Capítulo cinco:

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Un dolor punzante se apoderó de mi cabeza. Era como un grillo cantando, o fácilmente se podía comparar con las ruidosas máquinas de hospitales. Era desesperante y doloroso.

Llevé una mano a mi sien derecha y la masajeé lentamente, boztecé mientras mis ojos se acostumbraban a la luz de la habitación en la que me encontraba.

Más allá de estar dolorida, sonreí cuando los recuerdos llegaron a mi.

Ethan...

Me dí la vuelta buscándolo, y se encontraba al lado mio profundamente dormido. Sus ojos azules estaban muy fuera de mi visión, y en cambio, me entregaba un rostro pacífico y plenamente dormido. Se veía muy vulnerable de aquella manera. Tan tranquilo.

Era la primera vez que dormía con alguien sin hacerlo. Y se sentía genial.

¿Cómo será cuando si lo hagamos?

Sus parpados se apretaron levemente, y luego se fueron abriendo. El azul de sus ojos me recibieron cálidos. Brillaban como un bonito cielo puro y con reflejos verdes.

—Mmm... ¿qué horas son?—Interrogó en un susurro. Me encogí de hombros, no tenía ni la más mínima idea.

Sus ojos viajaron de mi hacia su mesita de noche. Los míos hicieron el mismo recorrido.

Eran las seis y veinte de la mañana. Mis ojos conscientes de la hora se empezaron a adormecer. La fiaca había vuelto a mi cuerpo, y el dolor de cabeza también.

—Mierda...

—¿Te duele la cabeza?—Preguntó inocente, burlándose de mi y mi jaqueca.

¿Por qué se veía tan sexy recién levantado?

Era un Adonis hasta por las mañanas.

Maldita flacucha suertuda. Insulte a aquella chica con tan buena suerte.

Lo fulminé con la mirada, el simple hecho de pensar comenzaba a dolerme. No quería mover la cabeza, eso probablemente también me causaría pesar.

Puto el alcohol, puta las fiestas, puta la gente y puto el puto mundo.

Cerré los ojos, y los volví a abrir cuando unas cálidas manos apresaron mi brazo y lo sacudieron levemente. Gruñí de inmediato.

—Vamos, tienes que levantarte. Hay escuela, ¿lo recuerdas?

Su voz retumbó en mis oídos, y a pesar de ser una bonita melodía de pronto se convirtió en un martilleo incesante.

Yo no era una persona que viviera con resacas, normalmente me sabía controlar. Está vez quizá había contado mal mis copas. Trataría de no accederme más.

Por que no podía prometer que no volvería a hacerlo, era obvio que una promesa así no podría llegar a cumplir. Duh.

Sentí y vi el vacío que dejó en el colchón tras levantarse. La remera se pegaba a su cuerpo de tal forma que podía ver como sus músculos se contarían. Entonces supe que podría haber tenido más suerte si el hubiese dormido sin camiseta.

—Hay un baño al frente, puedes ducharte si quieres.—Indicó brindándome una cálida sonrisa que combinaban con sus ojos.

Asentí y a duras penas me levante, mi cuerpo se sentía caliente, y mis ojos como si hubiesen estado una eternidad mirando directamente al sol.

Como dijo Ethan antes, al frente estaba el baño. Me despojé de mi atuendo y villuteri. Minutos después ya me encontraba colocandome nuevamente la ropa.

Me pregunté si Ethan me llevaría a casa de mi amiga o tendría que ir a pie. Me daba pena ir a pedirle ese favor, ya lo había molestado toda la noche.

Me fui a su habitación nuevamente, había persivido el aroma de comida provenir de la cocina. Sin embargo quería peinarme antes.

Luego se me dificultaría.

Busqué por la cómoda algún peine o cepillo, al no encontrar resultados indagué en los cajones de la mesa de luz, y me sorprendí al encontrar una tela de un rojo que parecía anaranjado de lo resaltante que era. Mis ojos se percataron de lo que era cuando vi el tul. Una tanga...

Oh Dios.

Sentí una arcada, esa tanga podría estar usada.

La imagen de la modelo paseándose por las calientes calles de la ciudad, con la entrepierna transpirada llegó a mi mente.

¡Agh, que asco!, ¡que asco, que asco, que ascooo!

Cerré de un golpe el cajón y decidí salir así, con el cabello hecho nudos.

En la cocina se encontraba Ethan comiendo, y ya casi terminando. Le dio un último mordisco a su pan y me señaló con la cabeza el platillo que se encontraba a su lado antes de irse por el pasillo. Me acerqué a la barra americana y comencé a comer el desayuno.

Fue cuestión de segundos para que escuchará como el agua de la regadera salía disparada.

Como me hubiese gustado ser agua para deslizarme por su cuerpo...

Yo debería de ser bipolar, hace un rato estaba asqueada y ahora me encontraba cachonda.

Al cabo de un rato Ethan se ofreció a llevarme, ambos nos fuimos a casa de mi amiga y al llegar le agradecí el viaje.

Fue cosa de entrar, luego de varios timbrazos, y que Brooke me atascara con preguntas.

Me dijo que se había preocupado, pero que luego de revisar el móvil se encontró intrigada. Me pregunto que por qué no la había ido a buscar así se fuéramos en vez de hacer tanto revuelo, y le aclaré que fue una trampa que me dio de resultados dormir en la misma cama que Ethan. Se vió sorprendida cuando le dije que sólo habíamos dormido.

Nos fuimos a la escuela en su auto, y llegamos con tres minutos de retraso.

El resto del día fue banal.

Al fin de este yo me encontraba sentada en mi cama viendo una película desde el computador portátil. Hacia rato había terminado las tareas y luego de vagar por Internet me topé con una película sobre dos personas que se querían, pero pasaban ciertas circunstancias que comenzaban a alejarlos. Ahora me encontraba ahí, en su ruptura.

Me pareció de lo más estúpido cuando ella le decía a su amiga que siempre lo amaría. Si eso fuera realmente así, y ella ya lo estuviera amando; estaría con el, ¿no?. Además, ella no podría saber que pasaría en un futuro, quizás se volvía a enamorar y mágicamente se olvidaría de su promesa.

Apagué abruptamente el ordenador cuando llegó el final y amos se besaron. Olvidándose de todo. Que cobardes, e ilusos. Ninguno quiso luchar en su momento y ahora se olvidaban e ignoraban eso.

Estúpida fantasía y amor que te hacen estúpido.

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⏰ Última actualización: Apr 20, 2016 ⏰

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