Preguntas y respuestas

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El reloj marcaba las doce de la noche, los residentes de aquel casona se encontraban descansando a excepción de dos almas que disfrutaban de la noche. En la habitación de Ashley una muestra de amor se estaba llevando a cabo, la lujuria había quedado en el olvido y en ese momento solo era amor lo que podía sentirse en esas cuatro paredes.

Seung se encontraba besando aquellos finos y carnosos labios que le volvían loco, rompió con aquel contacto y siguió con un recorrido lleno de besos por las clavículas de la peli-castaña hasta llegar aquellos montes, bajo con los dientes las copas del sostén para liberarlos y tomar como presas de sus dientes aquellos pezones. Los mordisqueo, succiono y tiro de ellos hasta dejarlos completamente erguidos y poder continuar aquel tortuoso recorrido. Ashley se aferraba a las sabanas, mil vibraciones recorrían su cuerpo que no era capaz de pensar claramente.

Seung Hyun llego hasta aquel monte de venus aún cubierto por el encaje, coloco su nariz en aquella zona e inhalo el aroma que su amante desprendía, llevo su mano hasta la intimidad de Ashley y pudo sentir la humedad que había provocado, empezó a acariciar con la lema de sus dedos formando círculos , Ashley llevo sus manos hasta los mechones azabaches, enredó sus dedos y tiro de ellos haciendo que un ronco gemido saliera de los labios de Seung Hyun. Retiro sus dedos de la intimidad y los llevo hasta su boca, degustando la esencia de la mujer. Desabotono su camisa dejando ver su musculatura, quito el cinturón y desabrocho su pantalón para retirarlo junto con el bóxer, dejando a simple vista su erección.

Ashley se hinco frente a él, beso la punta del glande y como si tratara de lo más delicado del mundo lo fue introduciendo en su cavidad bucal. Seung arqueaba su espalda mientras sus dedos se enredaban en los mechones de la peli-castaña pata imponer su ritmo, se sentía al borde de la desesperación por el placer que estaba recibiendo. Era ir al cielo y al infierno al mismo tiempo, aquella mujer era toda una diosa o quizás el mismo diablo disfrazado de mujer.

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Exactamente a esa hora pero en un lugar diferentes dos amantes cuyo amor es un secreto, se encontraban descansando en aquella cama que había sido testigo de su inmenso amor. El de cabellos marrón acariciaba la espalda desnudo de la pelirroja para depositar un beso en sus labios.

-Amor, que has logrado averiguar- pregunto la joven

-No mucho. Sólo que el día que mi padre murió regresaba de ver a Seungri. Al parecer se citarón a las afueras de Madrid, en una cabaña abandonada. Cerca de donde encontraron el cuerpo o lo que quedaba de él-

-¿Quedaba?- pregunto Alexa

-Así es. Al igual que Haneul, mi padre murió decapitado y le retiraron los globos oculares al igual que el corazón, sólo que él fue castrado- finas lagrimas descendieron por aquellos ojos mojando la mejilla ajena

-Yo... lo siento- no quería hacerle recordar tan horrible suceso pero su curiosidad pudo más que otra cosa –Y estas seguro que son la misma persona, no pueden ser coincidencias- el negó

-La misma forma de morir e incluso el mismo lugar, a mi padre y Haneul los encontraron en el mismo lugar. Esas no son coincidencias-

-En ese caso corres peligro. Si él se entera que eres su hermano y que estas buscando pruebas para meterlo a la cárcel te puede hacer daño- Alexa se incorporó repentinamente al imaginarse que aquel hombre corriera la misma suerte que aquellas pobres almas que has perecido

-No te preocupes, se cuidarme sólo. Además tengo alguien más que me cuida- jalo a la joven para acomodarla nuevamente sobre su pecho y que el sueño los venciera.

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La mañana había llegado ya, los rayos solares se colaban por las cortinas blancas para terminar en el rostro de un joven totalmente pálido. Abrió los ojos lentamente para acostumbrarse a la luz, parpadeo unos segundos, trato de levantarse pero un dolor en su abdomen le hizo desistir. Bajo la mirada y se encontró con el abdomen vendado, observo a su alrededor y reconoció aquel lugar, era su vieja habitación. Aún se encontraban aquellas figuras de acción que su padre le regalo o los carritos de colección que seguían en su escritorio.

Sex on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora