Capítulo 4

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Diez años después

Liam me despierta con un beso. A pesar de la claridad del sol resplandeciente en Madrid, puedo ver que apoyó una bandeja con desayuno en la cómoda y está acomodando sobe ella un par de bonitos girasoles. Mis favoritos. Hoy estamos de aniversario, hace 3 años somos novios. Liam siempre me sorprende, pocas veces puedo yo hacerlo. Siempre está atento.

Liam: buenos días, dormilona. Feliz aniversario, guapa.
Yo: buenos días, cariño. Feliz aniversario.

Mis ojos se acostumbran finalmente a la luz que entra por la ventana y logro ver esos ojos dorados que tanto me gustan. Viste un mono que se ajusta perfectamente a él, no tiene camisa puesta y tiene la cabellera rubia un poco desordenada. Soy muy afortunada, no cabe duda.

Mientras desayunamos, charlamos de lo que haremos durante el día. Afortunadamente ambos tenemos el día libre. En mi trabajo se está haciendo una reforma y él no tiene citas en la oficina. Liam es arquitecto. Yo me gradué en la universidad autónoma de Madrid de Psiquiatra.

Mientras lavo los trastes, escucho el teléfono, me estiro y logro ver que es Kaka. Me seco las manos con un gesto rápido y contesto.

Karen: ¡Feliz aniversario, Gre!
Yo: muchas gracias, Kaka. Nunca te olvidas.
Karen: ¡Hombre, cómo voy a olvidarlo! Eres mi mejor amiga. Y, no tengo aniversario alguno que celebrar. Así que celebro el tuyo. Noah y yo iremos mañana a comer, pensamos que querrías venir.
Yo: perfecto. Ya los extraño. Nos vemos mañana.
Karen: muy bien. Así me gusta. Almorzaremos en Papaya, a eso del mediodía. No faltes, guapa! Tenemos mucho de que hablar. No nos hemos puesto al día desde mucho.
Yo: ¡No lo dudes, ahí estaré! Te quiero, Kaka.
Karen: y yo a ti, cariño. Disfruta tu aniversario. Sobretodo la noche. Sabes qué hacer. Beso.

Me echo a reír. Kaka no cambia.

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Preparé una cena romántica para Liam. Hice su platillo favorito, Fideos al ajillo y como postre, Tartaletas de fresa. Compré champán y puse a Adele con un poco de Jason Derulo de fondo.

Veo entrar a Liam e instantáneamente su cara se transforma. Está feliz. Nos sentamos y comenzamos a cenar tras un dulce beso de agradecimiento mutuo, por la cena, por ser, por estar.

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Bruscamente el despertador hace de las suyas, como siempre. Me levanto, tomo una ducha y cepillo mis dientes. Liam salió a trotar. Salgo de la ducha y comienzo a preparar el desayuno. Hoy sí tenemos que trabajar. Mientras tanto, entiendo la tv y coloco el canal de noticias. Observo desde la isla de la cocina y escucho «Mujer brutalmente asesinada por su pareja. El hombre fue atrapado cerca de la localidad que ambos compartían...». Sigo mirando con poca atención, hasta que ponen la foto del sujeto. Me quedo perpleja. Sus ojos... Son muy familiares para mí. Creo que... ¡Dios mío! Es Patricio. El niño con ojos de Drácula de la primaria. La reportera confirma mis pensamientos al decir su nombre. Su víctima fue su esposa desde hacía unos años. Muestran su foto y su gran parecido a mí me causa escalofríos. Llamo a Kaka y luego a Noah, ambos están tan asombrados como yo. Quizá no me equivoqué de niña. Definitivamente había algo siniestro en él. No era sólo mi imaginación.

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Voy a trabajar, un poco más sobresaltada que de costumbre. Sigo pensando en aquel chico... Gracias a Dios no nos topamos más con él. Después de la escuela primaria, desapareció. Los rumores decían que era ta problemático que sus padres lo llevaron a un internado. La verdad, no sé.

Sacudo mi cabeza, intentando disipar mis pensamientos con cada movimiento. Entro a la oficina y está sentada en recepción, Daniela, mi buena amiga y asistente. Apenas me ve, se levanta de su escritorio y me abraza. Comienza a hacerme preguntas sobre el aniversario y luego me habla de mis citas de hoy.

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Pasa mi jornada laboral como de costumbre, Dani me envía los datos de mi último paciente del día. Pablo Henriquez.

- Mmm... No lo conozco. - digo en voz alta.

Le digo a Dani que le haga pasar.

Me distraje por un segundo, y al siguiente ya estaba allí. Sentado frente a mí y sonriendo. Lo veo y no sé qué decir. Estoy nerviosa y seguramente es por gran atractivo. Tiene el cabello oscuro y unos ojos muy cafés e intensos. Puedo ver sus músculos a través de la camisa. Como puedo, me incorporo y le digo lo que a todos mis pacientes.

Yo: buenas tardes, señor Pablo. Un placer tenerle por aquí. Soy la Doctora Grecia.
Pablo: buenas tardes, Grecia. Espero que no haya problema al tutearte, y, por favor, llámame Pablo.
Yo: muy bien, Pablo. Mucho gusto. Cuéntame, ¿qué te trae a mi consultorio?
Pablo: Grecia, la verdad quiero encontrarle solución a mis demonios. He hecho muchas cosas de las que me arrepiento. Quiero ser una mejor persona.

Comienzo a charlar con él y sigo sin creer lo bueno que está. La gente piensa que sólo gente desquiciada y vagabunda llega a los consultorios psiquiátricos, pero no es así. Y tengo todo lo que necesito para refutar esa teoría sentado frente a mí.

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Mi jornada termina y voy camino a casa. En vez de pensar en qué hacer de cenar, pienso en Pablo.

- ¡A Kaka le encantaría! - pienso

Al nombrar a Karen, viene a mi mente el almuerzo pautado para hoy, ¡lo olvidé por completo!

En el tráfico cojo el celular para enviarle un SMS y noto que está apagado. Extrañada, lo enciendo y veo un montón de mensajes, llamadas y correos electrónicos: de Karen, Noah y hasta de Liam. Venga, no entiendo por qué no llamaron a la oficina, tampoco sé por qué estaba apagado.

Logro comunicarme y organizar una cena express para Kaka y Noah en mi casa. Liam me llamó diciéndome que trabajaría hasta tarde.

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Cenamos y nos sentamos en el sofá con una copa de vino cada uno y charlamos como en los viejos tiempos, ¡Qué falta me hacían mis dos locos amigos!

A medianoche comenzamos a recordar nuestra época de clases. Surgió el tema de Patricio.

Karen: ostia, es que el tío se veía trastornado desde niño.
Yo: sí, ¿verdad?
Noah: venga, era distante. Pero de eso a ser un asesino... No me lo hubiese ni imaginado.
Karen: me ha contado Sandra que se escapó del internado como a los 15. Desde entonces nadie supo de él, ni su familia. Sólo se sabía que vivía aquí en Madrid, ¡vaya a saber uno si se lo topó en el supermercado o algo!
Yo: mejor no hablemos de él. Desde niña me causa escalofríos. No quiero tener pesadillas.

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Seguimos hablando de cuanta tontería se nos ocurría, hasta que llegó Liam y notamos que eran las 3 a.m.

Nos despedimos con un abrazo grupal y me fui a la cama con Liam. Ambos muy cansados y yo con unas copas encima, nos quedamos dormidos rápidamente.

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Algo me inquieta y despierto. Veo a Patricio. Está de pie en la puerta de mi habitación. Sólo veo sus ojos grises que resplandecen y sus blancos dientes en una sonrisa. Aterrada, intento gritar para despertar a Liam, pero parece no escucharme. Patricio sigue ahí, de pie, viéndome fijamente con una sonrisa escalofriante. Soy incapaz de salir de la cama. Enciendo la lámpara a mi lado, y enseguida hace un sonido fuerte y explota la bombilla. Increíblemente Liam sigue dormido. Escucho el crujir de la madera, volteo y observo a Patricio acercarse, ahora se ríe a carcajadas. La luz de la luna hace resplandecer algo en sus manos. Cierro un poco los ojos, intentando ver en medio de la oscuridad y finalmente veo qué es. Estoy helada. Es un cuchillo.

Patricio sigue su paso lento. Está junto a mí. Lo veo fijamente a los ojos, pensando que quizá de esa manera, recuerde quién soy y así no me haga daño. Sonríe y dice:

- Sé quién eres, Grecia. Te he seguido el paso desde hace mucho. No creas que estoy aquí por casualidad. -

Grito con todas mis fuerzas. Abro mis ojos, muy asustada. Una pesadilla, como las que tenía hace años. Estoy sudando y temblando. Me siento en la cama y veo a Liam sobresaltado a mi lado. Le digo qué ha pasado y me abraza, asegurándome que él jamás permitiría que algo malo me sucediese.

Liam me prepara un poco de leche y comienza a contarme historias graciosas hasta casi caernos del sueño.

Enamorada De Un Extraño PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora