Capitulo 22/parte 3

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Harry robó una camioneta con gran facilidad, haciendo un puente con los cables y poniéndola en marcha con asombrosa celeridad incluso antes de que ________ se hubiera sentado. El vehículo estaba oxidado y hecho polvo, y si en su día había tenido cinturones de seguridad, un dueño impaciente los había retirado, pero el motor funcionó a la perfección cuando Harry cogió la autovía con dirección al extremo oeste de la isla. ________ notó que algo se le clavaba bajo las nalgas, y encontró una lata de cerveza aplastada. -Podías haber robado un Mercedes -protestó. -Los Mercedes tienen sistemas antirrobo. Necesitábamos un medio de transporte, no un coche de lujo -puntualizó él, concentra do en la carretera. A medida que la antigua madera de la histórica mansión de los Styles ardía en llamas, el cielo nocturno, a sus espaldas, se convertía en un brillante lienzo rojo, naranja y azul ahumado. Pero en las carreteras no había tráfico y ________ decidió mirar hacia delante. -¿Quién ha sido? -preguntó ella en voz baja. -Aún no lo sé. -¿Adónde vamos?Harry no respondió. No hacía falta. Iba en dirección a Gay Head, y ella supo de inmediato lo que él quería encontrar. -La primera a la izquierda -ordenó ________ finalmente, cuan do ya se acercaban al acantilado. Él aminoró la marcha y, a la luz de la luna, se volvió para mirarla. -¿Qué?-Que gires a la izquierda. Quieres ver la casa de los Robinson, ¿no? Está al final de esa calle. Una sonrisa, tremendamente sexy, se dibujó en su cara lentamente. -¿Desde cuándo me conoces tan bien?-Toda la vida -le respondió ella. La casa de los Robinson carecía del esplendor arquitectónico que caracterizaba la mansión que los Styles tenían en Edgartown. Menemsha y el extremo sudoeste de la isla eran mucho más rurales y de inferior nivel social, al menos en comparación con Vineyard. La familia Robinson había tenido en propiedad una casita de campo aislada en la parte posterior de los acantilados de Squibnocket, cerca de Gay Head. En el jardín había un letrero desgastado en el que ponía «Se vende», y el lugar parecía abandonado y desierto. Harry paró la furgoneta robada en el camino de entrada y bajó del vehículo. El siniestro incendio ya había empezado a desvanecerse en el horizonte, naturalmente, no se había propagado al resto de antiguas casas que rodeaban la de los Styles. La luna estaba a poca altura en el cielo, lista para ponerse, y sólo una delgada línea rosa surcaba el lado este del horizonte. Debe de estar a punto de amanecer, pensó ________ aturdida, bajando también de la camioneta, con el cuerpo agarrotado y dolorido. -Este lugar parece abandonado. -Harry se había detenido frente a las escaleras, levantando la vista hacia la casita de campo. -Ya te he dicho que los padres murieron y que los únicos herederos eran unos primos lejanos. La casa ya lleva un tiempo en venta. Le han puesto un precio demasiado alto, y nadie se ha preocupado en bajarlo. Harry mostró tanta destreza allanando casas como robando coches. Entraron juntos, dentro estaba oscuro y olía a humedad, le dieron al interruptor pero no había luz. Hacía frío, un frío húmedo que penetraba en los huesos, y ________ se hundió en una de las sillas de roble de estilo antiguo, temblando, mientras Harry rondaba por la casa con ayuda de una pequeña linterna. Pensó que se había olvidado de ella. Harry, de espaldas a ________, estaba echando un vistazo a unos marcos de fotos que había colgados en la pared, y ella se rodeó con sus propios brazos, intentando controlar sus escalofríos. -Voy a encender el fuego -anunció Harry, sin siquiera mirarla. Estaba contemplando una vieja foto de los años cuarenta de una chica cuya cara, lozana y de expresión dulce, le resultaba extrañamente familiar. Se dio cuenta de que estaba ante la imagen de su madre biológica. -Ya lo hago yo -se ofreció ________, pero no llegó hasta la chimenea de piedra, porque Harry, que estaba delante de ella, la hizo sentarse de nuevo. Harry se quitó el jersey, su piel desnuda aparentemente insensible al frío aire de la noche. -Ponte esto. -No digas tonterías, te vas helar -protestó ________, pero él no le hizo caso y procedió a ponérselo por la cabeza. Estaba caliente y olía a él, eso acabó de convencerla. En cuestión de minutos el fuego ya estaba encendido, calentando el rústico salón, llenándolo de luz. Una vez hubo conseguido que las llamas fueran de notable tamaño, Harry se sentó sobre los talones, se giró y la miró. -¿Puedo hacerte un comentario?-¿Puedo impedirlo?Esbozó una ligera sonrisa. -Cabe la posibilidad de que no logremos sobrevivir. -Una posibilidad bastante probable si tenemos en cuenta por todo la que hemos pasado hasta ahora -añadió ella. -¿Qué era lo que tenías que decirme?-¿De qué estás hablando?-Ayer por la tarde me dijiste que pensabas algo de mí que yo ignoraba. A lo mejor te referías a que me deseas. -Sabes de sobra que te deseo -comentó ella con voz deliberadamente gélida. No tenía ganas de hablar de esto, ahora no. No, con el olor a casa quemada todavía pegado a su pelo y su ropa; no, teniendo a Harry de rodillas y sin camiseta frente a ella; no, con el cielo volviéndose rosa al amanecer y un asesino suelto esperándoles. -Entonces, ¿qué era? -Inclinó la cabeza hacia atrás, mirándola, completamente callado-. No estarás enamorada de mí, ¿verdad?Fue extraño el modo en que el corazón de ________ pudo dejar de latir, el aliento se le quedó atrapado en el cuerpo, y aun así pudo seguir aparentando tranquilidad. -¡Qué estupidez! El se encogió de hombros. -Me gustaría saber si alguien llorará mi muerte cuando desaparezca. -Créeme, si te mueres, te echaré de menos -dijo ________ irónicamente-. Aunque lo más posible es que si tú no sobrevives, yo tampoco lo haga. -________, ¿estás enamorada de mí?-Eres un pesado. Toda la vida me has sacado de quicio. -Aún no has contestado a mi pregunta. ¿Estás enamorada de mí?________ estaba indignada. -¡Claro que sí! Eres un maldito ****a. Siempre lo he estado y creo que siempre lo estaré, y no me gusta en absoluto. ¿Contento?-Sí -contestó él, alargando los brazos para acariciarle la cara. La luz de la chimenea de esa vieja casa rústica le iluminaba, y ella supo que no tenía escapatoria. No estaba dispuesta a ceder sin más. Se apartó de él, se levantó de la silla apresuradamente y se dirigió hacia la puerta principal. -Voy a comprobar una cosa -le anunció, nerviosa, abriéndola de golpe, dispuesta a salir. Al ver a ese hombre allí de pie dejó de tener frío. A pesar de que estaba lejos y de que el cambio de luz del amanecer y la lumbre que emanaba de la habitación dificultaban su visión, supo quién era desde el principio.

"Puedes correr pero no esconderte"

El impostorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora