9. Memorial

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Alex suspiró de nuevo. Era la décimo quinta ocasión en que volvía a pensar en Ximena Hargrove.

— Mi padre habló ayer por la noche con el alcalde— Escuchó que decía su amigo Ian a través de la bocina—, y lo oí mencionar que la profesora sería cremada, tal como se había pedido.

— ¿Cremada? ¿Quién pidió eso?

— No lo sé, pero bueno lo importante era decirte que hoy se realizará el memorial en su nombre.

— Espera, pero ¿Qué más? — Imploró Alexander apretando aún con más ahínco el celular contra el oído hasta hacerse daño— ¿Qué dictaminó tu padre?

— Pues no pude escuchar demasiado— Dijo Ian resoplando y se le escuchó rezongar—. No puedo inmiscuirme en las reuniones de mi padre, lo sabes.

— Está bien— Aceptó el chico lobo dándose por vencido—. Entonces ¿a qué hora será?

— A las doce de la tarde en Saint's Church— Detalló el pequeño Ian Köller y añadió— ¿Puedas decirle a Ángela? Creo que ella se siente más en confianza contigo.

Alex puso los ojos en blanco en señal de ironía, con la conformidad de que Ian no podía verlo.

— Ok. Gracias Ian, te veo al mediodía— Concluyó.

— Nos vemos— Dijo su amigo y colgó al teléfono.

El joven Branderburg se retiró el IPhone de la oreja y vio que la pantalla estaba impregnada de sudor debido al calor intenso de su cuerpo; la limpió con la parte baja de su camiseta y busco de nuevo el primer mensaje de texto.

Tras releerlo el chico se debatió entre responderlo o llamar, pero al final optó por lo más sencillo. Un segundo después su dedo índice se deslizó al icono de marcado rápido.

El celular volvió a sonar un par de veces antes de que la voz angelical de la chica nueva se escuchara.

— ¿Hola?

— ¿Ángela? Eh soy Alex, oye una disculpa por no responder tu mensaje ayer, es que... tenía el celular sin batería— Mintió el joven inconscientemente.

Del otro lado se escuchó que Ángela suspiraba.

— Si, no te preocupes, si pensé en eso o en que tal vez no tendrías crédito.

Alex sonrió ante aquella última idea.

>> ¿Y cómo sigues? ¿Cómo te sientes?

— No puedo decir que bien, pero... si estoy mejor. Superándolo. ¿Y tú?

— Podría decirse que en el mismo estado.

— ¿Acudirás al memorial? Será al mediodía, en Saint's Church— Explicó Alex sin más rodeos.

Ángela tardó un momento en responder y cuando lo hizo pareció muy tajante.

— Pues claro, literalmente vivo aquí.

— Cierto— Medio sonrió Alex recordando el momento y lugar de su primer encuentro.

— Entonces te veré aquí en un rato ¿De acuerdo?

— De acuerdo, nos vemos—. Dijo Alexander y en esa ocasión fue él quien colgó. Lanzó el celular hacia un costado y se colocó las manos bajo la cabeza en forma de almohada.

De nuevo lo invadía la incomodidad.

Tal como lo había pensado en el momento en que leyó el artículo del periódico el día anterior, el recuerdo de Ximena Hargrove lo perseguiría hasta la muerte.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora