Lee

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Nico di Angelo abrió un ojo. Luego abrió el otro. Desde ese momento supo que algo iba mal. Echó un vistazo a un reloj que tenía al lado de su cama, verificando sus temores. Eran las once y media de la mañana.

El hijo de Hades se vistió rápidamente mientras intentaba recordar si ese era un día importante. ¿Era su cumpleaños? No. Entonces, ¿por qué Will no lo había ido a despertar?

Nico estaba orgulloso de poder decir que William Solace, hijo de Apolo, era su novio. Había tardado en acostumbrarse a la idea, pero ya hasta disfrutaba decirlo. De todas formas, si le dieran a elegir la cosa que más le irritaba de Will, el pelinegro definitivamente diría su manía de despertarse a las seis de la mañana. Siempre. Y, claro, ahora que eran una pareja, el mayor no perdía ninguna oportunidad de levantar al hijo de Hades como mínimo a las siete, cosa que lo molestaba, y mucho. Sin embargo, (muy) en el fondo, Nico apreciaba este gesto. Will cada día le decía que lo despertaba en ese horario porque quería pasar tiempo con él. El hijo de Hades podía levantarse hecho una furia, hirviendo de rabia y con las ganas de invocar un ejército de esqueletos entero, pero su novio solamente debía decirle un "Buenos días, Chico Muerte", besarlo en los labios y sonreírle una vez para que todo ese enojo se esfumara completamente. Claro que fingía estar enojado un rato más, sólo para no perder su orgullo.

Por eso es que Nico encontró tan raro el hecho de que nadie lo hubiera ido a despertar. Ya vestido, salió de su cabaña y fue hacia la enfermería, el primer lugar donde debías buscar si querías encontrar a Will Solace. La puerta de la cabaña 13 estaba abierta, de modo que el hijo de Apolo hubiera podido entrar. Quizás algo le había pasado. El pelinegro no lo sabía, y la impaciencia lo estaba carcomiendo.

-Hola, Kayla- saludó el chico a una de las sonrientes hijas de Apolo que encontró en la enfermería.- ¿Has visto a Will?

La chica se puso seria.

-Creímos que estaba contigo- contestó haciendo una mueca.- No lo vimos desde la mañana.

Sabiendo que "la mañana" era, para los hijos del dios de la música, desde las seis (y eso había sido hace cinco horas), Nico también frunció el ceño. Murmuró un agradecimiento a la rubia y se dirigió hacia el comedor, en parte porque tenía hambre y en parte porque había posibilidades de que su novio estuviera allí.

Estaba equivocado. El hijo de Hades comió unas tostadas, pero no más que eso. Apenas si podía prestarle atención a su plato, con todas las teorías, temores y suposiciones que tenía de lo que le podía haber pasado a su Will.

Caminó hacia el prado de fresas. Nada. La cancha de baloncesto, nada. El búnker 9, nada. Comenzó a desesperarse más.

Finalmente, se decidió por registrar el bosque. Dio varias vueltas cuando por fin escuchó algo. Era una melodía triste y lenta. Supo inmediatamente que era tocada por su novio. Will tenía la rara capacidad de influenciar a sus canciones con su estado de ánimo. No era capaz de tocar una balada triste si estaba contento, o una canción de estilo enérgico cuando estaba cansado. El hijo de Hades se preguntó por qué estaba triste. Sus hermanos estaban felices como siempre, así que supuso que se trataba de algo de su vida en el mundo mortal. Seguramente un aniversario de muerte. Gracias a su padre, Nico tenía una especie de sexto sentido en lo que a cosas sin vida se refiere.

La melodía sonaba más fuerte a medida que el pelinegro se iba acercando a ella. Miró por todo el sector del bosque hasta que logró distinguir una cabellera rubia que muy bien conocía sobre unas ramas. Se acercó un poco más, intentando pasar desapercibido. Pudo notar al cuerpo de Will sentado en un árbol con una lira en sus manos (N/A: Para los que no sepan, una lira es como una especie de arpa de unos 30-35 centímetros). El hijo de Apolo siguió tocando y tocando. De repente, lanzó el instrumento lejos de él, contra un árbol, haciendo que sus cuerdas se cortaran y rompieran. Nico observó con impotencia como su novio se abrazaba al tronco del árbol y sollozaba. Cada vez que su cuerpo se sacudía, el corazón del hijo de Hades se encogía más y más, hasta llegar al punto de no soportarlo.

SolangeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora