Capítulo 6- Un despertar incómodo

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Una gran comodidad la envolvía desde lo más profundo de su ser. Su cabeza daba un poco de vueltas y se sentía mareada. Definitivamente se había pasado tres pueblos con el alcohol. Se revolvió un poco en la gran cama en la que se encontraba estirada. Le incomodaba un poco la luz que entraba desde una de las ventanas. Quería seguir dormida y, aunque quisiera seguir con sus ojos cerrados, sabía que era hora de levantarse.

A regañadientes, se volvió a revolver en la cama y la colcha se descolgó. Una vez que las sábanas ya no la cubrían comenzó a abrir sus ojos. Una vez los abrió observó ese lugar. Echó un vistazo alrededor y se extrañó. Aquella habitación, aunque era muy parecido al que ella se hospedaba, era un tanto distinto.

Observó cómo había un toque algo masculino, simplemente porque había varias ropas masculinas esparcidas por el lugar. No era muy difícil no deducirlo. Al revolverse un poco más para incorporarse observó que a su lado había un hombre. ¿Un hombre? Espera, ¿qué hacía un hombre al lado suyo dormido? ¿Había hecho algo raro mientras estaba bajo los efectos del alcohol?

No era posible. Esto nunca le había sucedido. Se miró lo que llevaba puesto y llevaba una camiseta que le venía demasiado grande. No podía ser. No se acordaba de nada. Se levantó de la cama, intentando no despertarle, y se dirigió al baño. Al entrar se vio al espejo. Se veía un poco demacrada. Efectos del alcohol.

Unos sonidos las distrajeron. Venían de fuera de la habitación. Lo más seguro es que aquel chico ya se estaría despertando. Unos nervios le comenzaron a dominar, y no sabía exactamente qué decir. Se moría de vergüenza al solo pensar en pensar estar frente a esa persona.

Se comenzó a mover nerviosa por el baño, pensando qué podría decir. ¿Lo siento pero no me acuerdo de que tuviéramos sexo? No, definitivamente eso estaba descartado. Los pasos comenzaron a escucharse acercándose a donde estaba ella.

El momento del encuentro incómodo se acercaba y ella no estaba preparada. Es que nunca le había pasado nada parecido y no sabía cómo reaccionar. Unos toques en la puerta la interrumpieron de sus pensamientos, seguido de una profunda voz.

-Buenos días, ¿estás bien?

-Eh, yo, um... sí, gracias, estoy bien-respondió, algo cortada por los nervios.

-Si necesitas algo avísame.

Aquella voz mostraba señales de preocupación. Algo dentro de ella le confortó y le dio ánimo para enfrentarlo. Poco a poco se acercó a la puerta, y con algo de nervios abrió la puerta. Al salir se encontró con un chico pelirosa, alto y con una mirada jade que le dejó sorprendida.

Él se alegró al verla. Le encantó al verla y creyó que era la adecuada. Él de por sí era muy enamoradizo y eso le causaba bastantes desacuerdos amorosos. En sus antiguas relaciones siempre le dejaban por lo mismo. Él quería algo serio y ellas no querían.

Aunque igualmente nunca se dejó vencer. Nunca se rendiría, encontraría a la adecuada.

Observó bien a aquella mujer. Se notaba que estaba nerviosa y le daba cierta vergüenza presentarse delante de él. Una sonrisa tierna se le formó en la cara. La veía muy tierna con su camiseta.

-H-Hola, lo siento, pero yo...-comenzó a murmurar con nerviosismo.

-No te preocupes, seguro que estás nerviosa. Mejor ven, vamos a desayunar.

Ella acabó aceptando aun nerviosa, pero era confortante. Su actitud era bastante abierta y la hacía sentir a gusto. Avanzaron hasta una pequeña mesa con un par de sillas y se sentaron. Delante se encontraba un par de croasaints con un par de zumos de naranja. En definitiva, el desayuno que él había pedido.

Se sentaron uno al frente del otro y comenzaron a comer. Al principio comían todo silenciosamente. Aun se sentía algo nerviosa.

-Esto, nosotros, umm, ¿hemos hecho algo?-preguntó nerviosa como ella sola.

-¿Nosotros? No, no hemos hecho nada-respondió algo divertido.

-Entonces, ¿por qué estoy con una de tus camisetas?

-Pues porque te quedaste profundamente dormida cuando nos acabábamos de conocer y no te podía dejar allí. Y para dormir te puse una de mis camisetas.

-Entonces... tú...¿me...has visto desnuda?- preguntó roja de la vergüenza.

-Bueno... lo siento por eso, pero no te podía dejar dormir con el vestido que llevabas.

-Esto... no pasa nada, después de todo solo querías ayudar. Muchas gracias.

-De nada, por cierto ¿cómo te llamas? Ayer no acabaste de decirme cómo te llamabas.

-Pues yo me llamo Lucy, ¿y tú?

-Yo, bueno te lo dije, pero supongo que no te acuerdas. Me llamo Natsu Dragneel.

Siguieron su charla  de una forma amena. Lucy se sintió cómoda con él, era algo bastante agradable pasar tiempo con él. Tras haber pasado toda la mañana con aquel chico, Lucy volvió a su habitación. Al llegar, se fue a darse un baño, uno más privado. Realmente lo necesitaba y agradecía tener baño propio.

Mientras se sumergía en la tibia agua de la bañera, comenzó a pensar en todo lo que había pasado. Pensándolo era gracioso. Después de todo lo que había pasado para que fuera un malentendido. Realmente creía que había tenido relaciones con Natsu. Qué locura.

Pensando todo lo que había estado viviendo, acabó de darse cuenta de algo que creía que era importante. Su nombre. Nastsu Dragneel. Algo le resultaba familiar. Pensó profundamente en dónde podría haberlo visto. Hasta que se dio cuenta. Natsu Dragneel. N.D. La carta.

Mensaje en una botella [ConcursoFairy MZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora