- Entonces, ¿te veré esta tarde a las ocho allí? – Parecía extrañamente emocionado con esta pequeña promesa.
- Claro, estaré allí con Cara y seremos puntuales.
- Me extraña mucho que Cara llegue puntual a ninguna parte. – Dijo riendo, parecía feliz, más desenfadado y relajado que las veces en las que había hablado con él.
- ¿Qué te apuestas a que logro que lleguemos puntuales?
- Mmm... Una cena. Si ganas tú, tú eliges restaurante y yo pago; si gano yo, yo elijo y tú pagas.
- Me parece correcto. – Sellamos el trato con un apretón de manos y cada uno, tras encontrar los libros que Damian necesita, vuelve a sus quehaceres.
«No pienso perder esta apuesta, no por nada en especial, es que simplemente no me gusta perder, y qué imagen daría de mi perder así, a la primera de cambio...» Fui incapaz de concentrarme el resto de la tarde, solo pensaba en cómo se va a las exposiciones de la galería de la universidad, el grado de formalidad, y la clase se pinturas que habría. «Siempre me ha apasionado el arte, pero poder ver obras que ha hecho gente que tiene casi tu misma edad te hace ver lo pequeña que eres, y lo mucho que te falta por aprender cuando unos destacan de tal manera y tú no haces nada reseñable. Esto se parece mucho a tener una vida social normal, sin guardaespaldas, sin un padre que quiera saber cada movimiento que haces...; es verdaderamente la vida que quería darme mamá, aquello por lo que peleó y murió. Viviré por ti, y lo haré sin miedo, mamá».
- Cara date prisa en peinarte, tenemos cuarenta minutos para llegar a la galería, los gemelos nos están esperando y tengo que ganar la apuesta con tu hermano.
- Ya voy, ya voy... Vives muy estresada, Aby.
- Solo cuando compito.
Tras conseguir contactar con Cara, después de repetidas llamadas, le conté que iba a la exposición por invitación de su hermano, y la apuesta que tenía con él. Ella me dijo que ciertamente estaba loca por apostar con él, que él siempre ganaba en todo lo que se proponía, y que si no lo hacía se las ingeniaba para lograr una contrapuesta y ganar. Hice un tiempo record a la hora de vestirme, también es cierto que me puse un atuendo muy sencillo que me daba un aire desenfadado, pero que a la vez me confería cierta elegancia. Era un vestido de diario sencillo, de color azul pastel que hacía resaltar mis ojos y contrastaba fuertemente con mi pelo; además, el sombrero (del que resaltaban unos picos que parecían orejas de gato) y los zapatos negros, según Cara, me daban un aire "más chic". Cara, por el contrario, siempre apostaba por looks arriesgados y estridentes que dejasen al aire sus tatuajes. Finalmente para cuando los gemelos pudieron dejar de esperarnos apoyados en el capó de su coche solo nos quedaban diez minutos para llegar a la galería; así que, inevitablemente, llegamos tarde y Damian ganó la apuesta. Nos estaba esperando en la puerta con un aire triunfador y sonriente; y me dirigió una mirada altiva de "te he ganado" que me hizo fruncir los labios haciéndole reír aún más.
La exposición estaba únicamente compuesta por los alumnos del tercer curso de Bellas Artes; había pintura y escultura. Modelos griegos y arte contemporáneo. Me sorprendió mucho la escultura de una tal Jessica Kompton; era el retrato de un niño pequeño que llevaba en los brazos un peluche al que abrazaba con fuerza, el realismo de la escultura era tal que podías ver cada una de las marcas que producía la sonrisita del niño, y cada uno de los pelos del peluche que abrazaba; realmente me sorprendió. Era una exposición muy variada, había todo tipo de temas y estilos, desde arte figurativo a abstracto. Podía intuir la emoción en los ojos de los artistas cada vez que entraba alguien nuevo para ver la exposición y se acercaba a sus obras, y el orgullo que producían en sus profesores.
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Protégeme
Teen FictionPara entrar en el programa de protección de testigos solo hay cuatro normas: 1.- No te fíes de nadie, cualquiera puede querer matarte. 2.- No cabrees a la poli, es tu mejor aliada. 3.- Sé discreta, llamar la atención hará que acabes con una bala en...