Capítulo 5

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Estoy un poco más asustada de lo común. No dejo de pensar en aquella pesadilla. Vamos, sé que fue sólo una pesadilla, pero lo que sentí fue real. Mucho más real que lo que logro recordar de él. Aunque nunca lo dejé a un lado del todo, lo que me transmitía de niña no es fácil de olvidar. Pero, el hecho de no saber nada de él, lo hacía lejano de mis pensamientos.

Han pasado unas semanas desde que tuve esa escalofriante e irreal experiencia. Hoy Liam se va a un viaje de negocios por un mes. Desde hace mucho no estoy sola, y con mi paranoia no creo que sea fácil, pero no voy a detenerlo solo por mi miedo.

Durante estas semanas he seguido viendo a Pablo. Venga, no lo he estado viendo porque sí. Ha ido a consulta. Muy seguido, más de lo que le recomendé. Me invitó a tomar algo, y acepté. No sé exactamente por qué, quizá para tener qué hacer mientras no está Liam, pero no se lo he comentado. Quizá no es lo correcto, pero, por alguna razón, lo prefiero así.

Llevo a Liam al aeropuerto, luego de un beso tiro y un gran abrazo, él camina hacia su vuelo y yo me dirijo al trabajo. Es jueves pero mañana continúa la reforma en la oficina, así que estará cerrada. Pienso que debería llamar a Kaka o a Noah, o a ambos, para que me hagan compañía en casa. Pero no hoy, no quiero que sepan que saldré con un paciente. Dirán que estoy loca, y, quizá sí lo estoy.

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Salgo a las 18hrs de la oficina y voy a casa a darme una ducha. Me arreglo y me miro al espejo, intentando ser consciente y responsable de lo que estoy por hacer. Más que irresponsable, es una locura salir con un paciente siendo tú su Psiquiatra.

Salgo y me dirijo al bar, entro y entre la gente logro apreciar unos cálidos ojos cafés. Pablo está ahí, sentado, viéndome de una manera... Diferente.

Pasa una hora tras otra, somos muy similares. Hablamos de cualquier cosa y la pasamos muy bien. Copas seguidas por risas e historias, decido irme por mi estado de ebriedad. Él insiste que no debo irme sola, que no tiene problema con acompañarme a casa. Accedo sólo porque indudablemente estoy casi sin poder caminar, el alcohol recorre mi venas y lo más lógico es que necesite ayuda para llegar a casa.

Fue muy caballero y me acompañó hasta la puerta. Nos miramos por un minuto y al siguiente estábamos besándonos. Mi subconsciente insiste que estoy loca, pero ebria. Mi deseo hace que apresurada e instantáneamente abra la puerta, él, de un empujón, me lanza en el sofá y me quita el vestido, con una rapidez que me hace notar lo mucho que me desea. Y, no puedo negarlo, le deseo aún más. Sé que no es correcto, pero con sólo un toque de él, sé que rozaré el cielo. No lo dudo más, y permito que él se funda completamente en mí. Sabe muy bien qué hacerme sentir: placer.

Enamorada De Un Extraño PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora