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Nos besábamos mientras él lentamente me conducía hacia la cama del hotel. Se aferraba más a mí y yo a él. Me tumbó en la cama, y él, se puso a horcajadas sobre mí, riéndonos, disfrutando aún del beso. Me besó por enésima vez, antes de empezar a quitarme la chaqueta de jeans y la arrojó a una parte del cuarto.

Me senté recta, para poder desvestirle yo también, y él, aún sobre mí, me besaba con pasión, y yo a él, mientras intentaba sacarle la camiseta. Con nerviosismo, llevé mis manos a los bordes de su camiseta y la empujé para arriba, y la arrojé también a ese lugar donde él lanzó mi chaqueta.

Me tumbé otra vez, llevé mis manos a sus abdominales y los toqué con delicadeza. Sus tatuajes. Sonrió sobre mis labios, y bajó hasta mi cuello, donde empezó a chuparlo y a hacerme miles de chupetones mientras yo solamente reía y me retorcía. Sus manos empezaron a subirme la camiseta y yo lo contemplaba cuando lo hacía. Su cabello desordenado, tan Justin, tan perfecto.

Sus ojos brillaron cuando vieron mi sujetador negro de encaje, y se aproximó a mí para desabrochármelo. Una vez sin sujetador, y lanzado al aire, sus manos recorrieron mis pechos, con suavidad. Me acerqué para besarle y él aprovechó para empezar a pellizcarme los pezones. Le sonreí.

Se dio cuenta de que mis manos temblorosas no podía desabrocharle el cinturón, así que se levantó y con picardía empezó a desabrochárselo, sin dejar de mirarme. También se bajó la cremallera y junto con los pantalones, volaron al otro lado del cuarto. Pude ver sus calzoncillos de "Calvin Klein" antes de que hubiera saltado sobre mí y besarme de nuevo. Mis manos recorrían su espalda cuando las suyas empezaron a desabrocharme los pantalones y bajarmelos por completo.

—Que conjunto más excitante y te queda de muerte—me dijo cuando me quedé en ropa interior, tumbada, debajo de él, y mis mejillas ardieron—. Lástima que tengo que quitarlo.

Solté una risita cuando volvió a besarme, a que sus manos recorriesen mi cuerpo, mis manos en su pelo, despeinándolo como quería. Y ese fue el momento en que bajó mis bragas, y se levantó para bajarse los calzoncillos también. Y volví a sonrojarme, por el amor de Dios, estaba desnuda delante de Justin Bieber. Y él también lo estaba. Buscó en el cajón de la mesita de noche (y yo me pregunté "Puso ese condón a propósito porque sabía que acabaríamos en la cama?" ) y sacó un condón, dentro de su paquetito claro. Lo rompió con los dientes y se lo puso. Y no dejó de mirarme mientras lo hacía.

Oh Jerry.

Subí mis rodillas hasta llegar a sus costados y él se posicionó sobre mí, sosteniendo mi tobillo derecho con su mano derecha.

—¿Estás preparada? —asentí y se introdujo en mí. Lentamente, como si fuera frágil y él no quería romperme.

Y miles de cosas explotaron dentro de mí. Me llegaron miles de recuerdos, de cómo lloraba por las noches mientras escuchaba sus canciones, o cuando supe de él por primera vez, o mi cara cada vez que habían fotografías de él y otras chicas, o su mirada en el concierto sobre mí, sus movimientos o cómo lloraba cada "1 de marzo" porque sabía que nunca le iba a conocer, pero joder, estaba allí, en la cama con Justin Bieber, hasta suena como una fantasía o una estupidez. Y mientras seguía recordando esas cosas, él seguía penetrándome con suavidad, con miedo de hacerme daño. Pero cariño, los dos ya estábamos rotos.

No dejábamos de gemir y jadear, él seguía haciéndolo y yo acariciaba su espalda, o cuando me dolía le clavaba las uñas, o jugaba con su pelo. Y él, no paraba de repetir "Selena", como si yo era ella y lo estuviera haciendo con ella. Y me acerqué más a él, y le mordí el labio inferior de la confusión y nos besamos por última vez antes de tener nuestro orgasmo y antes de que él, saliera de mí.

Cansados de los movimientos, chocó conmigo antes de tumbarse a mi lado, aún jadeando. Me giré a mirarle, y él tenía los ojos cerrados. Sonreí, pero él no lo hizo. Nos sentamos bien en la cama y desnudos, nos tapamos con la sábana negra, y me abrazó. Le di la espalda, y en pocos minutos, pude oír su respiración contra mi cuello; estaba dormido. Suspiré y miré el reloj de la pared. "12:56pm".

Que casualidad.

Me pregunté si en los hoteles, después, de hacerlo con Selena, le sonreía o se quedaba dormido como esa noche. Seguramente ella se hubiera quedado hasta la madrugada observándole, pensando en lo afortunada que estaba. O estarían hablando, o diciéndose te quiero.

Yo también quería ser amada.

Media hora después, él seguía durmiendo plácidamente cuando me giré hacia él y por la poca luz que provenía de la luna, pude ver su rostro. Cuanto he soñado yo con ese momento, con observar su rostro de cerca, sentir sus brazos alrededor de mí, su respiración entrecortada, su aroma. Ese momento se podría decir que respirábamos el mismo aire.

Miré su pircing de la nariz, que le hacía juego con esa nariz pequeñita; sus labios, y pensé que en cualquier momento podría volver a besarlos; sus ojos cerrados; su pelo desordenado y fácil de tocar.

Me di cuenta de que no podía dormir, me levanté de la cama sin hacer ruido ni despertarle y caminé desnuda hasta la ventana. Miré a través de ella, y seguía sin ver a sus fans. Y allí es cuando te das cuenta de que no todos estarán allí para ti cuando los necesites. Di un último vistazo a las luces de la ciudad y me encaminé descalza al baño. Era lujoso, una bañera amplia y de material costoso. Sin cerrar la puerta, me planté delante del espejo y puse las manos sobre el lavamanos, recostándome sobre ellas. Y mirando mi reflejo, toqué con las yemas de mis dedos los chupetones que me dejó en el cuello y empecé a llorar.

No sabía si era porque acababa de salir de la cama de Justin Bieber, de porque era la única y última vez que estaría con él, o porque susurraba Selena mientras lo hacía conmigo. Despejé esos sentimientos cuando dejé el agua correr en la bañera para darme un baño. No quería despertarle, pero cuando me metí en la bañera llena de espuma; él apareció desnudo por la puerta, un poco confundido y le observé acercarse a mí, meterse en la bañera también.

—Ven aquí —me dijo y me acerqué a él.

Me senté sobre sus piernas, no sobre el miembro, sino piernas, con mi espalda tocando la suya. Puso su brazo sobre el lateral de la bañera; y con mis dedos, empecé a tocar sus tatuajes, y eran tan suaves. Pero cuando me acarició el pelo y vi el tatuaje que tenía en la otra muñeca de su ex, empecé a llorar. Mis lágrimas caían sobre el tatuaje, empapándolo y borrando el rostro de la mujer.

—¿Por qué lloras? —me preguntó mientras sus brazos rodearon mi cuerpo frágil.

—Porque ya está amaneciendo —susurré y le abrazé tan fuerte, que parecía que nos íbamos a romper los dos.

Stay with me forever |j.b| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora