EL LIBRO DEL PASADO Y FUTURO
El campo estaba muy tranquilo; los árboles y los animales permanecían en pie a pesar de toda la contaminación del aire. Quizá fuera porque ese pueblo no había sido bombardeado; su vida seguía normal y tranquila, aún nada afectaba las actividades de los campesinos.
Lucille, miró a su hermana Elissa. Ella siempre andaba cuidando la seguridad de la familia, aunque a veces exageraba demasiado. Su hermano, Armando, era todo lo contrario; disfrutaba de los peligros y siempre echaba abajo los planes. Ellos dos aparentaban ser jóvenes de 15 años, pero en realidad tenían la edad de los fósiles de dinosaurios. Lucille los llamaba hermanos porque parecían tener casi su edad, aunque en realidad eran una especie de padrinos.
—¿Estás segura de que es aquí? —preguntó Armando mientras apartaba la vista del volante y se acomodaba su cabellera rubia, alborotándola más de lo que ya estaba.
Ambos hermanos biológicos eran rubios y con bucles en el cabello, Elissa con ojos verdes y Armando con ojos azules.
—Completamente —aseguró Elissa.
—Oh, por favor. ¿Acaso ven aviones alemanes? —cuestionó Lucille harta de la hipervigilancia.
—No juegues con eso —Armando estacionó el auto fuera de una choza muy vieja y deteriorada; hecha de cemento, tablas de madera podrida y un techo de paja.
—Mantente detrás de mí en todo momento, ¿Te quedó claro? —ordenó Elissa.
Lucille asintió rodando los ojos. En cuanto menos se lo esperaran ya no estaría junto a ellos.
Armando tocó la puerta y de inmediato abrió una señora anciana con el cabello grisáceo, la cara arrugada y un parche en su ojo izquierdo. Nadie dijo nada y entraron a su casa... Adentro olía a humedad y polvo, nada agradable para vivir.
—Puedes esperar en el patio trasero —ordenó Arman
do.
La anciana le señaló una puerta rodeada de polillas y Lucille la abrió con asco. Al salir vio un patio lleno de lodo, toda la vegetación estaba podrida y seca. Sigilosamente se acercó a la puerta y pegó su oído en la madera para escuchar la conversación...
—... Sólo así funcionará la invocación —decía la voz áspera de la anciana— y sólo entonces podrán capturarlo.
— ¿Por qué Lucille tiene que ser la carnada? —preguntó Elissa preocupada.
—Porque es la única que ha tenido contacto con él.
—Pero ella no lo recuerda —dijo Armando— y no lo hará, tú nos prometiste que la poción del olvido eterno funcionaría en ella.
—¿Están seguros? —Después de que la anciana preguntara eso, hubo un gran silencio en la habitación— Es una diosa, su cuerpo puede recuperarse aunque sus habilidades estén restringidas..., además, aún es posible que Pan la visite por...
— ¡Imposible! —interrumpió Elissa— Él no tiene contacto con ella ¡Por ningún medio!
—Lo tiene...
— ¡Dije que no! Esta estúpida sesión se acabó... Armando ve por Lucille.
Lucille se apartó de la puerta, pero cayó de sentón sobre el lodo y sintió un objeto metálico debajo. Se levantó y encontró en el suelo un libro cubierto parcialmente con tierra, lo sacudió y vio la pasta que parecía ser roja y sus letras grabadas en oro. Sin perder tiempo lo metió ágilmente en su valija, justo antes de que Armando abriera la puerta.
—Veo que te divertiste —dijo y la tomó del brazo.
Ambos regresaron a la sala principal para abandonar la choza.
—¡¿Qué dices de la profecía?! —exclamó la señora antes de que Elissa cerrara la puerta, ella la miró con angustia en su rostro— No puedes evitar que regrese.
—Para eso estoy yo, para impedirlo —cerró la puerta y regresaron al auto.
Durante todo el camino incómodo y silencioso, Lucille no preguntó nada y ellos tampoco. Llegaron a casa y Lucille fue directo a su habitación para cambiarme. El vestido terminó inservible.
—Es hora de tu entrenamiento —dijo Elissa entrando a su habitación como si nada. Lo que más le molestaba a Lucille eran sus estúpidos entrenamientos, pensaba que la veían como una niña ingenua que no sabe usar sus poderes. Si ellos supieran que sabía viajar en el tiempo sería otra historia—. ¿Tratas de quitarte el vestido? Deja te ayudo con eso.
—Por favor, ya estoy grande —dijo mientras trataba de quitarse el corset del vestido.
—Está bien, pero bajarás a cenar en 20 minutos —dijo y salió de su habitación.
Lucille cerró con seguro la puerta e imaginó ropa nueva; unos jeans negros con una playera gris y tenis casuales. Sabía que debía cuidarse muy bien de qué no la vieran porque aquella ropa no era propia de 1942, era nada más y nada menos que del siguiente siglo.
Lucille deseaba volver al 2254 aquel día, pero sólo podía viajar en el tiempo cuando sus hermanos estaban dormidos.
Se sentó en la cama y sacó el libro que encontró en la casa de la anciana, nuevamente limpió su portada, esta vez con magia y leyó: Once Upon A Time. Abrió la primera página dispuesta a devorar el libro y así lo hizo. En su mayoría eran cuentos clásicos que había escuchado en la escuela, terminando de leer tuvo la sensación de que ese libro no pertenecía a su época, era del futuro, pero también del pasado. Era inexplicable, raro, pero así lo sintió.
Miró la ventana abierta hacia la noche y experimentó una especie déjà vú. Estaba ella en la misma posición repitiendo las palabras "I belive" hacia la ventana. Entonces inconscientemente empezó a recalcar su recuerdo.
—I believe —susurró— I believe —siguió susurrando mientras su mente trataba de arrojar más recuerdos— I BELIEVE —gritó, pero no pasó nada.
— ¡Lucille abre la puerta! —bramó Elissa detrás de la puerta.
Lucille se levantó de la cama y mientras caminaba imaginó que traía puesto un vestido verde propio de los años cuarenta y la ropa futurista se intercambió por aquella. Quedó en frente de la puerta para quitar el seguro, pero toda la luz se esfumó y una fuerte ráfaga de aire helado entró por la habitación a través de la ventana— ¡LUCILLE!
Y entonces dejó de hacerle caso a Elissa y comenzó a caminar como por arte de magia hacia la ventana, sus piernas no respondían, simplemente avanzaban y no sabía porqué.
Pensó que quizás serían los aviones alemanes y se asomó por la ventana para ver la calle, aparecieron soldados alemanes y al instante se activaron las alarmas de ataque aéreo... Su piel se heló cuando miró a los soldados abrir fuego contra las personas que se encontraban fuera de sus casas corriendo despavoridos hacia el refugio más cercano. No lo lograrían. La muerte estaba por abrazarlos y ellos debían recibirla quisieran o no.
Los hermanos de Lucille seguían gritando su nombre a todo pulmón, pero ella se quedó estática, observando como sus vecinos morían y las primeras bombas lejanas comenzaban a caer sobre los techos haciéndolos añicos. Cortinas de humo se alzaban ante ella, los tóxicos le carcomían los pulmones, los escombros golpeaban su cuerpo...
Ella no lo sabía, pero estaba llorando en silencio... Sabía que no podía morir, pero sí sufrir y ver morir a los demás lentamente...
«Por favor sácame de aquí, ayúdame... Por favor... Yo creo en ti», rogó en su mente. No sabía a quién o de donde provinieron esas palabras, sólo las dijo.
—Toma mi mano —dijo una voz masculina entre el humo, Lucille pudo distinguir una silueta entre la negrura—, rápido que no hay tiempo –dijo exasperado estirando su mano hacia ella.
Ella sintió que ya conocía a esa persona.
— ¡LUCILLE ALÉJATE DE ÉL! —gritó Elissa mientras corría a ella tratando de agarrarla.
Fue inútil. Sus dedos alcanzaron a rozar la tela del vestido de Lucille, pero ella estaba alejándose. ¡Estaba volando!... Sabía que ella podía hacerlo como parte de sus habilidades, pero no era ella quien usaba esa habilidad.
Desde arriba Lucille vio cómo su ciudad se empequeñecía cada vez más en el fuego, consumiéndose en gemidos de dolor y sufrimiento de aquellas almas inocentes...Y luego vio las estrellas más claras que otras veces, en especial una que brillaba más que las demás...
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No Es Un Cuento (Peter Pan OUAT)
أدب الهواةLucille y el tiempo eran como uno mismo. Ella podía viajar a diferentes épocas. Futuro y pasado. Caminar entre mundos mágicos inimaginables. Mundos horribles o hermosos, ella los visitará... O los visitó. Uno de esos mundos...