Despierto. Pero esta vez es Eliana, mi otra amiga, la que me está tocando.
— Eliana, basta. — Le digo— déjame dormir— me vuelvo a tapar con las sábanas.
Me sigue tocando y me levanto enfadada.
— ¡Te he dicho que me dejes dormir!—
Apunta hacia la ventana que da a la habitación de Marisa.
Giro para ver y me estremezco. Es la primera vez que me mira, y para ser sincera esa expresión que tiene no me deja tranquila.
Me le quedo viendo.
Con cuidado agito mi mano en señal de saludo. Ella me lo devuelve. Trago saliva.
— Hola. ¿Tienes amigos como yo?— me pregunta.
No son amigos para mí.
— Sí. Pero ellos no son mis amigos...— le respondo
— Oh. Deberías verlos como amigos, aprender a convivir con ellos, son buenos, si tú los tratas bien, claro. — reprimo las ganas de gritar cuando dice eso.
— Todos los días te los pasas gritando "Que se vayan, que se vayan"— me imita— Pero ellos jamás nos dejaran, son regalos, amigos, de esos que te acompañan cuando estás sola, los míos hacen eso, y la verdad, prefiero a mis amigos que a las personas— siento las lágrimas al escuchar que jamás me dejarán tranquila.
— ¿Sabes? Ellos solo tienen ojos para nosotras, bueno, en tu caso solo para ti, en el mío solo para mí. Te hablan cuando necesitas que te hablen, te escuchan cuando tienes algo para decir, juegan contigo... "Es un mundo perfecto"— dice lo último cantando.
Niego con la cabeza, no, ellos no son mis amigos, ellos jamás me escuchan, siempre me atacan, me gritan, me lastiman... No, definitivamente los amigos de verdad no hacen eso.
— Girando, girando, girando, girando, girando. Ahora mi mundo es perfecto"— canta.
Tapo mis oídos con mis manos. Ya no soporto más, esa voz... esa canción... basta.
— ¡Basta! ¡Cállate!— le grito. Ella solo me mira.
Se me queda viendo seria, con casi lástima.
Le doy la espalda, camino hacia mi cama y me tiro sobre ella cabeza abajo.
Un sonido me hace mirar hacia un lado. Es Rice.
— ¿Ves? Ella valora a sus "Amigos"— ríe— Pobre niña ingenua, lo que no sabe es que sus "Amigos" la empezarán a atormentar. Como nosotros lo hicimos contigo—
Es cierto. Al principio ellos eran amables, divertidos y gentiles conmigo, luego se volvieron lo que son. Sombras, pesadillas... todo lo que puede atormentar a cualquier persona.
Las lágrimas salen de mis ojos. Odio esto, no quiero vivir así, por su culpa ya me olvide lo que es ver el cielo, o sentir el viento en mi cara... ya me olvide de cómo ser feliz...
— ¡Buenos días, Alicia!— pronuncia Margaret entrando con mi desayuno— Aquí tienes tu medicina— me extiende la bandeja y junto a ella un vaso con agua y unas pastillas.
— Quisiera no estar todos los días tomando una pastilla— susurro.
Margaret me mira triste.
— Pequeña... debes tomarlas... es por tu bien— responde
— ¡Pero no funcionan!— le digo— Por más que tome miles y miles de pastillas los seguiré viendo...— me empiezan a picar los ojos... estoy a punto de llorar.
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¡Déjenme Sola! Por favor...
General Fiction//ATENCIÓN\\ Esta historia puede provocar depresión debido a su contenido emocional. Se recomienda discreción.