El dulce aroma a vainilla que desprende su cuerpo impregna mis fosas nasales. La observo detenidamente. Está durmiendo boca abajo, y la sábana solo me deja apreciar su espalda desnuda. Poso mis dedos sobre su columna y comienzo a acariciarla de arriba abajo, provocando que los vellos de su piel se ericen. Poco a poco, sus párpados empiezan a abrirse y una vez que los abre completamente, sus preciosos ojos celestes se fijan en mí.
―Buenos días, mi amor.
―Buenos días ―responde ella con esa sonrisa arrebatadora que solo tiene para mí.
―¿Habéis dormido bien?
―Yo sí, y espero que nuestro bebé también ―contesta, girándose sobre la cama para acariciarse el vientre―. Dentro de poco no podré dormir así ―añade a la vez que se termina de incorporar para sentarse frente a mí.
―Podrás dormir hacia un lado o boca arriba. Lo importante es que lo hagas en esta cama, y junto a mí.
―No se me ocurre una mejor forma de pasar las noches ―sentencia a escasos centímetros de mi boca.
Sin dejar pasar ni un segundo más la rodeo con mis brazos y acerco su cuerpo al mío. Así su dulce aroma a vainilla es más intenso. Sus labios rozan los míos y no puedo resistir la tentación de besarla. Nunca había probado unos besos como los de Carola y, después de descubrirlos, no quiero probar ningunos más. Sus labios carnosos hacen que me evada de este mundo cada vez que se unen con los míos.
Llevo una de mis manos a su entrepierna y siento cómo su cuerpo se tensa. Luego paso un dedo por su clítoris haciendo que la espalda de Carola se arquee ante el roce y, finalmente comienzo a dibujar círculos en él. La otra mano la llevo a su melena. Entremezclo mis dedos entre sus pelos y tiro fuerte de ellos haciendo que la garganta de Carola quede al descubierto para así poder llenar su cuello de besos. Los latidos de su corazón se aceleran y noto cómo se me pone dura. ¡Joder! No sé cómo lo hace pero consigue que se me levante con tan solo una mirada.
―Eres preciosa ―susurro al terminar el recorrido de besos en su oreja.
Cuando introduzco dos dedos en su interior suelta un gemido que me estremece de pies a cabeza, así que uno nuestras bocas en un beso mientras la tumbo debajo de mí en la cama. Al aumentar la velocidad de mis dedos la respiración de Carola se vuelve entrecortada y dejo libre su melena para llevar mi mano a sus pechos.
Mi futura mujer grita mi nombre a pleno pulmón, haciendo que me vuelva loco. Me pone demasiado saber que yo soy quien la hace gemir así. Carola arquea la espalda por el placer mientras estimulo sus pezones y su clítoris, y yo presiono mi erección contra su pierna para que sepa cómo me tiene y, sobre todo, para que me suplique estar dentro de ella.
Solo necesito unos cuantos movimientos más para conseguirlo.
―Por favor... ―Me exige en apenas un susurro.
Dejo escapar una sonrisa y, como si me hubieran dado permiso para entrar en el cielo, me quito los bóxers, y sustituyo mis dedos por mi polla.
―¡Joder¡ ―exclamo de puro placer cuando me introduzco por completo en su interior.
Húmeda y caliente. Siempre preparada para mí.
―¡Dios¡ ―grita ella también extasiada.
Sin apartar los dedos de su clítoris envuelvo sus labios con los míos absorbiendo todos y cada uno de sus gemidos. Mis latidos aumentan, se acompasan a los suyos, y nuestras respiraciones también se vuelven entrecortadas. Acelero el ritmo sintiendo cómo su cuerpo comienza a temblar y sus piernas a dar espasmos. Me encanta cuando se corre en mi polla.
―¡Ahh! ―gime separando nuestras bocas.
Noto cómo mi túnel de satisfacción se hace más estrecho, y me hace saber que su orgasmo se aproxima. No se cómo logro aguantar tanto con Carola, el deseo que tiene hacia mí, hace que despierte más todavía, si se puede, el mío por ella. Me paso las horas imaginándola desnuda debajo de mí, lo curioso es que en la realidad es mejor aún que en mi imaginación.
Tras unas cuantas embestidas más, Carola se corre gritando mi nombre, y yo me vacío para llenarla a ella. La mejor sensación de mi vida, sin lugar a dudas.
―Te amo ―susurro todavía dentro de ella una vez que nuestras respiraciones vuelven a la normalidad.
―Yo también te amo, Tristán ―responde esbozando una sonrisa y moviendo las caderas para que vuelva a hacerla mía de nuevo.
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Hasta que llegaste tú. Mi Debilidad. (Parte 2/2)
RomansaSegundo libro de "Hasta que llegaste tú". El primero se titula "Mi destino", y podéis encontrarlo en mi perfil :) Todos en esta vida tenemos una debilidad. Esa debilidad a veces tiene nombre, y para Carola, su debilidad es Tristán. Después de todo l...