo tan deteriorado. Las plantas no tienen color, el parque apenas tiene vida, los árboles están descuidados, y apenas hay niños jugando allí. Ni siquiera hay mayores. Cómo cambian las cosas, ¿no?.
Empiezo a darle vueltas a la situación que tenemos ahora y acabo por darme cuenta de cuánta ayuda necesita mi padre y que poca le estoy dando. Creo que desde que perdimos a mamá, no le he visto sonreír de verdad ni una sola vez, y joder, ha pasado un año. Siempre que habla con el señor del traje negro, más tarde me cuenta esperanzado, que hay alguna prueba absurda sobre quien se llevó a mamá y quien acabó por matarla. Y eso es lo que más me duele; ver como le brillan los ojos, ver como piensa en que algún día podremos encontrar el maldito cuerpo y que por fin podremos deshacernos de las notas de anónimos hablando sobre ello. ¡Devolvednosla joder!
Cuando quiero darme cuenta, ya estoy hecha un mar de lágrimas. Y, aunque he de decir que odio llorar en sitios públicos porque soy demasiado orgullosa como para ello, creo que lo necesitaba; y además, no va a verme nadie, si aquí no hay ni rastro de vida humana. Me seco la cara con los puños de la ropa y me levanto de allí, ya que hasta el instituto me queda un largo camino y debería entrar en la siguiente hora.
Cuando llevo algo así como tres horas de clase, estoy realmente aburrida y apunto de quedarme dormida. Así que rezare todo lo que sepa para no hacerlo o me supondrá un parte más. Algo que no me conviene. Aún no he visto a Emma por ningún lugar, y es algo que me parece extraño, ya que he salido en todos los cambios al pasillo y he acudido en varias ocasiones al baño. Cuando por fin suena el dichoso timbre de salida, me voy directa y veloz a la puerta del instituto con la esperanza de llegar a casa y que el día mejore. Pero no. Nada más salir, me encuentro al grupito de Emma ( ella incluida) rodeada de chicos. Y bueno, no me parece sorprendente, las chicas son realmente atractivas. Lo que me sorprende es encontrarme a Emma colgada del brazo de Ian. Obviamente era lo que me faltaba por ver en estos días.
Decido acercarme al puñetero grupito, aunque realmente viendo la rabia que tengo contenida, no sé si es la mejor opción. Pero nada, allá voy.
-Hola Emma- escupo lo más borde que pueda haber sonado jamás- ¿podemos hablar un momento?
- Oh, emmm.. claro. - su voz dudosa aún me enfurece más si cabe. Ahora obviamente no sabrá que cojones me pasa, ¿no? Porque claro, como no es mi amiga y no sabe lo que es Ian para mi. Osea, quiero decir era.
- ¿Se puede saber que haces tan acarameladita con Ian? - desprendo furia por los poros de mi piel.
- Es que, a ver, lo ha dejado con su novia y solamente estaba consolándolo.
- Oh, si, claro, consolándolo; con esa sonrisa de estúpida en la cara, ¿no? No Emma querida, no. Podría esperarme esto de cualquiera de tus amiguitas que no hacen otra cosa más allá que pensar en tíos, pero ¿de ti? De ti no. Eres la única que me quedaba.
Y bueno, no sé como, pero después de esto me vi envuelta en una pelea con Emma y las chicas de su grupo. Y tras recibir varios golpes, alguien decidió que ya estaba bien y que era hora de separarnos. Oh, pero no os lo perdáis. Lo mejor era ver como Ian se reía de todas. Y cuando digo de todas es de todas, ese chico no tiene compasión por nadie.
Obviamente, esta pelea no iba a quedar sin castigo. El instituto nos hizo entrar de nuevo al puñetero edificio que tanto detestaba y tras una buena represalia por parte del director y su lame culos, nos pusieron un parte por mala conducta a cada una; y algunas fueron expulsadas unos días del instituto por varios partes acumulados. Gracias a dios que yo no me vi en esa, porque era lo que le faltaba a mi padre.
Emprendí de nuevo camino a mi casa, esta vez sin percances, y cuando llegué subí directamente a mi habitación antes de que mi padre pudiese apreciar el destrozo que traía en cara, brazos y el costado. Supongo que podría arreglarlo todo con un poco de maquillaje. Cuando apenas me faltaban unos pequeños retoques y intentar tapar la herida del labio, la puerta de mi habitación hizo el amago de abrirse. Y menos mal que había echado el pestillo.
- Diana, ¿estás bien? - Su voz se escucha realmente preocupada.
- Si, si. Enseguida bajo a comer. No te preocupes. - Intento que mi voz suene lo más normal posible, aunque creo que tiembla más de lo que esperaba.
Escucho como papá comienza a andar de nuevo y el sonido se aleja cuando comienza a bajar la escalera, supongo. Termino de retocarme y obviamente no consigo tapar la herida del labio de ninguna de las maneras. Me tomo unos minutos para inventar alguna excusa para la herida y alguna otra para el por qué de haber subido sin ni siquiera saludar. ¡Claro! Para el labio puedo decir que me di con una mesa, y para lo otro, que me bajó la regla. Y vale, a cual más absurda. Pero dudo que mi padre tuviera la cabeza tan despreocupada como para pensar en ello. Así que con suerte, no haría más preguntas de las necesarias y saldría bien de esta.
Bajo a la cocina para encontrarme con mi padre y poder devorar esa comida que huele tan rico por toda la casa. Y de hecho, hoy tengo hambre. Pero cuando bajo, lo que me encuentro es a mi padre de nuevo cabizbajo, en una de las sillas y mirando una nota que tiene en la mano. Otra más.
" ¿Y si no está todo perdido?"

ESTÁS LEYENDO
Ahora.
Ficção AdolescenteCuando estas al borde borde del abismo, aparece alguien que es capaz de sujetarte. Y, aparece de tal forma, que todos tus pedazos rotos, se vuelven compactos.