Un sanador.

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2 de enero de 2010 3/3

Abracé la cabeza del hombre. Pensando en si esto me ayudara a ser una loba o por lo menos algo. El lobo respiraba pesadamente. Observe la herida ya no dolía. El lobo se transformó en hombre y me abrazo.

- Tu herida no molestará, pequeña loba. - Susurro en mi oído. Era cierto desde que me había lamido el dolor desapareció, entonces recordé una lección del Alfa.

- ¡Eres un sanador! - Dije entusiasmada. Los sanadores pueden hacer magia y eso me encanta. Sabía que mis ojos brillaban, siempre pasaba cuando me emocionaba mucho, el dio una sonrisa cansada.

- El único varón. - Dijo con un poco de orgullo los pasos se acercaron y me sorprendí. Los primeros en acudir eran Evelyn, Cressida y el beta, Rob. Nos miraron asustados. Rob me tomo con delicadeza en brazos pero al ver la cabeza me dejó caer. Suerte que el sanador se movió para que cayera sobre él.

- Lo siento. - Susurré. Aún agarrando la cabeza me giré sobre mi cuerpo y besé la mejilla del sanador. - ¿Cual es tu nombre, príncipe de armadura peluda?

Los ojos del sanador brillaron con emoción. Ahora el era mi príncipe. Lo cuidaré hasta que se sienta bien. Sobe su mejilla, pero un gruñido me hizo quedarme quieta. Mi sangre del de bombear y mi corazón comenzó a golpetear en mi interior. Le rogué a la luna que no fuera él. Seguí sobando el cabello del sanador y el dio una lamida a mi herida provocando que quedara cicatrizada y la de el también. Sonreí, pero de nuevo llegó un gruñido mayor y una fuerza levantó al sanador.

- ¡¿Que diablos le hiciste?! - Gritó un futuro alfa. La luna intento controlar a su hijo, pero no pudo. Me levanté e intente hacer que lo soltará. Como no lo logré, agarre la cabeza y se la lancé a Keyzar.

- ¡El no hizo nada! ¡Estábamos al otro lado de la frontera! Lo atraparon y tuve que ayudarlo. - Claro que no dije la parte en la que Evelyn me pedía que supiera la otra parte una historia. Yo no la voy a meter en problemas. Al voltearme observe como Evelyn se mostraba lastimada y arrepentida. Asqueado Keyzar observó la cabeza.

- ¿Y eso, le arrancaste la cabeza en tu forma lobuna, sanador? - Keyzar mostraba asombro. El sanador negó rápidamente.

- Ella lo golpeó con un hacha. Será una gran loba. - Dijo cariñosamente. Lo observaba esperanzada. ¿El creía eso de mi? Abracé su pierna. ¿Por que todos eran tan altos?

-¡¿Lo crees de verdad?!- Dije emocionada. Nunca nadie había dico algo tan lindo. Todos los presentes seguían asimilando lo de la hacha.

- Igual de seguro de que mi nombre es Rocco, pequeña loba. - Le estiré los brazos y el me cargo. Abracé su cuello como si fuera mi salvación y la única persona en el planeta. El creía en mi, el creía en mis sueños y estoy segura de que me ayudará ha cumplirlos.

- ¡Eres el mejor! - Sentía que todos. Brillaba. Todo era perfecto hasta que el cansancio volvió a mi y escondí mi cabeza en su cuello.

- No me dejes. Quedaré conmigo. ¿Lo prometes? - Dije soñolienta.

- Lo primero, lobita. - Y con esas palabras me entregué a mis sueños más profundos.

🐺👔

Keyzar observaba herido como la pequeña quedaba dormida en los brazos del sanador. Lo más que le dolió fue ver y escuchar cómo ella le pedía al simple e imbécil sanador que se quedara. Todos los presentes estaban sorprendidos de la situación con la niña, nadie lo creería, hasta ver la expresión de la niña. Sabían que el sanador decía la verdad, ella asesino a un humano o cazador por ellos.

El futuro alfa estaba por explotar, sus sentimientos lo atormentaban. Eran la tormenta perfecta. Una parte de el le decía que todo estaba bien y la otra le decía que todo se había acabado sin ni siquiera empezar. Keyzar lleno de ira y celos se acerco al sanador.

- Pagarás por lo que le haya sucedido. Me importa un carajo la justicia, esto es personal. - Se volteo hacia su madre lleno de ira y le hizo una seña a Evelyn. - Tu, cuida de mi pequeña princesa. ¡Ah! Y de paso dirle a la puta de tu hermana que no la quiero cerca de Zamira o de mi hogar.

El coraje cegaba todo. Sintió como el calor se apoderaba de el y luego el estallido de huesos. El lobo blanco corrió lejos de todos, huyendo de sus miedos y dándole paso a la soledad. El encerraba su corazón para no tener que pagar las heridas y consecuencias de un corazón roto. Pero el no sabía una cosa, ya estaba pagando por el corazón roto de esa niña.

La Luna desde el cielo se burlaba de él, todavía el no sabía lo que es sufrir y lo haría. Por que todo lo que fácil se obtiene, difícil se retiene.






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