Capítulo 12

2.3K 277 105
                                    


Cerré mis ojos pesadamente y caí rendido sobre la cama, tal y como venía pasando desde varios días hasta ahora. Sucedía que llegando al tercer trimestre de mi embarazo todo comenzaba a complicarse monumentalmente. Había nauseas que decidieron volver, dolores en diferentes partes del cuerpo y con el notable crecimiento de mi vientre, encontrar una posición para dormir se volvía difícil. Mi buen ánimo se había escondido bajo tierra, y todos parecían haberlo notado.

— No es mi afán molestarte, gruñón —tal y como si lo hubiera invocado, Frank abrió la puerta de mi habitación y comenzó a acercarse. Y realmente eso no era un problema, estaba más que bien porque últimamente los besos se habían incrementado y también todo tipo de adjetivos cariñosos y no sabía en qué situación estábamos, pero fuera lo que fuera; me gustaba.

— Esfúmate —dije contra la almohada—. No pude dormir nada.

— Ya son las seis treinta... tienes tiempo suficiente para comer algo, tomar una ducha y alistarte —replicó Frank—. Arriba.

Dejé ir un quejido y con pesados movimientos me giré hasta quedar boca arriba, mirándole furioso desde mi posición, pero era difícil mantener esa mueca al ver su sonrisa. Cerré mis párpados y froté mis ojos pesadamente, él tomó asiento junto a mí en la cama.

— Realmente estoy muerto... —suspiré.

— Entonces deja tu trabajo —dijo Frank, encogiéndose levemente de hombros—. Te lo dije la semana pasada y lo repito ahora.

— Pero... —inflé las mejillas, aunque los argumentos se habían acabado. Sinceramente no tenía ganas de volver a ir.

— Pero nada —dijo él—. ¿Recuerdas lo que dijo el doctor? Tienes que cuidarte muchísimo más ahora y tienes que normalizar tus horarios de sueño porque eso le afecta al bebé... quedan menos de tres meses para que nazca y entonces no podrás descansar nada. Debes descansar ahora.

— No quiero ser una carga...

— No eres una carga —Frank puso los ojos en blanco—. ¿Recuerdas lo que te dije cuando nos conocimos? Quiero ayudarte, quiero estar ahí para nuestra hija y... realmente siento que esto es lo correcto. Además no puedes seguir exponiéndote así. Me pone celoso que tus compañeros de trabajo te miren tanto.

Ambos reímos perezosamente, y luego con su ayuda me puse de pie y fuimos a cenar. Él tenía la mesa ya dispuesta para ambos, y luego de comer varias tostadas con mermelada, fuimos al sofá. Hace poco, mientras desempacaba, Frank había encontrado entre mis cosas la colección de figuras de Star Wars y luego los DVD y varias cosas más, y había comenzado a saltar como un niño pequeño porque resultaba que él también era un gran fan. Y aunque ya hacía mucho la octava película había salido de cartelera, nos propusimos verla juntos, aunque yo la había visto ya tres veces. Eso porque no me había gustado tanto como para verla diez veces.

— Había olvidado decírtelo —dijo Frank mientras rebuscaba al interior de su mochila—. Hoy compré esto —sonrió como un niño pequeño al enseñarme el DVD de El despertar de la fuerza.

— Creo que deberíamos verla ahora mismo —dije en tono quedo, como si realmente fuese algo que debíamos llevar a discusión.

— ¿Tú crees? —él alzó una ceja, fingiendo que no estaba totalmente seguro.

— Así es —suspiré y al no poder seguir con el teatro lancé una carcajada que Frank coreó al instante.

Mientras ponía la película me dediqué a darle caricias a la niña en mi interior. Era todo tan tranquilo ahora que difícilmente se parecía al mejor escenario que imaginé cuando decidí que quería ser padre. En mis mejores fantasías yo seguía con mis dos trabajos hasta el final del embarazo e instalaba la cuna del bebé junto a mi cama y me las arreglaba para seguir con mi trabajo y al mismo tiempo cuidar de la pequeña criatura que de forma tan furtiva había entrado en mi vida. Pero ahora todo era diferente... tan diferente que se me hacía difícil creer que era realmente mi vida. Frank había llegado para cambiarlo todo, cambiarlo para bien. Y lo mejor de todo es que nuestra hija crecería feliz y con tanto amor como comodidades. Y aunque pensar en las cosas materiales era un error, no podía dejar de hacerlo en vista de que todo lo que creí que no iba a poder darle lo tenía ahora asegurado.

Gerard ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora