Capítulo 1: Choque accidental.

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Despierto escuchando los gritos de Mindy, mi hermana mayor y acompañante de departamento. Papá nos prometió darnos la libertad de dejar el "nido" y conseguir un hogar independiente libre de parloteos, si nos mudábamos juntas. Cosa que es bastante complicada. Seh, empiezo a proponerme volver a casa.

Resoplo. Mindy trae un chico distinto cada maldito fin de semana. Hicimos el trato de que no me involucraría en cubrirla ni nada parecido, si yo no le decía nada a nuestro padre. Al principio me daba igual, pero últimamente se está volviendo molesta su rutina. Hay días en los que tengo que llamar a su celular antes de entrar al apartamento para no encontrarme con una escena no placentera para mis ojos. Aunque les conseguí unos compañeros a mis oídos. Estoy el 90% del tiempo en casa con auriculares puestos, ya que los gritos de Mindy parecen la imitación de un perro siendo electrocutado, quemado, y triturado. Todo a la vez. Estoy segura de que si papá se enterara de lo zorra que es su hija mayor, iría por toda la ciudad en busca de los sujetos que lograron abrirle las piernas, que, por cierto, sería toda la población de la cuidad masculina, y los castraría. Él se toma muy en serio el trabajo del típico padre que no le agrada que les toquen ni un pelo a sus hijas, pero yo no tengo problema con eso ya que mi vida se resume en trabajar duro, y estudiar más duro. Los romances son algo... inalcanzables para mí. Por el momento.

Me dirijo a la cocina por un vaso de agua cuando suena mi celular, observo la pantalla y contesto la llamada de Brooke.

-¿Brooke? ¿Estás bien?- le pregunto llevando una galleta a mi boca. Brooke y yo nos conocemos desde jardín de infantes. Nos sentamos juntas el primer día y nos volvimos inseparables instantáneamente.

-Si por bien te refieres a que Luke Thompson por fin me invita a salir, entonces tengo que admitir que estoy fantástica- chilla emocionada.

-Wow, aguarda un segundo. ¿Luke Thompson? ¿El capitán del equipo de futbol de la escuela? Genial por ti, pero dime, ¿Por qué me cuentas tu fantástica historia a las 4:00 a.m. de la madrugada?

- Porque hace un momento me acaba de dejar en casa. Además tú estás despierta, ¿Qué más da?- dice restándole importancia. Pongo los ojos en blanco. -Escucha tengo que irme. Mi mamá se va a trabajar dentro de una hora y no quiero que me regañe por estar despierta- suelta un suspiro- Te veo mañana Hanna.- se despide con un escandaloso beso, y antes de que pueda decirle adiós colgó el teléfono. Pongo los ojos en blanco por segunda vez en la noche. Me dirijo hacia las escaleras para regresar a mi habitación cuando choco con algo. Alzo la vista frotando mi frente cuando descubro que más bien es alguien.

-¿Y tú eres...?- decimos los dos al unísono. Frunzo el ceño. ¿No se supone que yo haga las preguntas aquí? O sea, la extraña del lugar no soy yo, no aún.

Después de lo que son minutos mirándonos entre sí, enarco una ceja y digo:

-Supongo que tú estás con Mindy...- lo miro por primera vez con atención y, oh por María Magdalena, el si es atractivo. No solo que tiene los ojos grises más hermosos y misteriosos que alguna vez vi, sino que puedo ver algo más a través de ellos. ¿Tristeza tal vez? No lo sé, pero de lo que si soy consciente, es que no lleva camisa, por lo que sus músculos trabajan mientras cruza los brazos. Tiene el cabello negro desordenado, y sus carnosos labios... Esperen, esperen ahí. Esta no es mi actitud. Ve al grano Hanna, simplemente es un extraño. El habrá notado que lo desnudaba con los ojos ya que en su cara se extiende una arrogante sonrisa por lo que sacudo la cabeza y vuelvo a la realidad.

- Simplemente simula que no existo- Logro decir, y empiezo a subir a mi habitación, que lo habría logrado de no ser por la mano que rodea mi muñeca y me hizo girar para quedar cara a cara con el chico súper caliente que tendría que estar con mi hermana.

-¿Quién eres tú?- Vuelve a preguntar. Su olor es la perfecta mescla de menta y noche que jamás había olido.

-Soy la hermana de tu...eh... De eso que duerme como morsa allá arriba.- dije inclinando la cabeza hacia las escaleras. El ríe entre dientes y juraría que era el sonido más placentero que alguna vez escuché. Era una de esas risas que no se escuchaban a menudo, por lo que hacían que uno fuera capaz de hasta destruir montañas con tan solo escucharla otra vez.

-Bueno, hermana de la supuesta "morsa".- Sip, hizo esas comillas con los dedos- ¿Podrías decirme dónde encontrar el baño?

- Uh, eh, la puerta de al lado de la habitación de Mindy a la izquierda.- El asiente y me evalúa. Yo contengo el aliento. -¿Necesitas algo más?- Di gracias para mis adentros de que no logré tartamudear. Después de un momento, el chico de ojos color humo me suelta y vuelvo a notar la tristeza en esa mirada. ¿Cómo era posible que alguien lograra aparentar estar tan bien, cuando en su interior solo había ruinas?

-No.- Dijo él, yo me despido con un asentimiento de cabeza. Doy media vuelta y comienzo a subir las escaleras. Vuelvo a mi cama y no pude quitarme su bello rostro de la cabeza. ¿Qué sucedía conmigo? Tengo que admitir que se me da realmente bien leer a las personas, por lo que su mirada vacía no se me pasó por alto. Pero contando el hecho de que sea un completo extraño su estado de ánimo me llamó la atención.

Mi puerta se abre e instintivamente me cubro aún más con mi manta. Era él. El extraño sujeto. Dio un paso más cuidadosamente.

-Supongo que confundí izquierda y derecha. Lo lamento.- Pero su burlona sonrisa decía lo contrario. Él quería volver a verme. Dios. Creo que me va a dar un ataque. Fingí desinterés.

- Si, bueno, si no te importa estás en mi habitación, irrumpiendo mi espacio personal y desperdiciando mi tiempo cuando podría estar plácidamente dormida, así que, si me disculpas...

- No podrías.- Me interrumpió él. Sacudo la cabeza confundida.

-¿No podría qué?

- Dormir tan plácidamente.- Da un paso más hacia mí. En sus ojos brilla el desafío.

- ¿Y serías tan amable de decirme el por qué no podría?- Yo entrecierro los ojos, él ríe por lo bajo y luego da un paso más sin apartar nunca la vista de mí.

- Porque, estoy completamente seguro de que no podrás sacarme de tu mente por un largo tiempo.- Yo salgo de mi cama para encararlo, pero él ya está contra mí. Mi respiración se corta. - Esta noche en especial.- Susurra en mi oído. Posa su fuerte mano en mi brazo. - Por un largo tiempo no te sentirás atraída a nadie como a mi.- Su mano subió. - No pensarás en nadie como en mí.- Llegó al tirante de mi piyama. - Porque tu curiosidad en mi es más fuerte que tu orgullo. Mírame a los ojos y dime que me equivoco. - Su mirada buscó la mía y su mano nunca abandonó mi hombro. Nuestros rostros estaban tan cerca que juraría que con mover mi cara solo un centímetro más nuestras narices chocarían. - Hazlo.- Susurró mientras el peso de su mirada caía sobre mí. Estaba lista para hacerle saber que se equivocaba, decir lo que él me pidió que diga, decirle que no todo giraba en torno a él como creía estar tan seguro, que yo no iba a ser como todas las demás chicas con las que él se cruzaba seguramente, que yo no era como ellas, que yo era la excepción.

- Te equivocas.- Tragué bilis. El mostró su sonrisa maliciosa.

- ¿Ah, sí?- Su mirada pasó a mis labios. Me liberé de su mano.

- Si.- Se acercó un poco más.

- Demuéstralo entonces, pequeña.- Comenzó a caminar hacia atrás, hacia la puerta. Yo fui acercándome. El quedó del otro lado del umbral.

- Pierde cuidado que lo haré.- Cerré la puerta en su cara. Idiota.

Esa noche soñé con ojos grises y miradas perdidas.

Dulce introducción al caosWhere stories live. Discover now