Capítulo 19 (final)

1.9K 250 110
                                    

La luz me cegó en cuanto abrí los ojos. Mis párpados perezosos revolotearon en un triste intento por acostumbrarse a la claridad, y pocos segundos después finalmente lo logré. Después de dieciséis horas durmiendo era difícil volver al mundo real. A juzgar por la oscuridad del cielo era bastante tarde, o bastante temprano. Pero pocos minutos después de haber fijado la vista a la ventana unas solitarias gotas de lluvia comenzaron a golpear el enorme ventanal, y un rato después se multiplicaron cuantiosamente.

Noviembre... noviembre... lastípicas lluvias de noviembre...

Suspiré y regresé la vista al interior de la habitación. Al parecer habían tenido bastante movimiento mientras y dormía, porque había globos por todos lados, y más equipaje y una gaseosa a medio terminar. Regresando a mí, ya no tenía absolutamente nada conectado a mi cuerpo, y me habían regresado mi cómodo pijama de algodón. Lo cual era grandioso porque mi trasero estaba resguardado dentro de la tela. Inmediatamente una de mis manos alzó las mantas y fue a posarse en mi abdomen. Seguía hinchado y adolorido, pero la enfermera había dicho que era totalmente normal, y que con el paso de los días iba a disiparse. Que todo había salido perfecto, que no había absolutamente nada por qué temer.

No pude evitar suspirar de nueva cuenta. Todavía recordaba vívidamente las lágrimas de Frank al ver a nuestra hija, la emoción tan palpable en él resultaba totalmente embriagante. Meses atrás jamás hubiese pensado que algo así fuese a tener un desenlace de cuento de hadas... pero ahí estábamos los dos, abrazando a nuestra recién nacida, llorando de emoción.

Pero ella estaba lejos ahora, y también lo estaba Frank.

Cerré mis ojos intentando volver a dormir, con el ahora continuo ruido de la lluvia como música de fondo, pero en cuanto comencé a flotar entre las nubes de algodón de azúcar alguien abrió la puerta y me trajo bruscamente de regreso al mundo real. Me alcé con la intensión de quejarme ante cualquier enfermera que fuese a molestarme, pero no se trataba de una enfermera.

Era Frank.

— Pensé que no despertarías nunca —suspiró él—, estuve pegado a tu toda la mañana esperando a que despertaras pero me fui cinco minutos a comer algo y se te ocurre abrir esos ojos. Eres un tirano.

Su rostro lucía ofuscado, pero era obvio que no era real. Ese brillo en sus ojos y la fácil sonrisa en su rostro daban por hecho que había comenzado un ciclo totalmente nuevo en su vida, porque si bien seguía siendo el hombre que yo había conocido, había algo totalmente nuevo en él. Y era totalmente asombroso.

— ¿La viste? —pregunté, no era necesario especificar. Él sabía de qué hablaba. Y asintió, pero las palabras se tardaron en salir. Hizo el camino hacia mi cama, con un gesto me pidió un espacio en la cama y luego de quitarse el calzado se acostó junto a mí, con la cabeza recargada en uno de mis hombros.

— Me dejaron estar un rato con ella —dijo con voz bajita—. No sé tomar bebés, ¿sabes? —rió— Pero en cuanto la tuve en mis brazos fue como... como si tuviese toda la experiencia del mundo. Ella estaba durmiendo, su piel es tan pálida como la tuya y la vistieron con ese trajecito café así que luce como un oso bebé y es adorable. Creo que hace las mismas muecas que tú cuando estás a punto de despertar, aunque no es muy parlanchina.

— Nació ayer —reí—, dale algo de tiempo.

— Iban a traerla hace un rato, para enseñarte a preparar su biberón y a darle de comer y todo eso. Pero estabas durmiendo... si quieres puedo ir y pedir que la traigan ahora.

Yo negué.

— Quiero estar contigo un rato... te extrañé, ¿Sabes?

— Estuve contigo todo el tiempo, Gee —suspiró él—. Pero igual te extrañé. No es lo mismo cuando estás durmiendo, tampoco eres muy parlanchín. Por cierto, los chicos casi fueron sacados con los guardias de seguridad porque alguien se enteró de que Emily era nuestra hija y estaban tomándole fotos a través del cristal de la guardería y Lindsey se puso como loca y lanzó la costosa cámara de uno de los periodistas al piso y luego hubieron gritos y despertaron casi todos los bebés e incluso James se puso a pelear. Fue bastante pintoresco de ver. Pero los chicos estaban cansados así que después de verte a ti y de ver a Emily se fueron a casa, sólo estamos nosotros dos ahora.

Gerard ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora